Una mujer yemení, desplazada por la guerra, es vista en un campamento para personas desplazadas internas en la provincia de Amran, en el norte de Sanaa, Yemen. © Mohammed Hamoud/Getty Images
Paradojas de la vida. En 2011 organicé un evento de Amnistía Internacional (AI) en la sede de la ONU en Nueva York en las negociaciones previas del Tratado sobre el Comercio de Armas en el que participó la activista yemení Tawakul Karman, co-laureada con el Nobel de la Paz ese año. Nada hacía pensar entonces que Yemen se convertiría, unos años después, en un caso emblemático de la aplicación de la “Regla de Oro” de no autorizar armas para cometer atrocidades que conseguimos incluir en el tratado cuando se aprobó en 2013.
“El infierno en la tierra”, así es como Amnistía ha calificado la situación en Yemen, donde desde finales de marzo de 2015, una coalición internacional encabezada por Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos (EAU) interviene en un encarnizado conflicto en que la población civil paga el pato.
Con motivo de la celebración del Día Internacional de la Paz y la No Violencia, el 30 de enero, mientras la atención mediática se centra en la crisis de Ucrania, queremos rescatar un conflicto olvidado, Yemen, objeto de un apagón informativo que oscurece la tragedia de lo que la ONU califica como la mayor catástrofe humanitaria del mundo.
Debido al alargamiento del conflicto, los mecanismos de afrontamiento de la población civil se han resentido y están al límite. Hoy, 24,1 millones de yemeníes necesitan ayuda humanitaria para sobrevivir, alrededor del 80% de su población. El país se enfrenta a la amenaza inminente de una hambruna a gran escala y, desde junio de 2021, 16,2 millones de yemeníes sufreninseguridad alimentaria. Además, el brote de la pandemia de COVID-19 ha seguido ejerciendo una presión adicional sobre un sistema de atención de la salud ya mermado, que sólo tenía en funcionamiento el 50% de sus hospitales e instalaciones sanitarias en comparación con 2016.
Miembros de las tribus leales a los huzíes levantan sus armas en Saná, Yemen, 26 de mayo de 2016. © REUTERS/Khaled Abdullah
El conflicto de Yemen se ha cobrado un precio devastador entre la población civil de todo el país. La población yemení se ha visto expuesta a prácticas ilegales por parte de grupos tanto estatales como no estatales, mientras que todas las partes del conflicto han cometido violaciones de derechos humanos y del derecho internacional humanitario, incluidos crímenes de guerra, en todo el país.
En las últimas semanas, además, se ha intensificado la violencia. Según un informe presentado al Consejo de Seguridad de la ONU el 14 de diciembre de 2021, Hans Grundberg, enviado especial de la ONU para Yemen, se refirió a la evacuación de las Fuerzas Conjuntas afiliadas al gobierno de Yemen de sus posiciones en Hodeida y la asunción del control de la mayoría de ellas por las fuerzas de Ansar Allah y destacó el uso de artillería pesada y ataques aéreos por las partes, que tuvo como resultado un impacto preocupante sobre la población civil, con informes de bajas civiles y miles de familias desplazadas desde la retirada de esas fuerzas. También destacó la intensificación de la batalla por Marib, una zona clave rica en petróleo, y su efecto dominó en otros frentes. Señaló que la intensificación de los combates y el desplazamiento de los frentes están poniendo en peligro a los civiles y, en muchos casos, les obligan a huir por segunda o incluso tercera vez. Expresó su alarma por la escalada militar de todas las partes del conflicto en Yemen.
Apenas un mes después, en el informe al Consejo de Seguridad, Grundberg destacó la reanudación de los combates en Shabwa y el aumento de los ataques aéreos no sólo en torno a las líneas del frente, sino también en Saná, incluidas zonas residenciales. Los ataques aéreos y los bombardeos en Taiz habían aumentado y los combates continuaban en el sur de Hodeida. Asimismo, también habían aumentado los ataques contra Arabia Saudí. Todos estos acontecimientos, según informó, habían provocado víctimas civiles y daños en las infraestructuras civiles.
La gente prepara las tumbas de las víctimas de los ataques aéreos contra un centro de detención para ser enterradas en un cementerio en Sadá, Yemen, 25 de enero de 2022. © REUTERS/Naif Rahma
En los últimos días, la coalición encabezada por Arabia Saudí ha lanzado incesantes ataques aéreos contra las zonas del norte de Yemen, incluida la capital, Saná, causando cientos de víctimas civiles y destruyendo infraestructuras y servicios. El 20 de enero, un ataque aéreo tuvo como objetivo un edificio de telecomunicaciones en Hodeida y provocó un apagón de Internet en todo el país varios días, lo que impidió el contacto con amigos y familiares y limitó el acceso a la información.
