Saydnaya es el lugar donde el Estado sirio asesina en silencio a su propio pueblo.
Cada semana se saca de las celda a entre 20 y 100 personas, en medio de la noche, para ahorcarlas. Al menos 13.000 personas han muerto en Saydnaya desde 2011 en el más absoluto de los secretos. Muchas más personas han muerto tras sufrir reiteradas torturas y ser privados sistemáticamente de comida, agua, medicamentos y atención médica. Los cadáveres de quienes han muerto en Saydnaya se sacan en camiones y se entierran en fosas comunes. Es inconcebible que estas prácticas en gran escala y sistemáticas no hayan sido autorizadas en los máximos niveles del gobierno sirio.
“SAYDNAYA ES EL FIN DE LA VIDA, es EL FIN DE LA HUMANIDAD.”
"Abu Muhammed", ex guardia de Saydnaya.
Ahorcamientos colectivos
Entre septiembre de 2011 y diciembre de 2015 se ahorcó en Saydnaya a la abrumadora cifra de 13.000 personas.
Antes de ser condenadas a muerte, las víctimas son sometidas a lo que las autoridades sirias denominan “juicio” en el Tribunal Militar de Campaña. En realidad, se trata de un procedimiento de uno o dos minutos que tiene lugar en una oficina, ante un militar, donde efectivamente se apunta el nombre de la persona detenida en un registro de muertes.
El día de la ejecución, por la tarde, los guardias penitenciarios, que aluden a ese día como “la fiesta”, van sacando de sus celdas y reuniendo a las personas que van a ser ejecutadas. Las autoridades informan a los detenidos de que se los va a trasladar a una prisión civil —cuyas condiciones muchos creen que son infinitamente mejores—, pero en realidad se los lleva a una celda en el sótano del edificio, donde se les propina una brutal paliza.
Un ex guardia explicó que se golpea a los detenidos durante toda la noche antes de llevarlos a una “sala de ejecuciones”. "Cualquiera que llegue puede golpearlos hasta que viene el guardia. Sabemos que van a morir de todos modos, así que podemos hacer con ellos lo que queramos".
La sala de ejecuciones de Saydnaya se amplió en junio de 2012 para que pudiera ejecutarse a más personas a la vez. Hay una fila de sogas en la pared. En la entrada a la sala, a las víctimas se les vendan los ojos y no saben que están a punto de matarlas. A continuación se les pide que pongan la huella dactilar en documentos que certifican su muerte. Por último, son trasladadas, todavía con los ojos vendados, a unas plataformas de cemento donde se las ahorca. No saben cómo ni cuándo tendrá lugar la ejecución hasta que se les pasa la soga alrededor del cuello. Las personas que se encuentran recluidas en las plantas superiores dijeron que a veces oían los ahorcamientos.
Luego se echaban los cadáveres de las víctimas a unos camiones y se las enterraba en fosas comunes en terrenos del ejército fuera de Damasco.
A día de hoy, sigue trasladándose a personas detenidas a Saydnaya y siguen celebrándose “juicios” en el Tribunal Militar de Campaña de Al Qaboun, así que no hay razón alguna para creer que las ejecuciones han terminado.
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Torturas inimaginables
Ex presos hablan de un ciclo interminable de palizas. En el viaje después de la detención. En tránsito entre centros de detención. Como parte de una “fiesta de bienvenida” de abusos al llegar a una prisión. Y en algunos casos, todos los días por cualquier “infracción” menor de las normas que pueda imaginarse, como hablar o no limpiar sus celdas.
Muchas de las personas con las que hablamos dijeron que las habían golpeado con mangueras de plástico, barras de silicona y palos. Algunas habían sido escaldadas con agua caliente y quemadas con cigarrillos. A otras les aplicaron descargas eléctricas tras obligarlas a estar con los pies en el agua.
“Fue como si una parte de mi alma muriese. [...] Después de aquello, no me queda alegría, ni risa.”Estudiante sometido a electrocución
Algunas de las técnicas utilizadas son tan comunes que tienen sus nombres característicos. Está la “alfombra voladora”, un tablero plegable en el que se sujeta con correas a la persona boca arriba y se levanta un extremo hasta el otro. O el “neumático” (dulab), en el que se mete a la persona en un neumático de vehículo, con la frente tocando las rodillas o los tobillos, y se la golpea.
Hombres y mujeres han sido violados y han sufrido acoso sexual. También se ha amenazado a mujeres de violación en presencia de sus familiares para arrancar “confesiones”.
“Si ponías la oreja en el suelo, podías oír un ruido como de borboteo. Duraba unos 10 minutos [...]. Nosotros dormíamos encima de esas personas, oyendo cómo se asfixiaban hasta morir. Para mí aquello era la normalidad.”
Hamid, ex detenido
Condiciones infrahumanas
Hay personas que sufren problemas mentales agudos debido al hacinamiento y la falta de luz solar. En algunos casos, nos dijeron que podía haber más de 50 personas en una celda de sólo 3 por 3 metros. El acceso a atención médica es escaso o inexistente, y es frecuente que personas presas mueran debido a problemas médicos totalmente evitables.
Este horror absoluto está concebido para quebrantar la voluntad y destruir el espíritu de las personas detenidas. Las que sobreviven quedan traumatizadas psicológicamente y quebrantadas físicamente. A menudo necesitan apoyo médico y emocional intensivo para rehacer su vida.
En la mayoría de los casos, el gobierno sirio niega incluso que las fuerzas de seguridad hayan detenido a estas personas. O se niega a facilitar cualquier información sobre su paradero. Esto significa que muchas personas detenidas están “desaparecidas” –fuera de la protección de la ley–, lo que las hace especialmente vulnerables a abusos.
Ex detenido describiendo el hacinamiento