Las autoridades rusas han lanzado una campaña de represión sin precedentes en todo el país contra el periodismo independiente, las protestas contra la guerra y las voces disidentes tras la invasión rusa de Ucrania; así lo ha afirmado hoy Amnistía Internacional.
Al bloquear los medios de comunicación críticos más populares, cerrar emisoras de radio independientes y obligar a decenas de periodistas a interrumpir su trabajo o abandonar el país, las autoridades han privado casi por completo a la población rusa de acceso a información objetiva, imparcial y fidedigna. El órgano regulador de los medios de comunicación de Rusia, Roskomnadzor, también ha bloqueado el acceso a Facebook y Twitter.
“Las autoridades rusas llevan 20 años librando una guerra encubierta contra las voces disidentes practicando arrestos de periodistas, tomando medidas drásticas contra salas de redacción independientes y obligando a propietarios de medios de comunicación a imponer la autocensura. Sin embargo, tras la entrada de los tanques rusos en Ucrania, las autoridades han pasado a una estrategia de ‘tierra arrasada’ que ha transformado el paisaje de los medios de comunicación rusos en un erial”, ha manifestado Marie Struthers, directora de Amnistía Internacional para Europa Oriental y Asia Central.
Silenciados los informes críticos y las redes sociales
Desde el principio de la invasión, el órgano regulador Roskomnadzor impuso la censura propia de la guerra para silenciar la disidencia. El 24 de febrero ordenó que todos los medios de comunicación usaran exclusivamente fuentes oficiales que tuvieran el beneplácito del Estado y advirtió que, de no hacerlo, se enfrentaban a penas graves por difusión de “noticias falsas”. Quedó prohibido usar las palabras “guerra”, “invasión” y “ataque” para definir las acciones militares de Rusia en Ucrania.
El 28 de febrero, Roskomnadzor bloqueó Nastoyashchee Vremya (Actualidad), medio subsidiario de Radio Free Europe/Radio Liberty, por difundir información “poco fiable” sobre la invasión. El 1 de marzo, los usuarios de Internet en Rusia ya no podían acceder prácticamente a ningún medio informativo ucraniano.
Los días siguientes, el Kremlin censuró implacablemente un gran número de medios de comunicación independientes, entre ellos la cadena TV Rain, la emisora de radio Echo of Moscow, el sitio web Meduza radicado en Letonia, los medios informativos rusos de postura crítica Mediazona, Republic y Sobesednik, el portal de activismo comunitario Activatica y los servicios de noticias en lengua rusa de la BBC, Voice of America y Deutsche Welle.
El bloqueo de sitios web de noticias y la amenaza de acciones penales también ha motivado el éxodo de periodistas de Rusia. Según el sitio de periodismo de investigación Agentstvo (ya inaccesible en Rusia), al menos 150 periodistas han huido del país desde que comenzó la guerra.
TV Rain decidió suspender sus emisiones por miedo a sufrir represalias. Znak.com, importante canal regional de noticias, interrumpió sus actividades aduciendo temor a la censura. Las emisiones radiofónicas de Echo of Moscow fueron interrumpidas; poco después, sus propietarios, afines al gobierno, decidieron liquidar la empresa. El propio diario Novaya Gazeta, faro del periodismo independiente, dirigido por el premio Nobel de la Paz Dmitry Muratov, anunció el 4 de marzo que iba a eliminar artículos sobre la invasión rusa de Ucrania.
Desde el 1 de marzo, Roskomnadzor ha ralentizado al máximo el tráfico en Twitter y Facebook y ha acusado a dos empresas de difundir información “inexacta” sobre el conflicto en Ucrania. El 4 de marzo fueron bloqueadas ambas plataformas de redes sociales.
“La libertad de prensa en Rusia no ha muerto a pesar de los denodados esfuerzos de sus autoridades. Periodistas valientes continúan su labor esencial, no en salas de redacción sino repartidos por el mundo como profesionales en el exilio. Aunque sus informes no puedan verse en televisión ni escucharse en la radio, su verdad se emite en directo por YouTube. Sus palabras no llenan las páginas de los periódicos pero se difunden al mundo a través de los canales de Telegram. Las actualizaciones vitales de todos estos corresponsales deben difundirse y valorarse”, ha dicho Marie Struthers.
