Es generalmente sabido que la memoria es algo que merece la pena ejercitar y preservar. Es fundamental para saber cómo fuimos, quiénes somos y quiénes desearíamos ser. Si somos la suma de nuestros recuerdos, éstos nos permiten saber caminar y avanzar en alguna dirección. La memoria es clave no solo a nivel individual sino también a nivel de sociedad, entre otras cosas, para no caer nuevamente en grandes errores que se cometieron en el pasado.
Los procesos de memoria son un componente esencial de la configuración y desarrollo de todas las sociedades humanas, según reza el preámbulo del a Ley de Memoria Democrática del 21 de octubre de 2022, señalando que “desde el fin de las guerras civiles y conflictos mundiales que asolaron Europa en el siglo XX, y especialmente desde el Holocausto, el impulso de las políticas de memoria democrática se ha convertido en un deber moral que es indispensable fortalecer para neutralizar el olvido y evitar la repetición de los episodios más trágicos de la historia”.
La necesidad de no caer en la tentación de la desesperanza llevó a la creación de la ONU y, poco después, el 10 de diciembre de 1948, a la adopción de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. El preámbulo de la misma señala que “el desconocimiento y el menosprecio de los derechos humanos han originado actos de barbarie ultrajantes para la conciencia de la humanidad”.
Ahora que vivimos anuncios de regeneración democrática no podemos olvidarnos de la memoria, y la tarea pendiente de abordar nuestro pasado, como nos recuerda la ONU. Aquí van 5 claves para cuidar, reparar y mejorar nuestra memoria histórica.
1. El gran vacío en la memoria que impide hacer justicia
Mencionamos la palabra justicia y al toque pensamos en otra: ¡Amnistía! ¿Por qué será? Pero hablando de memoria, no me refiero a la más reciente sino a aquella Ley de Amnistía de hace casi medio siglo, ¡de tiempos preconstitucionales incluso!
Resulta que la Ley de Amnistía de 1977 está aún hoy en vigor, siendo uno de los argumentos más utilizados para denegar el derecho a verdad, justicia y reparación de las víctimas de la Guerra Civil y el franquismo, a pesar de que el derecho internacional niega la posibilidad de que un Estado pueda invocarla para no investigar y sancionar crímenes de derecho internacional.
Como nos recordaban el experto en derecho internacional Hugo Relva y el investigador de Amnistía Internacional Daniel Canales, desde 2008 Naciones Unidas ha instado a España no una, ni dos, ni tres, sino hasta en 11 ocasiones a privar de efectos a la Ley de Amnistía del 77, de forma que no pueda ser aplicada por los tribunales españoles para impedir el enjuiciamiento de graves crímenes de derecho internacional. Sin embargo, esta ley ha sido invocada en centenares de resoluciones judiciales como un impedimento para investigar las graves violaciones a los derechos humanos cometidas en España durante la Guerra Civil y el franquismo.
La Ley de Memoria Democrática estableció que la Ley de Amnistía se interpretará y aplicará de conformidad con el Derecho Internacional, según el cual los crímenes de guerra, de lesa humanidad, genocidio y tortura tienen la consideración de imprescriptibles y no amnistiables. Pero ante ésto el Tribunal Constitucional consideró, en su reciente Auto 57/2024, que la vigente Ley de Memoria Democrática no sustituye a dicho Tribunal en la interpretación de los derechos fundamentales y que su articulado no es suficiente para habilitar que se investiguen los crímenes franquistas.
Con este argumento en septiembre de este año fue archivada la querella por torturas durante el franquismo a Julio Pacheco, que sufrió en agosto de 1975, siendo el único caso en la que la víctima pudo declarar en un juzgado. En los últimos años, de más de 100 querellas por torturas presentadas, todas se han inadmitido o archivado.
En definitiva, si para hacer justicia no puede haber impunidad en los crímenes del franquismo, no cabe otra que abordar una cuestión pendiente: derogar o la modificar la Ley de Amnistía del 77.
Rosa García, víctima de tortura durante el franquismo.
