En noviembre de 1977, Harvey Milk hizo historia al convertirse en el primer hombre abiertamente gay en ser elegido para un cargo público en Estados Unidos: la Junta de Supervisores de San Francisco. Un año después, Milk, cuya carrera política era una prolongación de su activismo en favor de los derechos de la comunidad LGTBI, fue asesinado.
En 2009 el gobernador de California, Arnold Schwarzenegger, declaró el 22 de mayo (fecha del nacimiento de Milk) el Día de Harvey Milk, una conmemoración que el trabajo de la Fundación Harvey Milk hace extensiva a todo el país y a la que este post quiere contribuir.
Antes de morir, Harvey Milk, consciente de que las constantes amenazas que recibía contra su vida podrían llegar a materializarse algún día, dejó grabado un discurso póstumo en el que decía "si una bala entra en mi cerebro, ojalá que sirva para destruir las puertas de todos los armarios".
En realidad, no fueron las balas que lo mataron, sino la vida de Harvey Milk la que sirvió de ejemplo a muchas personas LGTBI para salir de cualquier armario, asumir su identidad sexual y luchar por sus derechos.
En esta foto de archivo de abril de 1977, Harvey Milk y George Moscone están en el despacho del alcalde durante la firma de la ley de derechos de las personas homosexuales. © AP Photo/File
¿Quién fue Harvey Milk?
Todos los relatos de la vida de Milk hablan de una persona inquieta, desinhibida y llena de energía. Descendiente de judíos lituanos (el apellido original de la familia era Milch), Harvey nació en Woodmere, Nueva York, en mayo de 1930.
Aunque desde su adolescencia fue plenamente consciente de su orientación sexual, Harvey la disimuló durante mucho tiempo, algo comprensible en una época en que identificarse (o, más bien, ser identificado) como homosexual podía costar el trabajo o incluso llevar a prisión a una persona (en 1962, la sodomía era un delito en todos los estados de Estados Unidos y solo en 2003 el Tribunal Supremo consideró definitivamente inconstitucionales las disposiciones legales que prohibían las relaciones entre personas del mismo sexo).
La vida de Milk fue bastante movida. Hasta más allá de los cuarenta años, sus cambios de trabajo, residencia y pareja fueron casi constantes. Vivió en Nueva York, Dallas, Los Ángeles, Miami. Fue oficial de la marina, profesor, productor teatral, ejecutivo de banca...
Harvey Milk en el Desfile del Orgullo Gay. © Terry Schmitt/San Francisco Chronicle vía AP
Harvey Milk, defensor de los derechos LGBTI
La vida errante de Milk cambió cuando conoció San Francisco a finales de los años sesenta. Durante esa década, la ciudad se había convertido en la capital de la cultura alternativa norteamericana. En 1967, el Verano del Amor fue la cumbre del movimiento hippie y multiplicó un ya el poderoso efecto llamada que la ciudad tenía sobre las personas LGTBI.
El sol, las playas y el relajado estilo de vida californiano no eran los únicos motivos de atracción. Desde comienzos de los sesenta, diversos colectivos como la Sociedad para los Derechos Individuales habían comenzado a luchar por los derechos del colectivo homosexual. Y la lucha social estaba permeando la conversación política, pues el ala progresista del Partido Demócrata no podía ignorar el importante caladero de votos que la comunidad LGTBI representaba.
Harvey Milk llegó a la ciudad en 1969, formando parte del equipo del musical Hair y siguiendo a su novio del momento, pero sus intentos de permanecer en la ciudad, cuando el novio y el trabajo en el musical desaparecieron, no fructificaron. Emprendió el camino de vuelta hacia el este, pero con la idea de volver, cosa que hizo a los pocos meses.
Milk no tenía un plan claro, más allá de vivir en San Francisco, pero todo cambió cuando abrió Castro Camera, una tienda de fotografía en el corazón del barrio de Castro, una zona en la que los hogares de trabajadores de ascendencia irlandesa iban siendo reemplazados por los miembros de una comunidad gay cada vez más vibrante.
