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Una chica sostiene un cartel que pone que las niñas solo quieres tener sus derechos fundamentales
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10 datos sobre los derechos de las niñas que deberíamos conocer

Por Amnistía Internacional,

El Día Internacional de la Niña es una fecha clave para abordar los desafíos y obstáculos a los que tienen que enfrentarse millones de niñas en todo el mundo.

A pesar de los avances en derechos humanos, millones de niñas siguen siendo víctimas de situaciones que limitan su desarrollo, salud y libertades fundamentales. Desde el acceso desigual a la educación hasta los matrimonios forzados y la violencia de género, las niñas tienen que enfrentarse a graves desafíos.

En este post, te presentamos 10 datos impactantes que te ayudarán a entender la gravedad de esta realidad y, lo más importante, a inspirarte a ser parte del cambio. Estos datos no solo revelan las injusticias que viven, sino que también nos recuerdan que la igualdad es una lucha que no ha terminado.

1.- Matrimonios forzados

Manifestación contra los matrimonis forzados

Manifestación contra los matrimonios forzados celebrada en París. © Celine Bregand/SIPA

Según UNICEF, el matrimonio infantil se refiere a cualquier matrimonio formal o unión informal en la que al menos uno de los cónyuges es menor de 18 años. A pesar de que esta práctica ha disminuido a nivel global —hace diez años, 1 de cada 4 niñas se casaba siendo menor de edad, mientras que hoy la cifra es 1 de cada 5—, sigue siendo un problema extendido.

Las niñas obligadas a casarse antes de los 18 años ven cómo sus sueños y oportunidades de desarrollo se desvanecen. Muchas de ellas enfrentan embarazos en la adolescencia, una de las principales causas de muerte entre niñas de 15 a 19 años en países en desarrollo.

Estos embarazos, además de exponerlas a graves riesgos como eclampsia, infecciones sistémicas y complicaciones neonatales, ocurren cuando sus cuerpos aún no están preparados, ni física ni emocionalmente, para la maternidad. Además, suelen ser víctimas de abandono escolar y de violencia física, emocional o sexual. Esta situación es especialmente crítica en contextos de crisis humanitaria, donde la extrema pobreza lleva a muchas familias a ver el matrimonio infantil como una estrategia de supervivencia, como ya está ocurriendo en Afganistán tras la llegada al poder de los talibanes, agravando aún más las condiciones en regiones afectadas por conflictos, desastres naturales o desplazamientos forzados.

El matrimonio infantil perpetúa, además, el ciclo de pobreza y la desigualdad de género. Las niñas que dejan la escuela para casarse pierden el acceso a la educación, lo que limita su capacidad para alcanzar la independencia económica y las condena a una vida de dependencia. Según el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), si se erradicara el matrimonio infantil, los países en desarrollo podrían beneficiarse con billones de dólares debido al aumento de la productividad y la independencia económica de estas niñas. Al completar su educación, retrasar la maternidad y unirse al mercado laboral, tendrían la oportunidad de contribuir de manera significativa al crecimiento económico de sus países.

2.- Violencia de género

Una de cada tres niñas en el mundo ha experimentado algún tipo de violencia antes de cumplir 18 años, lo que constituye una de las violaciones más extendidas de los derechos humanos. Esta alarmante realidad abarca violencia física, sexual y psicológica, afectando a niñas de todas las regiones, sin importar su nivel económico o contexto social.

Se estima que 15 millones de niñas adolescentes, con edades comprendidas entre los 15 y 19 años, han experimentado relaciones sexuales forzadas en todo el mundo. En muchos países, este grupo es el más vulnerado a mantener relaciones sexuales por la fuerza por parte de esposos, parejas o novios, ya sean actuales o anteriores. Sin embargo, en los 30 países donde se han recopilado datos, solo el 1% de estas jóvenes ha buscado ayuda profesional en algún momento.

Las consecuencias físicas de esta violencia son devastadoras. Además de embarazos no deseados y enfermedades de transmisión sexual, muchas niñas sufren lesiones graves, trastornos reproductivos y, en los casos más extremos, la muerte. Además, según un estudio publicado en el British Journal of Psychiatry, las niñas que han sufrido violencia durante la infancia tienen un 50% más de probabilidades de desarrollar problemas de salud mental en la adultez.

La violencia de género también limita el acceso de las niñas a la educación, perpetuando el ciclo de pobreza. Según un informe del Banco Mundial solo un tercio de las niñas en países de bajo ingresos logra completar la educación secundaria. El informe también indica que la educación secundaria universal para las niñas podría prácticamente eliminar el matrimonio infantil y, como resultado, reducir sustancialmente el riesgo de embarazo temprano.