2. La memoria de nuestros antepasados merece un lugar
“Todo el mundo tiene derecho a tener una sepultura digna, y las familias tenemos derecho a tener a nuestros ancestros como nosotros estimemos conveniente, no como impongan. Yo me siento como si estuviéramos rescatando a alguien del olvido”. Son palabras de José Barrios Labrador, quien buscando información en los documentos de la Causa General para una amiga, encontró información de su abuelo y de su tío abuelo. Ambos fueron condenados a muerte durante el franquismo en un juicio sumarísimo.
“Matan a la persona y el tiempo pasa. Y hay algunos casos donde ese recuerdo se mantiene como un duelo alargado en el tiempo y en otros no”, relataba Jorge Moreno, antropólogo social y coordinador de Mapas de Memoria de la UNED, una iniciativa para recuperar y dignificar la memoria de todas las víctimas del franquismo en la provincia de Ciudad Real, que ha investigado y recopilado el nombre y los datos de 3.939 personas fusiladas o desaparecidas.
Dos años después de la aprobación de la Ley de Memoria Democrática, nos encontramos con que el Estado parece estar tomando un papel activo al liderar las exhumaciones del Valle de Culegamuros, si bien el modelo general continúa delegando estos trabajos en organizaciones de la sociedad civil, asociaciones de memoria y algunos proyectos de universidades, que son las que han estado llevando a cabo este tipo de acciones durante décadas.
El Estado debe asumir de forma directa las tareas de exhumación e identificación de las víctimas de desaparición forzada durante el franquismo, y la restitución de sus restos a las familias. Y para ello estaría bien establecer una oficina de carácter estatal, que sea accesible para todas las víctimas y que centralice la gestión de estos procesos de búsqueda, asegurando la actuación de las autoridades judiciales.
Exhumación de víctimas del franquismo en Mansilla de las Mulas, León. 2022
3. La memoria contribuye a conocer la verdad
¿Cual fue la verdad de lo que pasó durante 40 años en España? Ante tanto ruido y estando en la era de la postverdad, ¿hasta qué punto es importante conocerla? La Ley de Memoria en su preámbulo señala que “la memoria es un elemento decisivo para fomentar formas de ciudadanía abiertas, inclusivas y plurales, plenamente conscientes de su propia historia, capaces de detectar y desactivar las derivas totalitarias o antidemocráticas que crecen en su seno”. No es poca cosa ante el panorama que estamos viendo últimamente.
Y ante ello volvemos nuevamente a las Naciones Unidas, que ha instado en distintas ocasiones a España a considerar la creación de un mecanismo independiente, como puede ser una comisión de la verdad, para esclarecer las violaciones de derechos humanos cometidas en el pasado, sin sustituir por ello el derecho de las víctimas a obtener justicia.
En abril de 2024, se impulsó la creación de tres comisiones de memoria, que entre otros aspectos evaluarán qué víctimas, que aún no hayan recibido compensación, tendrán derecho a ella, estudiarán vulneraciones de derechos humanos en el periodo 1978-83, y elaborará un informe sobre las medidas necesarias para la aplicación de los principios de verdad, justicia, reparación y no repetición respecto de la situación histórica del pueblo gitano. Ante ello, resulta preocupante la lentitud en la implementación de la Ley de Memoria Democrática, siendo una evidencia que estas comisiones se hayan constituido producido año y medio después de su entrada en vigor, y peor aún que día de hoy no tengamos noticias de que hayan empezado a funcionar, ni de cómo van a hacerlo.
Amnistía Internacional considera que las autoridades españolas han ignorado durante décadas su responsabilidad en la realización efectiva del derecho a la verdad de las víctimas de la Guerra Civil y el franquismo, al no haber investigado ni intentado esclarecer los hechos ni las circunstancias en los que se produjeron las graves violaciones de derechos humanos del pasado, sin proporcionar una verdad oficial que precise la naturaleza de los actos criminales, ni sus circunstancias, ni la realidad concreta de los daños infligidos.
