Un agente de policía habla con una mujer durante una manifestación contra la violencia sexual, tras la imputación de un policía británico en el secuestro y asesinato de Sarah Everard, el 16 de marzo de 2021. © REUTERS/Clodagh Kilcoyne
El 11 de mayo de 2011, hace ahora 10 años, nació el Convenio del Consejo de Europa sobre prevención y lucha contra la violencia contra las mujeres y la violencia doméstica, más conocido como Convenio de Estambul.
Es el instrumento jurídico internacional de ámbito continental más importante y específico para prevenir y luchar contra todas las formas de discriminación y violencia contra las mujeres. Está en vigor desde el 1 de agosto de 2014. Lo han firmado 46 países europeos y ratificado 34. Para estos países es vinculante.
Día Internacional de la Mujer celebrado en Bruselas el 8 de marzo de 2018. © REUTERS/Yves Herman
Reconoce que: la violencia contra las mujeres es una violación de los derechos humanos; que es una manifestación del desequilibrio histórico entre la mujer y el hombre que ha llevado a la dominación y a la discriminación de ésta, privándola así de su plena emancipación; y que la igualdad entre mujeres y hombres es un elemento clave para la prevención de dicha violencia machista.
Con estas premisas, y aspirando a crear una Europa libre de violencia contra las mujeres, establece los siguientes objetivos fundamentales:
Además, el Convenio de Estambul protege a todas las mujeres y niñas sin discriminación y contiene disposiciones específicas para mujeres y niñas refugiadas y migrantes. Introduce la posibilidad de otorgar a las mujeres migrantes supervivientes de violencia doméstica un permiso de residencia autónomo cuando su estado de residencia depende del de su pareja abusiva. También solicita a los gobiernos que reconozcan la violencia de género contra las mujeres como una forma de persecución y un criterio a tener en cuenta cuando buscan protección internacional en Europa.
Manifestación para reivindicar los derechos de las mujeres, celebrada en Berlín, Alemania, el 8 de marzo de 2020. © REUTERS/Nadja Wohlleben
La vigencia actual del Convenio de Estambul y la necesidad de su cumplimiento lo vemos con numerosos ejemplos en los que se siguen vulnerando los derechos de mujeres y niñas, y también con los resultados positivos de su aplicación:
La buena noticia es que varios ya han modificado su legislación al respecto en los últimos años, como Grecia, Suecia, Portugal y Dinamarca. También Croacia en 2020 armonizó en su legislación la definición de violación con las normas internacionales y agravó las penas para los delitos de violencia de género. Con estos cambios aumentaron más del doble las denuncias por violación. En Suecia también se ha constatado, con la nueva ley en 2018, un aumento significativo de los procesamientos y condenas por violación.
Activistas feministas vestidas como Rosie la Remachadora actúan durante una protesta a favor de la igualdad de género y contra la violencia contra las mujeres en París, el 8 de marzo de 2021. © REUTERS/Gonzalo Fuentes
Manifestación en Estambul para protestar contra la violencia contra las mujeres, mayo de 2020. © Erhan Demirtas/NurPhoto vía Getty Images)
Los avances conseguidos por las mujeres con sus reivindicaciones y movilización frente a la violencia sexual, legislativas, de sensibilización y cambios en los comportamientos, de dotación de medios y recursos económicos para prevenir y atender a las víctimas, también van acompañados de graves retrocesos y de la fuerte oposición de varios países al Convenio de Estambul, que tienen consecuencias catastróficas para los derechos de las mujeres y las niñas, no solo en Europa, sino que repercuten en todo el mundo:
Por lo tanto, el Convenio de Estambul sigue siendo imprescindible en la lucha contra la violencia y por los derechos de las mujeres y las niñas. Debe garantizarse que todos y cada uno de los países de Europa lo ratifiquen lo antes posible y asegurar que ninguno lo abandone.
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