3.- Derecho a la salud sexual y reproductiva

Refugio para supervivientes de matrimonios forzados

Refugio para supervivientes de matrimonios forzados en Burkina Faso. © Sophie Garcia/Corbis for Amnesty International

Millones de niñas en todo el mundo carecen de educación sexual integraly de acceso a servicios básicos de salud sexual y reproductiva, lo que las expone a graves riesgos de salud y afecta a su bienestar general. En muchas comunidades, hablar sobre salud sexual sigue siendo un tabú, lo que significa que las niñas no reciben la educación que necesitan para tomar decisiones informadas sobre sus cuerpos. Esta falta de información y acceso a servicios como anticonceptivos, atención prenatal o cuidados médicos relacionados con la salud reproductiva, provoca que muchas niñas tengan que hacer frente a embarazos no deseados a edades tempranas, con consecuencias graves para su salud física y mental.

Los embarazos precoces, además de poner en riesgo la vida de las niñas, suelen forzarlas a abandonar la escuela, perpetuando el ciclo de pobreza y limitando sus oportunidades de futuro. Sin la posibilidad de acceder a educación y atención médica adecuada, estas niñas no solo ven comprometido su bienestar, sino también su capacidad de romper con las estructuras de desigualdad en las que se ven inmersas. Además, en algunos países, incluso mencionar estos temas es mal visto o castigado, lo que deja a las niñas aún más desprotegidas.

4.- Menstruación y exclusión

La menstruación sigue siendo un tema cargado de estigmas y tabúes en muchas partes del mundo. Millones de niñas se ven obligadas a faltar a la escuela durante sus períodos debido a la falta de acceso a productos menstruales adecuados, infraestructura sanitaria básica y por miedo a ser avergonzadas o estigmatizadas. Esta exclusión temporal se convierte en una barrera adicional a su educación y desarrollo personal, limitando su capacidad para participar plenamente en la vida escolar y social. Durante los conflictos armados o catástrofes, la falta de productos sanitarios para la menstruación tiene un impacto psicológico y físico en ellas, ya que las alternativas caseras e improvisadas a las toallitas sanitarias no son adecuadas, provocándoles inseguridad y vergüenza, además de aumentar el riesgo de graves infecciones.

Además, en muchas comunidades, los tabúes culturales alrededor de la menstruación refuerzan la discriminación de género. Las niñas son vistas como impuras, lo que las aísla de actividades cotidianas y perpetúa la idea de que su ciclo menstrual es algo de lo que deben avergonzarse. Este estigma también contribuye a que muchas niñas carezcan de información adecuada sobre su propio cuerpo y su salud menstrual, lo que a menudo resulta en problemas de salud evitables.

5.- Mutilación genital femenina

Una manifestante contra la mutilación genital femenina (MGF) sostiene una pancarta frente a la Asamblea Nacional en Banjul el 18 de marzo de 2024

Una manifestante contra la mutilación genital femenina sostiene una pancarta frente a la Asamblea Nacional en Banjul (Gambia), el 18 de marzo de 2024. © Muhamadou Bittaye/AFP via Getty Images

La mutilación genital femenina (MGF) es una de las violaciones más atroces de los derechos humanos que sufren millones de niñas y mujeres en todo el mundo. Se estima que alrededor de 200 millones de niñas y mujeres vivas hoy en día han sido sometidas a esta práctica en más de 30 países, principalmente en África, Oriente Medio y algunas regiones de Asia. La MGF implica la alteración o extirpación parcial o total de los órganos genitales externos femeninos por motivos no médicos, y se realiza generalmente en niñas durante su infancia y adolescencia en condiciones generalmente poco salubres.

Esta práctica se perpetúa debido a una combinación de factores culturales, religiosos y sociales como un rito iniciación que marca la transición de niña a mujer, una forma de controlar la sexualidad de las niñas o como una exigencia para el matrimonio. Sin embargo, la mutilación genital femenina tiene efectos devastadores para la salud física, emocional y mental de las niñas. Las consecuencias inmediatas incluyen dolor extremo, hemorragias, infecciones y, en algunos casos, la muerte. A largo plazo, las mujeres que han sido sometidas a MGF enfrentan complicaciones crónicas como infecciones recurrentes, problemas menstruales, pérdida de placer sexual, infertilidad, dificultades durante el parto y trauma psicológico.