El 21 de enero, los ataques aéreos tuvieron como objetivo un centro de detención en Sadá, causando la muerte de al menos 82 personas y provocando lesiones a 266, según Médicos Sin Fronteras. Esta escalada de violencia se produjo tras los ataques de los huzíes contra Abu Dhabi el 17 de enero, en los que se informó de la muerte de tres civiles. Amnistía Internacional denunció que la coalición saudí-emiratí utilizó un proyectil de precisión fabricado en Estados Unidos en este ataque aéreo contra un centro de detención en Sadá. La bomba guiada por láser utilizada en el ataque, fabricada por la empresa estadounidense de defensa Raytheon, es la pieza más reciente de una red más amplia de indicios sobre el uso de armas de fabricación estadounidense en incidentes que podrían constituir crímenes de guerra.
Un hombre desplazado de la ciudad yemení de Hodeidah, en el Mar Rojo, recibe una ración de alimentos en Saná, Yemen, el 3 de julio de 2018. © Reuteres/Khaled Abdullah
En menos de un mes, la organización yemení independiente de derechos humanos Mwatana for Human Rights documentó siete ataques aéreos de la coalición liderada por Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos contra civiles y objetos de carácter civil, en los que murieron al menos 107 civiles y resultaron heridos al menos otros 106. Además, en el mismo periodo, Mwatana documentó 10 incidentes de ataques terrestres, explosiones de minas y uso de drones cometidos por Ansar Allah que causaron la muerte de al menos nueve civiles y heridas a otros diez.
El 6 de enero, la organización yemení público su informe anual sobre la situación de los derechos humanos en Yemen en 2021, en el que documentó 839 incidentes de daños a civiles y objetos de carácter civil en Yemen en los que murieron y resultaron heridos más de 782 civiles entre el 1 de enero y el 31 de diciembre de 2021. El informe destaca la escalada de violencia en Marib y señala que las partes beligerantes han matado y causado lesiones a civiles, y han practicado la detención arbitraria, la desaparición forzada y la tortura, la denegación de acceso a la ayuda humanitaria, el reclutamiento de niños, y han ocupado escuelas y hospitales, y atacado al personal sanitario y humanitario. Muchas de estas violaciones pueden constituir crímenes de guerra y graves violaciones del derecho internacional humanitario.
Amnistía ha hecho un llamamiento a todas las partes para que se abstengan de llevar a cabo ataques indiscriminados y se aseguren de que no haya víctimas civiles y de que se eviten los daños a las viviendas, las instalaciones y las infraestructuras civiles. Los ataques deliberados contra civiles y la destrucción injustificada de bienes son crímenes de guerra. AI también renovó el llamamiento efectuado en diciembre pasado a la Asamblea General de la ONU para que cree un mecanismo de investigación que reúna y custodie los indicios de los graves abusos contra los derechos humanos y las violaciones de las leyes de la guerra en Yemen.
Una niña desplazada de la ciudad portuaria de Hodeidah en el Mar Rojo mira cómo su madre lava su biberón de leche, 10 de julio de 2018. © REUTERS/Khaled Abdullah
Desde 2015 hasta junio de 2021, España autorizó exportaciones de armas a Arabia Saudí y EAU por importe de más de 2.300 millones, cantidad que casi alcanza los 2.700 millones al incluir otros miembros de la coalición internacional que opera en Yemen como Egipto, Jordania y Kuwait. El importe de las exportaciones de armas realizadas a Arabia Saudí y EAU en ese período supera los 1.600 millones de euros, cantidad que rozan los 2.000 millones si se suman las exportaciones a los otros miembros de la coalición. Todo un papelón.
Desde el inicio del conflicto, AI ha reclamado al gobierno en numerosas ocasiones la suspensión de las ventas de armas a la coalición saudí-emiratí que puedan usarse en Yemen para cometer atrocidades. En este contexto, la empresa Navantia anunció a finales de diciembre de 2021 que entregará tres de las cinco corbetas fabricadas en los astilleros de Cádiz.
Ya en 2017, Amnistía anunció su oposición a esta operación. En diciembre de 2021 nos dirigimos de nuevo al gobierno español para recordarle que, en la situación actual, con la intensificación del conflicto de Yemen desde octubre pasado y el historial saudí de uso de armas para cometer crímenes de derecho internacional (incluidas decenas de presuntos crímenes de guerra), la legislación internacional y española sobre comercio de armas prohíbe esta transferencia, por lo que el gobierno no debería autorizar la exportación de estas tres corbetas.
Amnistía Internacional pidió al gobierno que condicionase la autorización de exportación de las corbetas y otras armas a Arabia Saudí a cuatro cuestiones:
Igualmente, Amnistía InternacionaI reiteró su petición sobre la creación de un Grupo de Trabajo sobre conversión de la industria de defensa para mitigar el impacto económico de esta decisión.
Una mujer sostiene una pancarta mientras asiste a una manifestación para exigir la destitución del entonces presidente de Yemen, Ali Abdullah Saleh, en Saná el 24 de julio de 2011. © REUTERS/Khaled Abdullah
El gobierno español se enfrenta a una piedra de toque sobre su compromiso con el respeto a los derechos humanos. No todo vale en la venta de armas y suspendiendo las ventas que se pueden usar en Yemen para cometer atrocidades tiene una oportunidad de oro para no correr el riesgo de ser cómplice de la comisión de crímenes de guerra. La pelota está en su tejado y tú puedes ayudarnos a que así sea. ¡Firma nuestra ciberacción urgente!
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