La condena y encarcelamiento de 21 mujeres, 7 de ellas menores de edad, que participaron en una manifestación pacífica en favor de Morsi en Alejandría, revelan la determinación de las autoridades egipcias de castigar la disidencia, ha manifestado Amnistía Internacional. “La imposición de estas severas condenas de prisión a jóvenes y niñas se produce tras haberse aprobado una draconiana ley de manifestaciones y tras la disolución violenta de una protesta de activistas en El Cairo. Es una contundente señal de que no habrá límite a los esfuerzos de la autoridades por reprimir la oposición ni nadie será inmune a su puño de hierro”, ha explicado Hassiba Hadj Sahraoui, directora adjunta del Programa de Amnistía Internacional para Oriente Medio y el Norte de África. “Estas mujeres y niñas no deberían haber sido detenidas jamás. Ahora son presas de conciencia y deben ser puestas en libertad de inmediato y sin condiciones.” El Tribunal de Delitos Menores de Sidi-Gaber, Alejandría, condenó ayer a 14 mujeres a 11 años y un mes de prisión. Un tribunal de menores dispuso el internamiento de 7 niñas en un centro de detención de menores hasta que cumplan 21 años. Las manifestantes habían sido acusadas de interrumpir el tráfico, destruir la entrada de un edificio, agredir a funcionarios de servicio, pertenecer a un grupo prohibido implicado en actividades terroristas y alterar el orden público, tras haber participado en una manifestación pacífica en favor de Morsi en Alejandría el 31 de octubre. Según los abogados de las condenadas, las únicas pruebas presentadas por el fiscal contra ellas fueron dos pancartas con la palabra “antigolpe” escrita en ellas, unas piedras y 25 carteles de una mano con cuatro dedos extendidos, imagen utilizada por los manifestantes partidarios de Morsi para conmemorar la dispersión del campamento de Rabaa al Adawiya en agosto, cuando las fuerzas de seguridad mataron a centenares de manifestantes. Testigos presenciales entrevistados por Amnistía Internacional han descrito cómo, el 31 de octubre, las fuerzas de seguridad atacaron a los manifestantes en el puente de Stanely y persiguieron a los intentaron escapar por la calles adyacentes, deteniendo al menos a 22 mujeres y a un hombre. Según la información recibida, los manifestantes fueron golpeados con las culatas de las armas y con porras y abofeteados en el momento de su detención. Aunque en la manifestación había más o menos el mismo número de hombres que de mujeres, se detuvo sobre todo a mujeres y niñas. Una joven de 19 años que consiguió escapar ha contado a Amnistía Internacional lo siguiente: “No marchábamos [de la manifestación] cuando vimos que se detenía una ambulancia. Salieron de ella militares y policías que comenzaron a disparar al aire, y nosotras echamos a correr por las bocacalles, con las fuerzas de seguridad siguiéndonos. Mientras corría, oí detener a otras chicas, que gritaban a causa de los golpes, [y] al mirar atrás vi a las fuerzas de seguridad detener al menos a cuatro chicas y golpearlas con las culatas de sus armas [...] Seguí corriendo, pero un hombre vestido de civil me agarró de la mochila […] luego me rodearon otros tres policías y comenzaron a golpearme con los puños y las culatas de sus armas por todo el cuerpo y a abofetearme. No podía soportar los golpes, así que me desplome y me llevaron a rastras hacia la calle principal, pero no pudieron seguir, pues iba casi inconsciente y con el brazo roto, así que me dejaron en la calle […] las fuerzas de seguridad no hacían más que correr tras las chicas.” “En vez de encarcelar a manifestantes pacíficas, las autoridades deberían garantizar que se llevan a cabo con prontitud investigaciones independientes e imparciales sobre los abusos policiales contra ellas, se pone freno a las fuerzas de seguridad y se hace valer el derecho a la libertad de reunión pacífica”, ha añadido Hassiba Hadj Sahraoui. Una vez detenidas, algunas de las manifestantes fueron recluidas en la prisión de Al Abadeya, donde afirman que había falta de higiene en la celdas y que tenían que dormir en el suelo. Ramadan Abdelhamid, cuyas hija de 15 años y esposa están detenidas, cuenta: “Les dije que mi hija era demasiado joven y que mi esposa padece del corazón, y les mostré los informes médicos. La respuesta de la policía fue: ‘todo el mundo está enfermo aquí’. Les dije que proporcionaran a mi esposa acceso a un médico, pero se negaron. Mi hija se ha quejado del trato dentro de la prisión. El aseo está fuera de la celda y la seguridad lo cierra de ocho de la tarde a diez de la mañana, por lo que las deja 10 horas sin acceso a él.”
Se debe dejar en libertad de inmediato y sin condiciones a manifestantes detenidas
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