Concentración delante del Congreso de los Diputados exigiendo justicia para las víctimas de la Guerra Civil y el franquismo
4. Reparar a las personas afectadas por la desmemoria
¿Te has preguntado alguna vez cómo reparar un daño causado a una persona? No es una pregunta fácil de resolver, pero si has sido la destinataria del daño y éste es grave seguramente la respuesta no sea simplemente olvidarlo. Mayor complejidad si hablamos de una cantidad enorme de personas que durante cuatro décadas fueron víctimas de ejecuciones, trabajos forzados o sufrieron incautaciones de su patrimonio. También es importante para las familias de quienes fueron víctimas de los graves crímenes cometidos durante el franquismo.
Afrontar con decisión una política de la memoria en democracia, que garantice la reparación de los derechos de las víctimas del franquismo, sigue siendo una cuenta pendiente. Sin investigación judicial ni una política de promoción de la verdad oficial, también se impide la reparación del estigma padecido por las víctimas y sus familias en la sociedad.
El Comité contra la Desaparición Forzada de la ONU mostró preocupación por la exclusión de la indemnización como forma de reparación y recomendó a España garantizar un sistema de reparación integral que sea de aplicación a todas las víctimas de desaparición forzada independientemente del momento de inicio de la misma y aún cuando no se haya iniciado un proceso penal.
Por su parte, la declaración de nulidad de sentencias injustas dictadas durante la Guerra Civil y el franquismo es una buena medida incluida en la Ley de Memoria Democrática. Ejemplo de ello es la declaración de reparación del pasado 16 de octubre de 2024 entregada por el Ministro de Política Territorial y Memoria Democrática a las hermanas de Salvador Puig Antich, la cual oficializa que la sentencia que le condenó a muerte es nula y lo reconoce como víctima del franquismo. Salvador fue ejecutado en 1974. “Hace 50 años que luchamos por esto, por la dignidad de nuestro hermano Salvador. Para nosotras es muy importante”, declaró su hermana Inmaculada.
La reparación plena y efectiva debe ser proporcional a la gravedad de las violaciones de derechos humanos e incluir elementos adecuados de restitución, compensación, rehabilitación, satisfacción y garantías de no repetición, siendo especialmente importante que la reparación incluya un reconocimiento de los hechos y una aceptación de responsabilidad por parte del Estado.
Valle de Cuelgauros. CC BY-SA 4.0 De Godot13
5. La educación como antídoto para no repetir los mismos errores
Lo simbólico importa. Y encontrarse con símbolos franquistas a estas alturas es cuanto menos para “suspender en democracia” a quienes los mantienen. Ya no solo por valores sino también porque lo dice la Ley de Memoria Democrática. En específico las administraciones públicas tienen que retirar aquellos edificaciones, construcciones, escudos, insignias, placas y cualesquiera otros que exalten la sublevación militar y la Dictadura, así como de sus dirigentes, participantes en el sistema represivo o de las organizaciones que sustentaron la dictadura.
Para muestra un botón: el Valle de Cuelgamuros, antes denominado Valle de los Caídos. Tratándose en el pasado el principal monumento del franquismo concebido por el dictador Franco para celebrar su victoria militar y dar cobijo a los cuerpos de sus partidarios en la guerra. Es sin duda positivo que pase a ser un lugar para concienciar de lo sucedido en España tras el golpe de estado de 1936 y una herramienta de reflexión crítica sobre la guerra y la dictadura.
También es importante que la formación en materia de derechos humanos y de materias relacionadas con la historia de la Guerra Civil y el franquismo se extienda al Poder Judicial, y que se asegure que las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado reciben también este tipo de formación. La anécdota que cuenta Carlos Hernández en su artículo “Policías, franquistas y un periodista en el Rastro de Madrid” muestra lo que viene a denominar una tragicomedia en tres actos sobre la difícil andadura de la Ley de Memoria Democrática.
Aún queda mucho trabajo para lograr que prevalezca la memoria democrática, y no podemos seguir durmiéndonos en los laureles, ya que “la historia no se repite pero a menudo rima”. Vaya a ser que antes de conseguir implementarla de manera efectiva suceda justo lo que se quería evitar.