A pesar de que la MGF es reconocida internacionalmente como una violación de los derechos humanos, su práctica sigue estando profundamente arraigada en algunas culturas, donde la presión social y la falta de educación sobre los riesgos que conlleva son factores que la perpetúan. Muchas veces, las niñas no tienen elección ni voz en este proceso, ya que la decisión suele ser tomada por familiares o miembros de la comunidad, quienes lo ven como una obligación social o religiosa.

Activistas como Asha Ismail luchan contra esta práctica después de haberla sufrido en su propio cuerpo.

6.- Trabajo infantil

Dos niñas tocan el acordeón para que los turistas les den algo de dinero

Dos niñas entretienen a los turistas con la música de un acordeón, mientras piden limosna en la plaza principal de Atenas. Existe un fenómeno creciente de «niños y niñas de la calle», la mayoría de los cuales realizan formas de trabajo forzoso. Los flujos migratorios de las nuevas democracias europeas en los últimos años han provocado un aumento de niños, niñas y jóvenes en las calles que muchas veces caen en la prostitución y son explotados sexualmente. © Jameson Zed/SIPA

Cerca de 160 millones de niños y niñas en todo el mundo están involucrados en alguna forma de trabajo infantil, y las niñas a menudo son más vulneradas por las peores formas de explotación y abuso. Aunque el trabajo infantil afecta tanto a niños como a niñas, las niñas enfrentan desafíos únicos debido a la naturaleza de las tareas que suelen desempeñar y a los riesgos adicionales relacionados con su género.

Muchas niñas son obligadas a trabajar en condiciones extremadamente peligrosas, en sectores como la agricultura, la minería, la manufactura o en labores domésticas. Este tipo de trabajo no solo pone en peligro su salud física, sino que también las priva de la posibilidad de recibir una educación y desarrollarse plenamente. Las niñas que trabajan en el servicio doméstico, por ejemplo, suelen ser aisladas en los hogares donde trabajan, lo que las expone a abusos físicos, sexuales y emocionales, sin tener acceso muchas veces a protección legal o social.

Las niñas a menudo enfrentan una doble carga, ya que deben compaginar las responsabilidades escolares con las tareas domésticas. Esta situación afecta negativamente su rendimiento académico, forzándolas en muchos casos a interrumpir temporalmente su educación o, en el peor de los casos, a abandonar la escuela de manera definitiva.

7.- Impacto de la pobreza en las niñas

La pobreza afecta de manera desproporcionada a las niñas, limitando sus oportunidades de educación, salud y protección. En las comunidades más vulnerables, las niñas suelen ser las primeras en sufrir las consecuencias de la falta de recursos, ya que las familias en situación de pobreza extrema a menudo priorizan la educación y el bienestar de los niños varones, dejando a las niñas en desventaja. Esta desigualdad en el acceso a los recursos perpetúa el ciclo de pobreza y exclusión, ya que las niñas que no pueden ir a la escuela tienen menos oportunidades de salir de esa situación en la edad adulta.

La pobreza también aumenta el riesgo de que las niñas se enfrenten a otras formas de explotación y abuso, como el trabajo infantil, los matrimonios forzados y la trata de personas. Las familias que luchan por sobrevivir en condiciones extremas a veces ven en el matrimonio infantil o el trabajo doméstico una manera de aliviar la carga económica, lo que expone a las niñas a situaciones de vulnerabilidad y violación de sus derechos.

Además, las niñas que crecen en la pobreza suelen tener un acceso limitado a servicios de salud, incluidos los servicios de salud sexual y reproductiva. La falta de atención médica adecuada las expone a riesgos como la desnutrición, enfermedades prevenibles y embarazos precoces, lo que agrava aún más su situación. La combinación de pobreza y falta de acceso a la salud y la educación crea un círculo vicioso del que es difícil escapar.

8.- Derecho a la identidad de las niñas

Una niña pequeña es bañada en una bañera

Foceb (Fondation Cardinale Emile Biyenda) ofrece refugio a supervivientes de violaciones, matrimonios precoces y forzados y embarazos no deseados en el centro de Uagadugú, capital de Burkina Faso. © Sophie Garcia/Corbis for Amnesty International.

El derecho a la identidad es fundamental para el pleno desarrollo de las niñas, pero en algunos países, muchas no tienen acceso a un certificado de nacimiento o a documentos de identidad. Esta falta de documentación oficial tiene consecuencias devastadoras, ya que impide que puedan acceder a derechos básicos como la educación, la salud y la protección legal frente a abusos y explotación.

