Un hombre pasa por delante de un grafiti pintado en una pared en Saná, Yemen, que denuncia ataques estadounidenses, 13 de noviembre de 2014. © REUTERS/Khaled Abdullah/File Photo
Un arma autónoma letal o robot asesino es un arma con fuerza letal que puede buscar y atacar objetivos humanos de forma completamente autónoma, es decir, sin control humano. Estas armas pueden operar en el aire, en tierra, en el agua o en el espacio. Según algunos expertos son el futuro en armamento, y países como Estados Unidos, China, Israel, Rusia, India, Turquía o Reino Unido, entre otros, están invirtiendo en su desarrollo.
En la actualidad, muchos países disponen de drones de combate operativos, que no son robots asesinos sino armas semiautónomas, ya que a pesar de tener autonomía en muchos de sus procesos y operaciones, un ser humano debe dar la orden final de ataque. Lamentablemente, los robots asesinos son la siguiente generación de estas peligrosas armas.
El desarrollo de estas máquinas de matar no es ciencia ficción. Empresas de tecnología trabajan en diferentes países en el desarrollo de robots cada vez más autónomos, que podrían en un futuro convertirse en robots asesinos muy perfeccionados que participen en conflictos armados, realicen labores policiales o de control de fronteras, mantenimiento del orden público, etc.
La aparición de estas nuevas armas constituye un evento trascendental para los conflictos armados del siglo XXI, con un impacto que podría ser similar o mayor al que tuvieron en su momento la invención de la pólvora o las bombas nucleares.
Los peligros de los robots asesinos
A pesar de que Naciones Unidas ya ha denunciado el uso de robots asesinos, todo lo que rodea a la utilización de estas armas se esconde tras la falta de transparencia por parte de los Gobiernos.
En cualquier caso, los robots asesinos son un peligro potencial para las personas y su uso puede atentar contra los derechos humanos. La razón es que las máquinas no pueden tomar decisiones éticas complejas. Por muy desarrollada que sea su inteligencia artificial (IA), las maquinas carecen de la compasión y el sofisticado entendimiento humano, y toman decisiones basándose en unos algoritmos que convierten a los seres humanos en meros datos y deciden quién vive o quién muere. Difícilmente una máquina podrá hacer frente a un dilema moral o a la toma de decisiones extraordinariamente complejas como lo hacen los seres humanos.
Además, desde el momento en que estas armas tienen la capacidad de elegir sus propios objetivos y atacarlos sin control humano existe el riesgo de que nadie se haga responsable de los errores que puedan cometer. De hecho, existen evidencias de que los ataques con drones, que ni siquiera son armas completamente autónomas, han cometido errores y han causado muchas víctimas entre la población civil en zonas con conflictos armados. Sin nadie que se haga responsable de los ataques de los robots asesinos, las víctimas se encontrarán en la más absoluta indefensión.
¿Qué pide Amnistía Internacional?
Amnistía Internacional forma parte de la coalición internacional Stop Killer Robots que tiene los siguientes objetivos:
- Establecer normas que rechacen el uso de la fuerza letal autónoma en la guerra, la vigilancia, el control de fronteras, el mantenimiento del orden público y en cualquier otra circunstancia.
- Exigir un control humano sobre la tecnología que garantice la responsabilidad y la rendición de cuentas de los seres humanos, sea cual sea el tipo de fuerza que se use.
- Contrarrestar la deshumanización digital y proteger los derechos humanos, ahora y en el futuro que nos depare la tecnología.
- Hacer frente a la desigualdad y discriminación en la sociedad que se reproducen o agravan a través de la tecnología.
Para conseguir estos objetivos, Amnistía Internacional trabaja para que la comunidad internacional adopte algún tipo de tratado o convención internacional que prohíba las armas autónomas letales y exija el control humano sobre el uso de la fuerza. El reciente revés sufrido en la VI Conferencia de Examen de la Convención sobre Ciertas Armas Convencionales, que no ha llegado a un acuerdo sobre los pasos a seguir para negociar una nueva legislación, no es más que una prueba de la necesidad de seguir haciendo campaña para conseguirlo.>
Detener la creación y uso de robots asesinos no es tarea fácil. Hay poderosos intereses económicos en juego y las empresas que desarrollan estas peligrosas armas se benefician con frecuencia de la complicidad de los Gobiernos que han entrado en una nueva espiral de proliferación armamentística de incalculables consecuencias. Por ello, en la coalición Stop Killer Robots colaboran cerca de 180 organizaciones miembros de todo el mundo, cuyo único objetivo es que Las personas no perdamos el control sobre la tecnología y, en última instancia, sobre nuestras vidas.