Las tácticas bélicas de asedio utilizadas por el ejército ruso en Ucrania, caracterizadas por los implacables ataques indiscriminados contra zonas densamente pobladas, están provocando homicidios ilegítimos de civiles en varias ciudades. Así lo ha manifestado hoy Amnistía Internacional en una nueva investigación sobre el terreno.
Por primera vez, los equipos de investigación de Amnistía Internacional sobre el terreno en Ucrania han verificado de forma independiente pruebas físicas sobre municiones prohibidas de racimo, cuyo uso viola el derecho internacional. También han recopilado testimonios que documentan las tácticas de asedio rusas, que incluyen ataques indiscriminados ilegítimos, alteración de los servicios básicos, cortes de comunicación, destrucción de infraestructura civil y restricciones al acceso a medicinas y atención médica.
En las últimas semanas, las fuerzas rusas han estado utilizando armas de efectos inherentemente indiscriminados —como municiones de racimo y armas de poca precisión con efectos en amplias zonas, como bombas no guiadas y descargas de sistemas de lanzacohetes múltiples— en ataques contra zonas densamente pobladas.
Así, los ataques de fuerzas rusas contra pueblos y ciudades, y la destrucción gratuita de infraestructuras necesarias para la vida cotidiana, violan el derecho internacional humanitario y el derecho internacional de los derechos humanos. Los ataques indiscriminados que maten o hieran a civiles constituyen también crímenes de guerra.
“Un rasgo característico de estos crueles asedios son los implacables ataques indiscriminados lanzados por Rusia, que provocan una devastación total conforme avanza el tiempo”, ha manifestado Joanne Mariner, directora del Programa de Respuesta a las Crisis de Amnistía Internacional.
“Desde hace ya cinco semanas, la población civil de toda Ucrania ha visto cómo sus ciudades eran arrasadas día tras día. La investigación sobre el terreno ha documentado la manera en que algunas de las personas que más riesgo corren en la sociedad sufren de forma desproporcionada mientras continúan estas brutales tácticas de asedio.”
“La población civil atrapada en ciudades sitiadas debe tener acceso urgentemente a corredores humanitarios que permitan la evacuación segura de todas las personas que desean marcharse. También debe permitirse la llegada de suministros humanitarios para quienes se quedan”
Amnistía Internacional llevó a cabo entrevistas tanto telemáticas como cara a cara con personas que sufrían asedio en cinco ciudades, incluidas Járkov y Mariúpol. El Evidence Lab del Programa de Respuesta a las Crisis de Amnistía Internacional analizó imágenes pertinentes de satélite y verificó vídeos y fotos de los incidentes que se describen más abajo. En las próximas semanas, Amnistía Internacional publicará nuevos datos recopilados durante las investigaciones sobre el terreno realizadas en Ucrania.
Ataques indiscriminados
Las fuerzas rusas llegaron a la periferia norte de Járkov en los primeros días de la invasión, y rápidamente pusieron en marcha tácticas de asedio, intentando rodear la ciudad y disparando armas de poca precisión contra zonas pobladas.
Amnistía Internacional ha documentado un amplio patrón de ataques ilegítimos indiscriminados en zonas pobladas de Járkov. El 28 de febrero, tres descargas de sistemas de lanzacohetes múltiples alcanzaron la parte norte de la ciudad: mataron al menos a nueve civiles, entre ellos menores de edad, e hirieron al menos a otros 18.
En un ataque lanzado la mañana del 4 de marzo, Olesky Stovba, padre de familia de 41 años, resultó herido por una munición de racimo mientras compraba comestibles en la calle Zaliznychna del distrito de Mala-Danylivka, en Járkov.
Esto es lo que contó a Amnistía Internacional: “Encontramos algo de comida, y estábamos de pie delante de la tienda cuando oí un fuerte ruido. Me volví y vi un montón de fuegos pequeños. Llegaban a la altura de mis rodillas, a unos 50 metros de mí. Me caí, y mi esposa también, y sentí que algo me alcanzaba en la pierna derecha [...] Me bajé los pantalones y vi mucha sangre”.
Los cirujanos le extrajeron más tarde tres fragmentos de la ingle, la pantorrilla y el pie derechos. El investigador sobre armas del Programa de Respuesta a las Crisis de Amnistía Internacional examinó las pruebas físicas en persona, y confirmó que el fragmento más grande pertenecía a una munición de racimo 9N210 o 9N235.
El distrito de Saltivka, en Járkov, también ha sido atacado repetidamente durante el asedio de la ciudad. El Evidence Lab del Programa de Respuesta a las Crisis de Amnistía Internacional verificó 22 incidentes en el distrito, y mostró los daños causados a zonas civiles tales como escuelas, edificios residenciales, mercados de alimentación y una estación ferroviaria, entre el 27 de febrero y el 16 de marzo. Las fotografías de los ataques muestran restos de cohetes Smerch y municiones de racimo en toda la zona.