Cuando una niña no está registrada al nacer, legalmente no existe en los sistemas oficiales del Estado. Esto significa que puede encontrarse en una situación de vulnerabilidad extrema, ya que no puede inscribirse en la escuela. Sin una identidad legal, las niñas también tienen dificultades para acceder a servicios de salud esenciales, incluidos programas de vacunación y atención médica preventiva, lo que pone en riesgo su bienestar y desarrollo.

La falta de documentación también las deja sin protección legal, lo que facilita que sean víctimas de abuso, explotación y trata de personas sin que el Estado pueda intervenir eficazmente. En muchos casos, estas niñas son invisibles para las autoridades, lo que las convierte en un blanco fácil para redes de explotación o matrimonios forzados.

9.- Explotación sexual de las niñas

Las niñas representan una alarmante proporción de las víctimas de trata de personas con fines de explotación sexual en todo el mundo. El 99% de las víctimas de trata con fines de explotación sexual son mujeres y niñas, lo que refleja una grave crisis de derechos humanos que afecta desproporcionadamente a las niñas más vulnerables. Este tipo de explotación no solo destruye sus vidas, sino que perpetúa un ciclo de violencia, abuso y marginación del que es extremadamente difícil escapar.

La explotación sexual de las niñas está intrínsecamente vinculada a factores como la pobreza, la desigualdad de género y la falta de oportunidades educativas. En muchas comunidades, las niñas son vistas como objetos que pueden ser vendidos o intercambiados, y las redes criminales de trata de personas explotan esta vulnerabilidad. Muchas veces las víctimas son engañadas con promesas de empleo o mejores condiciones de vida, y luego son forzadas a prostituirse, donde sufren abusos físicos, emocionales y psicológicos, quedando atrapadas en un sistema del que rara vez pueden escapar.

El trauma causado por la explotación sexual deja secuelas profundas en las niñas, afectando no solo su salud física, sino también su bienestar emocional y mental. Las víctimas de trata y explotación sexual suelen ser sometidas a violencia extrema, embarazos forzados, infecciones de transmisión sexual, y una constante amenaza de violencia física. Además, la estigmatización social de las niñas que logran escapar de estas redes dificulta su reintegración en la sociedad, lo que aumenta el riesgo de que caigan nuevamente en situaciones de abuso y explotación.

10.- Cambio climático y derechos de las niñas

Una niña carga con un saco de maíz que pesa 20 kilos

Una niña lleva un saco lleno de maíz desde la granja. Cada saco puede pesar más de 20 kilos. En este país, nacer niña significa toda una vida dedicada a buscar agua, cocinar, limpiar, recoger leña o cuidar de los hermanos y hermanas menores. Esto lastra su educación, las expone a la violencia física y sexual y limita su autonomía.© Ignacio Marin/SIPA

El cambio climático afecta desproporcionadamente a las niñas y mujeres jóvenes. Las desigualdades preexistentes, como la pobreza y la falta de acceso a recursos básicos, exacerban su vulnerabilidad ante fenómenos climáticos extremos como sequías, inundaciones y desastres naturales, que cada vez son más frecuentes debido al calentamiento global.

Uno de los impactos más visibles del cambio climático en las niñas es el aumento de la inseguridad alimentaria. En muchas comunidades rurales y en países en desarrollo, las niñas y mujeres son las principales responsables de recolectar agua y alimentos para sus familias. Con el cambio climático, los recursos se vuelven más escasos, lo que significa que las niñas deben caminar distancias más largas para acceder a agua potable, exponiéndose a riesgos de violencia y abuso durante el trayecto. Además, cuando los cultivos fallan debido a sequías o tormentas, las familias con menos recursos priorizan la alimentación de los varones, lo que afecta gravemente la salud y el bienestar de las niñas.

Los desastres naturales también fuerzan a millones de personas a desplazarse, y las niñas en situaciones de desplazamiento son especialmente vulnerables a la explotación, la violencia de género y la trata de personas. En campamentos para personas desplazadas o refugiadas, muchas veces carecen de acceso a servicios esenciales como educación y salud.

El cambio climático también afecta el derecho de las niñas a la educación. En situaciones de crisis, son las primeras en abandonar la escuela para ayudar en las labores del hogar o para asumir tareas de supervivencia, lo que reduce drásticamente sus oportunidades futuras. Además, la falta de infraestructura adecuada, como escuelas resistentes a desastres, impide que las niñas puedan continuar su educación tras un evento climático extremo.

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