Elena Milashina. © Caucasian Knot
La valentía se llama Elena Milashina
En tiempos de coronavirus hay gobiernos más preocupados por lo que se publica sobre su gestión que por salvar vidas. E incluso hay gobiernos que comparan a las personas infectadas con terroristas y amenazan de muerte al periodista que lo cuenta. Querer silenciar al mensajero es una antigua práctica que sigue utilizándose. Recientemente y de manera inconcebible por el mismísimo presidente checheno, Ramzan Kadyrov.
“Morir de coronavirus es un mal menor”. Bajo este título la periodista rusa Elena Milashina publicó el pasado mes de abril un artículo sobre cómo la población chechena había empezado a ocultar la enfermedad y a morir en su casa a raíz de que el presidente equipara a las personas infectadas con terroristas y pidiera que se tomaran medidas contra ellas. También detalló los problemas a los que se enfrentaban los sanitarios para controlar la pandemia y criticó los mensajes optimistas del gobierno.
En el mismo artículo, Milashina recriminó que se siguieran practicando detenciones masivas pese al coronavirus y reprochó el mal ejemplo del presidente: “mientras la población intenta salir adelante con la ayuda humanitaria, Ramzan Kadyrov celebra fiestas con barbacoa fuera de su residencia en plena montaña”.
Amenazada de muerte
La respuesta del gobierno checheno no tardó en llegar. Tras la publicación del artículo, el presidente subió un vídeo a Instagram amenazando de muerte a la periodista y acusando al periódico y a sus trabajadores de ser “marionetas de Occidente”.
No contento, pidió a la Presidencia y al Servicio Federal de Seguridad que “parasen a esos seres no humanos que escribían y provocaban al pueblo”. Kadyrov insinuó que, de no hacerlo, alguien de Chechenia tendría que cometer un crimen y explicó: “Si quieren que cometamos un delito y nos convirtamos en delincuentes, no tienen más que decírnoslo".
"Uno de nosotros cargará con esta responsabilidad y sufrirá el [correspondiente] castigo prescrito en la ley. Pasará un tiempo en la cárcel, pero [al final] quedará libre”.
Para sumar aún más estupor, el secretario de prensa de la Presidencia rusa dijo que estas amenazas no tenían “nada de extraordinario” y que eran una mera reacción “emocional” y “comprensible en semejante situación”, haciendo referencia a la pandemia de COVID-19. Y la Fiscalía General rusa ordenó que el artículo fuese retirado del sitio web afirmando que contenía “información falsa”. Aunque después lo han vuelto a publicar, aparece censurado con párrafos en negro.
En el punto de mira
La valentía de Elena viene de largo. Fue ella quien denunció hace tres años la persecución a personas homosexuales por parte de las autoridades chechenas. Recibió amenazas y sufrió actos de hostigamiento.
En 2012 fue agredida en un barrio periférico moscovita por tres desconocidos que le propinaron varias patadas y puñetazos en la cabeza. Ese mismo año, tres hombres fueron hallados responsables de dicha agresión, pero Milashina manifestó sus dudas sobre su implicación y expresó su preocupación por la falta de garantías en el juicio en el que dos de ellos fueron condenados.
En 2015 también recibió amenazas de muerte y fue comparada con una de sus compañeras en el periódico Novaya Gazeta, Anna Politkovskaya, asesinada en el año 2006.
En febrero de este año fue atacada y golpeada por un grupo de personas en el vestíbulo de un hotel de Grozni, la capital chechena, junto a la abogada Marina Dubrovina. Hasta el momento, nadie ha sido considerado responsable de este ataque.
Elena Milashina ha estado viajando durante años por toda la región del Cáucaso Septentrional e informando sobre la violación de los derechos humanos en Chechenia. En 2019 recibió el título de Doctor Honoris Causa otorgado por la Universidad de Bruselas para conmemorar el Día Mundial de la Libertad de Prensa. En 2009 recibió el Premio Alison Des Forges de la organización Human Rights Watch por su Activismo Extraordinario.
Estos galardones no son más que un reflejo de su trabajo de investigación y de su periodismo comprometido con la realidad y, por ende, con los derechos humanos.
Elena Milashina está amenazada de muerte por ejercer su profesión y contar la verdad. Es necesario que se tomen medidas inmediatas para garantizar su protección y seguridad. ¡Ayúdanos a conseguirlo! Comparte y difunde su caso.