Harvey Milk posa delante de su tienda de cámaras en San Francisco en esta foto de archivo del 9 de noviembre de 1977. © AP
Harvey Milk, primer político abiertamente gay de los Estados Unidos
La inquieta personalidad de Harvey Milk terminó de florecer en la calle Castro. No es que el negocio fuera especialmente bien en términos monetarios (el cronista de la vida gay de San Francisco y autor del libro Historias de la Ciudad, Armistead Maupin, recordaba, 25 años después de su muerte, como Harvey "dormía en un colchón en la trastienda"), pero sí en términos sociales.
Castro Camera se convirtió en uno de los lugares más vivos y que más vida irradiaban en el barrio. Un gran mentidero. Un sitio de encuentro en el que todo un elenco de personajes convergía para comentar las noticias del barrio, filosofar en general y hablar de política en particular.
En seguida se hizo patente el talento natural de Milk para la política, y su influencia pronto se extendió más allá de las paredes de Castro Camera. En poco tiempo, organizó una asociación de propietarios de negocios homosexuales. Poco después, los camioneros que servían bebidas a los bares pidieron el respaldo de la asociación a una huelga para conseguir mejores condiciones. Milk se lo dio, a cambio de que ellos facilitasen la contratación de más camioneros homosexuales.
Esta fue una característica de la carrera política de Milk. Por un lado, un claro y radical llamamiento a la visibilización, movilización y unidad de la comunidad gay. Por otro, una gran capacidad para formar alianzas con cualquier minoría, comunidad u organización de personas reivindicando derechos.
Pese al frío recibimiento que la idea tuvo entre los políticos gays que se movían en el ámbito del Partido Demócrata -que aspiraba a captar los votos de la comunidad gay en lugar de promocionar la candidatura de una persona abiertamente gay-, Milk decidió presentarse en 1973 a las elecciones a la Junta de Supervisores de San Francisco, una especie de miniparlamento con poder para aprobar regulaciones legales y presupuestos.
No ganó, pero incrementó enormemente su popularidad en toda la ciudad, y empezó a consolidar un estilo tan peculiar como efectivo de hacer campaña, basado en horas y horas de abordar a gente, estrecharle la mano y soltarle una de sus frases más famosas: "Hola, soy Harvey Milk, y vengo a reclutarle".
Milk se autoproclamó "Alcalde de la Calle Castro" y, en cierta medida, lo era. A esas alturas, Castro Camera funcionaba más como el centro neurálgico de una campaña política permanente y movilización social que como tienda de fotografía. Milk se presentó de nuevo a las elecciones a la Junta de Supervisores en 1975 y a la Asamblea Estatal en 1976. Pero las elecciones no lo eran todo.
Desde la sede de su Ayuntamiento alternativo, Milk y su gente sumaron fuerzas con otros políticos homosexuales o simpatizantes de los derechos de la minoría LGTBI para apoyar, impulsar o forzar iniciativas como la derogación de las ley de sodomía de California o la oposición a la Iniciativa Briggs, una propuesta legislativa que pretendía otorgar poderes a los colegios para despedir a los profesores homosexuales.
Miembros del Harvey Milk Gay Democratic Club de San Francisco desfilan por Market Street durante el Desfile y Celebración del Día de la Libertad Gay de 1979 en San Francisco. © AP Photo/Sakuma
El trágico final de Harvey Milk
En noviembre de 1977, Harvey Milk fue finalmente elegido supervisor. En enero de 1978 se convirtió en la primera persona abiertamente homosexual en asumir un cargo electo en los Estados Unidos.
En poco tiempo, y con el apoyo del alcalde de San Francisco, el demócrata progresista George Moscone, Milk consiguió que se aprobase una regulación que impedía a las empresas despedir a sus empleados por el hecho de ser gays.