Instrumentalización de las leyes sobre “agentes extranjeros” y “organizaciones indeseables”
Las autoridades rusas han usado también una conocida legislación represiva para acallar los medios de comunicación y las voces disidentes. El 5 de marzo, dos medios de periodismo de investigación —Vazhnye Istorii (Historias importantes) y el Proyecto de Información sobre Crimen Organizado y Corrupción (OCCRP)— fueron declarados “organizaciones indeseables”, lo que criminalizó sus operaciones y les prohibió trabajar en Rusia.
El 9 de marzo se presentó un nuevo proyecto de ley ante la Cámara baja del Parlamento ruso (Duma) para crear un “registro unificado” de todo el personal —antiguo y actual— y la membresía de ONG, asociaciones públicas y entidades mediáticas que fueran declaradas “agentes extranjeros”, así como las personas así declaradas a título personal.
Represión de las manifestaciones contra la guerra
A pesar de la introducción de restricciones draconianas y la feroz respuesta policial a las protestas pacíficas, el movimiento ruso contra la guerra sigue llenando las calles de concentraciones, a pesar de que las autoridades las disuelven de forma inmediata y por medios brutales.
Según OVD-Info, ONG de observación de la actuación policial, alrededor de 13.800 manifestantes pacíficos han sido detenidos arbitrariamente en las concentraciones contra la guerra celebradas en toda Rusia desde el 24 de febrero. Este dato incluye los más de 5.000 que fueron detenidos sólo el 6 de marzo en 70 ciudades.
En Rusia, las personas privadas de su libertad son sometidas sistemáticamente a palizas, humillación y otros malos tratos. Muchas han contado también que no tuvieron acceso a representación letrada y fueron privadas de alimentación, agua o ropa de cama.
En un caso concreto, ocurrido en la comisaría de policía de Brateyevo (Moscú) el 6 de marzo, una manifestante cuenta que un policía le dijo: “Se acabó. Putin está de nuestra parte. Sois enemigos de Rusia. Sois enemigos del pueblo”. Y añadió “vamos a mataros a todos aquí y se acabó, nos darán otra recompensa por hacerlo”, mientras la arrastraban del pelo y le aplastaban una botella de agua de plástico en la cara.
“Las personas valientes que se oponen a la guerra en Rusia corren un gran peligro personal. Cuando salen a la calle —lo que ya constituye un delito a los ojos de las autoridades— y reclaman el fin de la guerra, su mensaje contrasta agudamente con la propaganda del Estado, que los sitúa con firmeza en el punto de mira de las fuerzas de seguridad. Todas estas personas merecen un homenaje por atreverse a alzar la voz contra la injusticia de la invasión”, ha afirmado Marie Struthers.
Difundir “noticias falsas” ahora es delito
El 4 de marzo, el Parlamento ruso aprobó legislación que penaliza aún más el acto de difundir “información falsa” sobre las actividades de las fuerzas armadas rusas o de “desacreditar” a las tropas rusas. Toda persona acusada de cometer estos “delitos” se enfrenta a pagar multas exorbitantes o a cumplir una pena de hasta 15 años de prisión. A lo largo de los tres días siguientes, más de 140 personas fueron detenidas en aplicación de la nueva ley, que en la práctica prohíbe la palabra “guerra” y los llamamientos en favor de la “paz”.
“En tiempos tan difíciles como estos, sólo con solidaridad y buena voluntad es posible hacer frente a la ola de violencia estatal y el desgobierno reinante. Pedimos a las autoridades rusas que pongan fin a su incesante ataque contra periodistas y organizaciones de la sociedad civil. Y pedimos a la comunidad internacional que ofrezca todo el apoyo posible a periodistas, activistas y personas defensoras de los derechos humanos en Rusia que siguen dando a conocer la verdad y alzando la voz contra la injusticia a pesar de sufrir terriblemente por su causa”, ha dicho Marie Struthers.