“Los Yakye Axa pueden reconstruir ahora una comunidad segura y estable y vivir de acuerdo con su cultura, a salvo de los peligros que ha corrido durante demasiado tiempo en los precarios campamentos al borde de la carretera”, ha señalado Guadalupe Marengo, directora adjunta del Programa de Amnistía Internacional para América. Amnistía Internacional se congratula del acuerdo alcanzado entre las autoridades paraguayas y el propietario de unas tierras de la región central del país que permitirá la reconstrucción con seguridad y dignidad de una comunidad indígena desplazada.
La comunidad indígena Yakye Axa lleva casi dos decenios librando una batalla legal por sus tierras ancestrales, mientras alrededor de 90 familias se han visto obligadas a vivir en condiciones de miseria a lo largo de una carretera próxima. Hace años sus tierras fueron ocupadas por particulares. Las familias indígenas acabaron dispersas entre fincas ganaderas privadas, víctimas en muchos casos de explotación y malos tratos.
“La comunidad está muy feliz. Los jóvenes que van a construir ahora un futuro nuevo, y los ancianitos, después de luchar tantos años, están muy animados”, ha manifestado Julia Cabello, abogada y directora de Tierraviva, ONG paraguaya que trabaja por los derechos de los Yakye Axa y otras comunidades del grupo étnico Enxet.
Una vez que los Yakye Axa se hayan reasentado, en virtud del fallo de la Corte Interamericana de 2005, las autoridades paraguayas deberán también crear un fondo de 950.000 dólares estadounidense para el desarrollo de la comunidad. El fondo está destinado a proyectos educativos, de vivienda, agrícolas y de salud, así como al suministro de agua potable y saneamiento.