Amnistía Internacional ha declarado hoy que el uso ilegítimo por las Fuerzas de Seguridad Interna (ISF) de balas de goma causó heridas a cientos de manifestantes, algunos de los cuales sufrieron lesiones graves, en uno de los fines de semana más violentos desde que comenzaron las protestas en Líbano. Ante la probabilidad de que continúen las protestas en las próximas semanas, el recién formado gobierno de Líbano debe dar prioridad, con carácter urgente, a poner freno a las fuerzas de seguridad e investigar el uso ilegítimo y excesivo de la fuerza, las palizas, las amenazas de violación y las detenciones arbitrarias de manifestantes para evitar que se repitan.
Amnistía Internacional entrevistó a 13 testigos presenciales, dos profesionales de la medicina entre ellos, y analizó decenas de imágenes y vídeos que corroboraban los testimonios y las conclusiones, además de estudiar las declaraciones oficiales relacionadas con estos sucesos.
Los datos recabados muestran que la policía antidisturbios de las ISF usó balas de goma a corta distancia, además de un cañón de agua, gas lacrimógeno y golpes con porras cuando trataban de dispersar a quienes se manifestaban en Beirut el sábado y el domingo. La policía detuvo arbitrariamente a decenas de manifestantes y al menos dos mujeres confirmaron a Amnistía Internacional que agentes de policía las habían amenazado con violarlas. La Cruz Roja libanesa anunció que al menos 409 manifestantes habían resultado heridos durante las dos noches, cuando la policía antidisturbios se enfrentó a quienes protestaban.
“El grado de violencia policial documentado el sábado y el domingo no tenía precedentes e indicaba una clara intensificación por parte de las autoridades. Durante las dos noches más violentas desde que comenzaron las protestas en Líbano hace casi cien días, las fuerzas de seguridad apuntaron con balas de goma a la parte superior del cuerpo de quienes se manifestaban y lanzaron gas lacrimógeno y usaron un cañón de agua a corta distancia, todo lo cual causa lesiones concretas a las personas”, afirmó Heba Morayef, directora regional de Amnistía Internacional para Oriente Medio y el Norte de África.
“El nuevo titular del Ministerio del Interior debe poner freno inmediatamente a las ISF y ordenarles que cumplan las normas internacionales y respeten el derecho de reunión. Los actos de violencia cometidos por una minoría de manifestantes no justifican una dispersión violenta, sino que deberían haber sido abordados de forma selectiva. Las autoridades judiciales tienen ahora un papel crucial a la hora de investigar los sucesos del fin de semana y proporcionar un resarcimiento a las víctimas, así como de transmitir con firmeza que no se tolerará esta violencia”.
Durante el fin de semana, el director general de las ISF, Emad Othman, y la entonces ministra del Interior provisional Raya Haffar al Hassan afirmaron que el uso de la fuerza había sido en respuesta a actos de “violencia y vandalismo que manifestantes no pacíficos” estaban cometiendo contra miembros de las ISF y bienes públicos y particulares. Según su versión, la noche del 18 de enero, debido a estos actos, habían resultado heridos 142 soldados, siete agentes y tres heridos graves entre ellos. Durante las protestas del sábado, la ministra Al Hassan hizo una declaración pidiendo a los “manifestantes pacíficos” que salieran de la plaza donde se celebraba la protesta para “no ser heridos”.
Según testigos presenciales y vídeos publicados en Internet, algunas decenas de manifestantes lanzaron a la policía antidisturbios piedras, petardos, señales de tráfico y plantas que había en la calle con el fin de pasar al otro lado de las barricadas y acercarse más al Parlamento. Sin embargo, como ha aclarado el relator especial de la ONU sobre los derechos a la libertad de reunión pacífica y de asociación, el hecho de que una minoría de manifestantes cometa actos de violencia a título individual no convierte toda una protesta en un acto no pacífico ni justifica su dispersión forzosa.
El 18 de enero, la Cruz Roja libanesa prestó atención médica a 140 manifestantes en el terreno e informó de que se había trasladado al hospital a otros 169 con lesiones como asfixia, heridas graves y extremidades rotas. Al día siguiente, la entidad informó de otras 100 personas heridas.
