Seguro que tienes tus ideas sobre la sociedad que quieres. ¿Quieres vivir en un mundo con justicia y esperanza en el que nadie se quede atrás? ¿Quieres expresarte con libertad, amar a quien te dé la gana, vivir dignamente en una sociedad solidaria con quienes más lo necesitan, una sociedad que no tolera ningún tipo de violencia contra las mujeres? Quizá ha llegado el momento de que te sumes al debate sobre las ideas que decidirán qué tipo de futuro tendremos. Además, las elecciones en España y las elecciones al Parlamento Europeo están a la vuelta de la esquina...
Muchas personas queremos vivir en una sociedad justa en la que nos tratemos con humanidad, tanto en España como Europa, pero no todo el mundo rema en la misma dirección: Hay gente que intenta dividirnos apelando al miedo, el prejuicio y el odio. Se ensañan con las minorías, culpan de los problemas a quienes vienen de otros países en busca de seguridad y protección, discriminan a las mujeres desdeñando la violencia que sufren, cuestionan los derechos de las personas LGBTI o ignoran la destrucción del medio ambiente.
La sociedad que queremos no la vamos a construir de hoy para mañana, eso lo sabemos. Por eso en Amnistía Internacional queremos poner el foco ante las elecciones que se avecinan en tres temas que nos parecen especialmente importantes: la violencia contra las mujeres, la situación de las personas refugiadas y las consecuencias que la crisis de 2008 ha tenido en la vivienda o la sanidad.
Ante esta situación, es urgente que actuemos. Cambiemos el discurso de odio, miedo y prejuicios por uno de esperanza e ilusión que apueste por un futuro donde los derechos humanos sean una realidad. Tú tienes el poder, el cambio está en tus manos. Haz tu campaña y alza tu voz:
Cómo hacer una quedada en 5 pasos:
Los grupos de activistas de Amnistía Internacional también organizaron quedadas para hablar de nuestra visión de futuro y cambiar el discurso sobre derechos humanos.
Es el momento de movilizarse por la sociedad en la que queremos vivir, una sociedad justa en la que nos tratemos con humanidad y nadie se quede atrás. Son especialmente importantes de cara a estas elecciones los derechos a la vivienda y a la salud, los derechos de las mujeres y los derechos de las personas migrantes y refugiadas.
Piensa en lo que te preocupa y #HazTuCampaña por la sociedad que tú quieres. Enfréntate al odio y los prejuicios con mensajes positivos. Elabora propuestas de solución y cuenta cómo es el mundo que deseas.
Las mujeres tienen los mismos derechos que los hombres, pero no lo parece. Tienen derecho a no sufrir violencia por el mero hecho de ser mujeres, a no ser maltratadas y asesinadas por sus parejas o ex-parejas, a vivir sin miedo a ser agredidas sexualmente con impunidad, a no ser discriminadas en el trabajo, a poder vestirse como quieren, y a decidir sobre su cuerpo, su sexualidad y su reproducción sin coacción ni presiones.
Pero en España, más de 1.000 mujeres han sido asesinadas por sus parejas y exparejas desde 2003, y la violencia sexual afecta a más de 3 millones de mujeres. Y las que se atreven a denunciarla se enfrentan a a todo tipo de dificultades en la policía, en los hospitales o en los juzgados.
En Europa, de 31 países que hemos analizado sólo 8 tienen leyes basadas en el consentimiento: Suecia, Reino Unido, Irlanda, Luxemburgo, Alemania, Chipre, Islandia y Bélgica. En el resto, para que el delito sea considerado violación la ley exige, por ejemplo, que el agresor haya usado la fuerza o la amenaza. Pero, ¿qué pasa cuando el agresor no recurre a la violencia o la amenaza porque la víctima no reacciona, o se queda paralizada de puro terror?
El sexo sin consentimiento es violación, punto. Eslovenia, España, Grecia, Finlandia y Portugal se están planteando implementar tal cambio en sus leyes y Dinamarca también lo ha anunciado recientemente… pero queda mucho por hacer.
Queremos que las leyes contra la violencia hacia las mujeres no se sustituyan por leyes genéricas contra la “violencia doméstica”, que invisibilizan la violencia que sufren las mujeres por el hecho de ser mujeres. Meter la violencia contra las mujeres en el mismo saco de la “violencia doméstica” es un grave retroceso.
Además, España sigue sin dedicar suficientes recursos para abordar todas las formas de violencia contra las mujeres, incluida la violencia sexual. Hacen falta teléfonos de atención 24h, 365 días del año, y centros especializados de atención a las víctimas de violencia sexual abiertos 24h por todo el país.
Se necesita formación especializada para policías, personal médico y profesionales de la administración de justicia que acabe con los estereotipos que les hacen cuestionar a las mujeres que denuncian. Y que el Pacto de Estado contra la violencia de género aprobado en el Congreso proteja de verdad a las mujeres.
Queremos que en toda Europa la legislación sobre la violación esté basada en el consentimiento. Porque cambiar leyes contribuye a cambiar actitudes.
Para que las mujeres estén mejor protegidas ante la violencia sexual. Para acabar con la perniciosa cultura que culpa a la víctima de la violación. Para que las víctimas no se vean cuestionadas ni señaladas y que puedan denunciar la violencia sexual sin miedo.