Su carrera política seguía cosechando éxitos y su popularidad seguía creciendo. Ese año de 1978, el desfile del Orgullo Gay de San Francisco reunió una impresionante multitud de más de 250.000 personas. Milk, exultante, participó sentado en la parte trasera de un coche descapotable y pronunció un memorable discurso en favor de la visibilidad y la unidad de la comunidad gay.
"Les pido a mis hermanos y hermanas gay que se comprometan a luchar. No conquistaremos nuestros derechos quedándonos callados dentro de nuestros armarios. Estamos saliendo de ellos para luchar contra las mentiras, los mitos, las distorsiones. Estoy cansado de la conspiración del silencio".
Sin embargo, Milk no era del agrado de todos. Desde luego, no de Dan White, un colega de la Junta de Supervisores de ideas conservadoras y mentalmente inestable. White solía saltarse las reuniones de la Junta y en un momento dado renunció a su cargo, pero pocos días después, pidió que su renuncia no se hiciese efectiva. Tanto el alcalde Moscone como Milk se opusieron al reingreso del irresponsable y conservador White, quien les acusó de conspirar contra él.
El lunes 27 de noviembre de 1978, Moscone había convocado una rueda de prensa para anunciar quién sería el sustituto de White, pero el evento nunca llegó a celebrarse. White, ex militar y bombero, se introdujo en el Ayuntamiento de San Francisco por una ventana del sótano para burlar los detectores de metal, fue hasta el despacho de Moscone y le disparó cuatro veces. Poco después, se encontró con Milk en los pasillos del edificio, y le disparó cinco veces, dos de ellas en la cabeza. Horas después, se entregó a la policía.
El doble asesinato conmocionó a toda la ciudad. Entre 25.000 y 40.000 personas se congregaron esa noche de forma espontánea en Castro y marcharon en silencio, con sus velas encendidas, hasta el Ayuntamiento de San Francisco. Los titulares de la prensa del día siguiente fueron demoledores: "Lunes negro", "Una ciudad en agonía"...
En esta foto de archivo del 21 de mayo de 1979, los manifestantes se reúnen en las escaleras del Ayuntamiento tras la controvertida sentencia de Dan White, culpable del homicidio involuntario del alcalde de San Francisco George Moscone y del supervisor municipal Harvey Milk en San Francisco. © AP Photo, archivo
El discurso de la esperanza
Meses después, tras un polémico juicio, White fue declarado inocente de asesinato y culpable de homicidio involuntario, lo que le supuso una pena relativamente leve de algo más de siete años de prisión. Esta vez, la marcha desde Castro al Ayuntamiento no fue nada pacífica, y los disturbios de la Noche de White causaron casi 200 heridos.
Seguramente, los disturbios no hubieran sido del agrado de Milk, quien conocía el sentimiento de rabia de muchas personas homosexuales ante la discriminación constante que sufrían. Sin embargo, Milk usaba mucho más la palabra esperanza. De hecho, su "Discurso de la esperanza", que fue refinando a lo largo de su carrera política, es la pieza más celebrada de su legado.
"Los jóvenes homosexuales de Altoona, Pensilvania, Richmond o Minnesota que están saliendo del armario [...] a lo único que tienen que aspirar es a la esperanza. Y hay que darles esperanza. Esperanza de un mundo mejor, de un mañana mejor, de un lugar mejor al que acudir si las presiones en casa son demasiado fuertes. Esperanza de que todo irá bien".
Esperanza no solo para las personas LGTBI, por supuesto:
"Sin esperanza, no solo los gays, sino los negros, los ancianos, los discapacitados [...], se darán por vencidos. Si contribuimos a que más personas homosexuales sean elegidas para cargos públicos, eso dará a todos los que se sienten privados de sus derechos luz verde para seguir adelante [...], porque si una persona gay lo logra, las puertas están abiertas para todos".
Con otras palabras, Harvey Milk proclamaba lo mismo que Amnistía Internacional: que los derechos de las minorías sexuales o raciales, de la mujer, de los discapacitados o de los ancianos son todos derechos humanos. Y que hay que defenderlos.