La Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW), aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en diciembre de 1979 se considera la carta magna de los derechos humanos de las mujeres del mundo. Su importancia radica en el carácter jurídicamente vinculante de los países firmantes, siendo la recopilación más completa de derechos civiles, políticos, sociales, económicos y culturales. La obligación troncal es eliminar las relaciones y estereotipos de género, que son la base de la discriminación, incluidas las basadas en valores culturales, costumbres, creencias y religiones.
Pero más allá de que los Estados se hayan vinculado no a la Convención, las normas y principios de derecho internacional basados en el enfoque universalista de los derechos humanos, generan obligaciones con los derechos de las mujeres, tanto en el ámbito público como privado. En este sentido no caben las posiciones de gobiernos y otros agentes sociales y políticos que justifican su resistencia a implementar políticas de igualdad efectiva y al avance de los derechos humanos universales de las mujeres, en base a identidades y valores particularistas, como sucede en países como los que se mencionan a continuación, que incluso, salvo Irán, son signatarios de la CEDAW.
Una niña afgana de 5 años aprende a leer el Corán en la madraza Zainabia de Kabul, Afganistán, 6 de noviembre de 2021.
REUTERS/Zohra BensemraAfganistán bajo los talibanes: los derechos de las mujeres, violados
En países como Aganistánlos talibanes, que tomaron de nuevo el poder el 15 de agosto de 2021, han ido emitiendo una serie de leyes, decretos y directrices que violan los derechos humanos de las mujeres y las niñas relacionados con la educación, el trabajo, la libertad de expresión, la libre circulación y la vestimenta, en nombre de las costumbres y cultura impuestas por el poder talibán.
Un ejemplo de ello es la prohibición de las niñas a ir a la escuela. Los talibanes prometieron abrir las escuelas el pasado 23 de marzo de 2022 después de llevar siete meses cerradas, pero las autoridades anunciaron a las nueve de la mañana de ese mismo día que habían decidido mantener cerradas las escuelas para las niñas de más de doce años hasta que se hubieran diseñado uniformes escolares acordes con la ideología talibán, expulsando a las que ya estaban sentadas en sus pupitres.
“Estaba entusiasmada. Fui a la escuela con grandes esperanzas. Allí me reuní con mis compañeras y profesoras. Todas estaban muy contentas. Todas estaban impacientes por comenzar las clases. Pasados unos minutos, vino la directora y nos dijo que teníamos que irnos. Tenía órdenes de cerrar la escuela para niñas. Nos quedamos destrozadas. Algunas empezaron a llorar, otras se quedaron calladas. A pesar de que no quería abandonar la escuela, tuve que dirigirme a la puerta de salida. Tener que marchar otra vez de la escuela sin saber si alguna vez podré regresar me rompió el corazón.” Nadia, de 17 años, alumna de 12º curso en la provincia de Badajsán.
Casi un año después, las escuelas de secundaria continúan cerradas para las niñas y desde el pasado mes de diciembre también han cerrado las puertas de la universidad a las mujeres, a las que ni siquiera se les ha permitido hacer los exámenes finales. Los talibanes se han hecho cada vez más fuertes y las mujeres están obligadas a recluirse en sus casas sin poder salir a la calle si no van acompañadas de un tutor varón, sin poder estudiar ni trabajar, ni ejercer el derecho a la protesta.
Una mujer dijo que mientras estuvo detenida, fue brutalmente golpeada en dos ocasiones. “Cerraron la puerta… Empezaron a gritarme…” [Un miembro del Talibán] dijo: ‘Mujer desagradable… Estados Unidos no nos está dando el dinero por culpa de ustedes, perras’… Luego me pateó. Fue tan fuerte que me lastimó la espalda, y también me pateó la barbilla… Todavía siento el dolor en la boca. Me duele cada vez que quiero hablar”.
A pesar del miedo, ellas no se rinden. Mahbouba Serajcontó: "Tengo 74 años. Soy activista y defensora de los derechos de las mujeres y vivo en Afganistán. Soy historiadora de formación y durante los últimos 12 meses elegí quedarme en Afganistán para ser testigo de lo que le sucedía a mi país y a su gente, y para trabajar por un Afganistán mejor, uno que nos pertenezca".
Una mujer lleva una mascarilla que lleva escrito el mensaje "dejad de matarnos".
REUTERS/Charlotte BruneauIrán, el desprecio por los derechos de las mujeres
En Irándesde la Revolución Iraní (también conocida como Revolución Islámica o Revolución de 1979) las mujeres sufren los efectos de un régimen autocrático que somete a las mujeres y las niñas a la discriminación y a las obligaciones dispuestas por la “policía de la moral”, encargada de hacer cumplir la legislación discriminatoria y degradante e imponiendo el uso obligatorio del velo.
El 13 de septiembre de 2022, la joven Mahsa Amini, de 22 años, fue detenida enTeherán por la “policía de la moral” por no llevar bien puesto el velo. La golpearon violentamente para meterla en el furgón policial. Pocas horas después fue llevada a un hospital en coma. Tres días después, falleció.
Mujeres y hombres, familias enteras, de diversos sectores de la sociedad se levantaron contra el régimen iraní, que ha respondido a lo largo de estos meses con una fuerte represión: disparos con munición real, juicios ilegales, extorsiones a familiares de las personas detenidas y fallecidas, condenas de muerte y ejecuciones. Se estima que más de 300 personas han muerto por manifestarse, incluidos al menos 41 niños y niñas.
Un grupo de mujeres utilizan teléfonos móviles y ordenadores en un cibercafé después de que se restablecieran los servicios de Internet tras cuatro días de interrupción en Sanaa, Yemen, 25 de enero de 2022.