Queremos que las generaciones futuras de mujeres y niñas no tengan nunca que preguntarse si la violación es culpa suya ni dudar de que los violadores serán castigados.
Todas las personas tenemos derecho a disfrutar de un nivel de vida digno. Siempre. Por encima de las crisis económicas y de las políticas de recortes. Y queremos vivir en una sociedad en la que nadie se quede atrás. Los recursos de un Estado son limitados. Pero los derechos, y más en tiempos de crisis económicas, son nuestra verdadera red de protección. Y las autoridades pueden y deben reorganizar los recursos públicos para tejer esa red. Es su responsabilidad.
Pero tras la crisis financiera de 2008, varios países de Europa, incluida España, hicieron lo contrario y optaron por reducir el gasto público en vivienda, salud, educación, pensiones y otros servicios sociales. Millones de personas pagaron un precio muy alto por ello, y lo siguen pagando. En España hemos sufrido una crisis en la vivienda muy grave ante la pasividad de los sucesivos Gobiernos. Mientras cientos de miles de personas perdían sus casas, las ayudas a la vivienda se recortaban en un 70% desde 2009 a 2018. Y mientras se recortaban estas ayudas, el precio de la vivienda en alquiler sufría la mayor subida en una década.
Como los salarios no han crecido en esa proporción, tener un hogar donde vivir se ha convertido en un lujo para muchas personas.
En sanidad, a consecuencia de los recortes, tenemos un sistema más caro para la gente y de peor calidad, situación que está causando un enorme sufrimiento a muchas personas. Listas de espera que se duplican, personal sanitario sobrecargado, con cuadros de ansiedad, aumento del copago farmacéutico que ha obligado a las personas enfermas a racionar sus medicamentos... Y el efecto devastador de los recortes continúa.
El Gobierno debe dedicar más recursos a la vivienda y la sanidad, para recuperar al menos el nivel de inversión anterior a la crisis de 2008, para garantizar que las personas siguen disfrutando de sus derechos.
El Parlamento Europeo debe evaluar el impacto de los recortes en la ciudadanía y garantizar que los objetivos de estabilidad presupuestaria (como por ejemplo, el techo de gasto de cada país) no impiden a los Estados miembros proteger los derechos económicos y sociales de las personas, como la vivienda y la salud.
Desde siempre las personas nos hemos desplazado de un lugar a otro. Las migraciones han sido una constante en la historia humana y uno de sus motores de progreso. El derecho de las personas a migrar está reconocido y protegido por leyes internacionales.
Pero como resultado de las guerras, el cambio climático y las enormes desigualdades, a día de hoy hay 25 millones de personas refugiadas en el mundo, el mayor número jamás registrado. Y la mayoría se encuentra en países con muchos menos recursos que los europeos.
Sin embargo, la respuesta de los gobernantes en Europa no ha estado a la altura. Han creado complejos sistemas jurídicos que impiden la entrada de personas, dejando que se ahoguen, rechazándolas en las fronteras o abandonándolas a la miseria, a pesar de que somos un continente rico que podría acoger a mucha gente. Para agravar la situación, algunos líderes políticos están extendiendo una retórica de odio dirigida a quienes están en situación más vulnerable, culpando falsamente a las personas migrantes y refugiadas de los problemas que padece la sociedad.
La buena noticia es que somos mayoría quienes creemos en la solidaridad, y queremos acoger y dar la bienvenida a las personas de otros lugares. Porque sabemos que así nuestra sociedad es más fuerte y abierta. Y más humana.
Europa es una región con un alto nivel de vida. Aquí cabe mucha más gente y todos los Estados de la Unión deben acoger según su tamaño y capacidad, porque queremos una sociedad más acogedora y compasiva, que dé la bienvenida a quienes más apoyo necesitan.
Queremos que todas las personas tengan la oportunidad de vivir dignamente con independencia de su origen. España y Europa deben abrir rutas legales y seguras de acceder a su territorio, así como procesos de asilo justos que ofrezcan protección efectiva a quienes la necesitan y poner fin a las devoluciones ilegales en las fronteras.
Tenemos un mundo precioso, único. Queremos protegerlo, vivir felices en él, ahora y en el futuro. Pero el propio mundo en el que vivimos está amenazado. El cambio climático es uno de los mayores desafíos de nuestro tiempo, por lo que las autoridades deben afrontar el hecho de que Europa es uno de los mayores contaminadores del mundo y deben actuar ya con decisión para cambiar las cosas.
La Unión Europea se presenta como un líder mundial en la lucha contra el cambio climático, pero los grupos ecologistas aseguran que los países de la UE no están haciendo lo suficiente para evitar un cambio climático catastrófico.
Por eso, tenemos que crear un clima para el cambio, ¡urgentemente! Europa debe reajustar los objetivos de reducción de emisiones para poder cumplir la meta de limitar el calentamiento global a un 1,5%. Esto requerirá políticas más ambiciosas, como cambiar a energías renovables al 100%, pasar a una economía de carbono cero y ayudar a las poblaciones de los países en desarrollo, que son las más afectadas por el cambio climático.
“El cambio sólo se produce si la gente lo reclama. Iniciamos el movimiento #FridaysForFuture en 2018 para pedir a nuestro gobierno que se comprometa a emprender una acción climática real, a cumplir los objetivos del Acuerdo de París y a proteger el futuro y nuestro planeta.”
Luisa Neubauer, activista por el cambio climático