Un hombre*, que ha estado gestionando un refugio contra bombardeos en Saltivka, contó a Amnistía Internacional: “Se ha convertido en mi nueva realidad: disparos y bombardeos, ayudar a ancianas a salir de los escombros, sin gas, sin agua, sin electricidad. Una vez cada tres días hervimos hielo para tener agua. En el refugio hay 300 personas. La mayoría son ancianas, frágiles, tienen asma, diabetes. Algunas no han salido del refugio en tres semanas. El principal problema en Saltivka es que las personas ancianas mueren por falta de medicinas, por la conmoción, por un ataque cardiaco. Es importante sacarlas y enterrarlas; pronto el tiempo será más cálido y se descompondrán.”
En un refugio de Leópolis, el equipo de investigación de Amnistía Internacional entrevistó a una niña de 16 años que había sido evacuada sola desde Járkov. La organización verificó una foto que muestra los restos de un cohete Uragán de 220 mm que cayó cerca del complejo de apartamentos donde vive su familia, que está cerca de una escuela.
Esta niña dijo a Amnistía Internacional: “El misil cayó por la noche; olí el fuego y sentí los temblores. Toda mi familia, todos, vivimos en el pasillo del edificio de apartamentos desde el primer día de la guerra”.
Amnistía Internacional ya había confirmado anteriormente que las municiones de racimo habían matado a un niño y a otros dos civiles que se refugiaban en un centro preescolar en la Óblast de Sumy, y había documentado un ataque aéreo que había matado a personas que hacían cola para comprar comida en Chérnigov.
Negación de servicios básicos
La comunicación con la población civil en las ciudades sitiadas resulta sumamente difícil a causa de la interrupción de los servicios de telefonía móvil e Internet. Muchas personas pasan la mayor parte del tiempo en refugios subterráneos contra las bombas, donde la cobertura no llega o es muy débil. El acceso a las comunicaciones y a Internet es esencial para la seguridad, y para tener información vital sobre posibles rutas de evacuación.
En las ciudades de Járkov e Izium, los recintos que contienen las torres de televisión fueron dañados por los ataques. La investigación basada en fuentes de acceso público y el análisis de las imágenes de satélite realizados por Amnistía Internacional muestran que el recinto de la torre de televisión de Járkov resultó probablemente dañado entre el 27 de febrero y el 17 de marzo, y se denunciaron cortes del servicio desde el 6 de marzo. Un edificio asociado a la torre de televisión de Izium resultó dañado el 12 de marzo, y sufrió nuevos daños hasta el 20 de marzo. Los informes basados en fuentes de acceso público confirmaron una vez más la interrupción de las emisiones. Muchas personas de edad avanzada dependen de la televisión para recibir noticias e información de emergencia del gobierno.
Amnistía Internacional ya había documentado anteriormente que la población civil de Izium se encuentra al borde de un desastre humanitario, ya que las fuerzas rusas llevan bombardeando la localidad desde que comenzó la invasión.
Impacto sobre las personas en riesgo
El conflicto sigue teniendo un importante impacto en las personas de edad avanzada y las personas con discapacidad, impacto que se ve aún más agravado por las tácticas de asedio.
Alexander Mihta, de 39 años, de Járkov, es diabético y tiene serios problemas para caminar por los daños que la enfermedad le ha causado en los pies. Llevó a su esposa y su hija a la frontera polaca en automóvil, pero luego tuvo que quedarse en Ucrania tras la implementación de la ley marcial. Su edificio de apartamentos en Járkov fue alcanzado por cohetes Smerch, que destrozaron las conducciones de vapor, les dejaron sin calefacción e inundaron las plantas inferiores. El Evidence Lab del Programa de Respuesta a las Crisis de Amnistía Internacional verificó 21 fotos que confirmaron los daños en el edificio residencial. Mihta consiguió escapar más tarde a un refugio en Leópolis con su padre.
Esto es lo que contó a Amnistía Internacional: “Los bombardeos eran cada vez peores. Necesitaba comida, así que salí a comprar. Tengo diabetes y, cuando el bombardeo se intensificó, eché a correr y me torcí la pierna. Traté de llegar al refugio contra las bombas, pero no lo conseguí. Me rompí seis huesos, y los médicos querían amputar”.
Amnistía Internacional también entrevistó a una mujer de 61 años* que se ha quedado en Járkov para cuidar de su madre, de 84 años, que tiene demencia y no puede viajar.
Contó: “Las personas ancianas nos quedamos. Mi madre apenas puede moverse [...] Somos de Luhansk y tuve que traer a mi madre desde allí [...] Nos fuimos al apartamento de mi hija en Járkov y estamos aquí atrapadas. Pasamos fuera una hora de cada 24”.
“Hablo con mi madre. La llevo al cuarto de baño y la ayudo a desvestirse. Tengo que explicarle todo el rato por qué estamos en Járkov, y por qué estamos en el sótano. Tiene demencia y olvida constantemente por qué está en el sótano, así que me paso el día diciéndoselo. Antes tenía una vida decente, podía pasear por el jardín. Eso se acabó.”
Las personas de edad avanzada y con discapacidad, y otros grupos que se enfrentarían a obstáculos y riesgos específicos al huir, deben tener prioridad en la evacuación, conforme establece el derecho internacional humanitario.
La planificación y comunicación de las evacuaciones y los corredores humanitarios seguros también debe abordarse de manera inclusiva, lo que incluye garantizar la accesibilidad de la información, el transporte y los servicios.