REUTERS/Khaled AbdullahYemen, la violación sistemática de los derechos de las mujeres
EnYemen,un país que lleva muchos años de conflictos continuados, con una crisis considerada como la peor crisis humanitaria del planeta, las mujeres padecen las prácticas discriminatorias más extremas bajo la tutela de hombres frustrados por esta situación. Todas las partes en conflicto han continuado imponiendo y utilizando abusivamente la violencia que tiene su origen en una sociedad patriarcal con unos rígidos roles de género. La tutela masculina es un instrumento de control social sobre la vida y las libertades de las mujeres, en los conflictos.
“Me encarcelaron por ser víctima de violación. Me transfirieron al albergue porque mi marido se divorció de mí y mis familiares no me permitieron regresar con ellos. Me siento oprimida y profundamente triste. Perdí a mis hijos y a mi marido, y mi familia me abandonó. Estoy deprimida. No tenía adónde ir salvo al albergue. Espero poder labrarme una nueva vida y encontrar trabajo cuando salga del albergue”.
Otras mujeres no pueden abandonar el albergue hasta que no llega su tutor. En este país, tres millones de mujeres y niñas corren el riesgo de padecer violencia de género.
Una mujer saudí ordena los perfumes en una tienda de cosméticos en el centro comercial Centria en Riad, Arabia Saudí, 22 de octubre de 2021.
REUTERS/Ahmed YosriArabia Saudí y la opresión de las mujeres
Durante décadas, en Arabia Saudí las mujeres han sido sometidas a leyes represivas que han supuesto restricciones a sus derechos de viajar, trabajar o estudiar, expresarse o tomar decisiones, mujeres que han sido víctimas de tortura, violencia sexual y otras agresiones, acusadas y encarceladas por tener contacto con medios de comunicación.Las mujeres en Arabia Saudí aún necesitan del permiso de los hombres para casarse, vivir solas, salir de prisión o acogerse a un refugio por haber sufrido violencia sexual o “abuso doméstico”. Tanto mujeres como niñas están sujetas a estrictos códigos de vestimenta y segregación de género y necesitan permiso en virtud del represivo sistema de tutela.
Salma al Shehab es una mujer saudí, madre de dos hijos y estudiante de doctorado en Leeds, Reino Unido. Durante una visita a su país fue detenida por publicar unos tuits y condenada a 34 años de prisión. Le quedaban apenas unos días para regresar a Inglaterra para seguir con sus estudios cuando la detuvieron e interrogaron. ¿El motivo? Haber puesto unos tuits y haber retuiteado a defensoras de los derechos de las mujeres en Arabia Saudí.
Una mujer pasa junto a una instalación artística iluminada que promociona la Copa Mundial de la FIFA 2022 en Doha, Qatar, el 15 de noviembre de 2022.
REUTERS/Fabrizio BenschQatar, un país rico en desigualdad de género
En virtud del sistema de tutela, las mujeres de Qatar necesitan el permiso de su tutor varón —por lo general, su esposo, padre, hermano, abuelo o tío— para contraer matrimonio, estudiar en el extranjero con becas del gobierno, ejercer muchos empleos públicos, viajar a otros países o acceder a la atención de la salud reproductiva. Otras formas de abuso es el trabajo forzado en el servicio doméstico ejercido por mujeres en su mayoría, Amnistía Internacional ha denunciado numerosas veces cómo las graves fallas en las leyes y en los sistemas de implementación de Qatar continúan fallando a las personas más vulnerables del país.
Con motivo de la celebración del Mundial de futbol en 2022, Amnistía Internacional declaró: “Al ignorar las críticas legítimas en materia de derechos humanos, Gianni Infantino no sólo está dejando de lado el enorme precio que han pagado los trabajadores y trabajadoras migrantes para hacer posible este emblemático torneo, sino también la responsabilidad de la FIFA en ello. Las exigencias de igualdad, dignidad y compensación no pueden ser tratadas como una especie de guerra de culturas: son derechos humanos universales que la FIFA se ha comprometido a respetar en sus propios estatutos”.
Las hermanas Wissam y Fatimah, víctimas de la violencia de su padre. No se sabe nada de ellas desde el pasado 6 de enero.
Territorios Palestinos Ocupados, la discriminación de las mujeres en la ley y en la práctica
En Territorios Palestinos Ocupadoslas mujeres y las niñas están discriminadas en la ley y en la práctica y no reciben protección adecuada contra la violencia sexual y de género, incluidos los homicidios en nombre del “honor”. Según el Centro de Asesoramiento Jurídico y Orientación para la Mujer, en 2021, 19 mujeres murieron en Cisjordania y 18 en Gaza como consecuencia de la violencia de género. Las autoridades de la Franja de Gaza están obligadas, en virtud del derecho tanto palestino como internacional, a brindar protección y apoyo a cualquier persona que corra peligro de sufrir violencia de género.
Wissam al Tawil, de 24 años, y su hermana Fatimah de 20, se ocultaron en noviembre huyendo de la violencia de su padre. El 5 de enero fueron detenidas por los servicios de seguridad palestinos en la Franja de Gaza y devueltas a su padre. Las hermanas han sufrido múltiples formas de violencia a manos de su padre, entre ellas palizas, amenazas de muerte e “interrogatorios” a punta de pistola. El6 de enero, una de las hermanas envió a Amnistía Internacional un mensaje que decía: “Estamos en la casa de nuestro padre; dentro de un rato nos va a enviar a la sexta planta. Estamos condenadas”. Desde entonces, no se han vuelto a tener noticias suyas.
No las olvidemos, no las dejemos solas, su lucha es nuestra lucha por la defensa de los derechos universales. Si pierden ellas, perdemos nosotras, perdemos todos.