“Este alarmante grado de violencia de las fuerzas de seguridad debe detenerse de inmediato y los responsables deben responder de sus actos sin demora”
Heba Morayef, Amnistía Internacional
Uso ilegítimo de balas de goma
Las fotos, vídeos, testimonios e historiales médicos que ha analizado Amnistía mostraban que la policía antidisturbios había disparado a menudo directamente a la multitud a la altura del pecho y que muchas de las heridas de los manifestantes estaban en la parte superior del cuerpo, concretamente en ojos, cuello, pecho, brazo y estómago. En algunos casos, la policía disparó a los manifestantes a corta distancia, lo que indica que disparaban para herir.
Según las normas y directrices internacionales sobre el uso de la fuerza, las balas de goma sólo pueden emplearse como medio selectivo para parar a personas que están cometiendo actos violentos contra otras personas porque pueden causar lesiones graves. Además, a fin de reducir al mínimo las heridas, como norma general, sólo pueden dirigirse a la parte inferior del cuerpo y nunca han de usarse como medio general para dispersar una multitud.
Michel Razzouk, de 47 años, dijo a Amnistía Internacional que, la noche del 18 de enero, le habían disparado a corta distancia y que luego un grupo de policías antidisturbios empezó a pegarle.
“Sentí que me había impactado algo que me dejó sin respiración. Sentí como que me caía encima un peso enorme y no sabía qué me estaba pasando. Un tipo me había disparado directamente al estómago; estaba a unos cuatro o cinco metros. No estoy seguro de que los demás policías se dieran cuenta siquiera de que me había disparado, y empezaron a pegarme. Me sentía paralizado y no podía moverme; fue entonces cuando me di cuenta de que me pasaba algo. Me decían: ‘de pie, de pie’, pero no podía levantarme. Me pegaron durante unos 15 minutos hasta que se dieron cuenta de que algo pasaba”.
Mientras estaba inmovilizado en el suelo con la herida, un agente ordenó que lo detuvieran y se lo llevaran. Pero entonces intervino un equipo de protección civil que finalmente logró llevar a Michel al hospital. Amnistía Internacional obtuvo imágenes de la extracción de la bala de goma del estómago de Michel con el cartucho intacto, lo que indica que había sido disparada a corta distancia.
Otro manifestante, Jean George Prince, fue herido por una bala de goma el 18 de enero. Dijo a Amnistía Internacional que estaba protestando pacíficamente, cerca del hotel Le Grey, cuando una bala de goma le alcanzó en la cara. Sufrió una laceración completa del labio inferior y fue sometido a cirugía reconstructiva.
“Éramos manifestantes pacíficos, estábamos en una fila delante de la policía antidisturbios. No estábamos yendo hacia ellos. Estaban a sólo cuatro o cinco metros [...] Vi a uno de ellos disparando y apuntando directamente a la gente. Vi a un tipo que recibió un disparo a mi lado. Luego recibí un disparo en la cara que me tiró de espaldas [...] Nos hirieron a tres [...] Yo tengo más de 50 puntos de sutura dentro y fuera de la boca y en la barbilla después de cuatro horas de cirugía”, dijo a la organización.
Una manifestante que no quiso que se hiciera público su nombre contó a Amnistía Internacional que participaba en las protestas el 19 de enero, cerca de la plaza de Nejmeh, cuando vio a un miembro de la policía antidisturbios apuntándole directamente a corta distancia. Cuando trató de huir, una bala de goma le desgarró una oreja.
“Estaba allí, de pie. No había nadie a mi lado. No había otros manifestantes realizando actos violentos ni había ningún peligro inmediato. Lo vi [al soldado] salir de detrás de un muro. Me miró a los ojos y me apuntó con su arma [...] Una bala de goma pasó justo junto a mi oreja izquierda. Me desgarró la oreja y no podía oír [...] También tenía hinchado el lado izquierdo de la cara. En el servicio de urgencias, y cuando me estaban cosiendo la oreja, dos miembros de las ISF entraron en la habitación preguntándome mi nombre. No se lo di [...] Estaban apuntando los nombres de todos los manifestantes heridos que habían ingresado en el AUH [Hospital de la Universidad Estadounidense].”
Amnistía Internacional entrevistó también a tres testigos presenciales que informaron de la que policía antidisturbios les había disparado directamente balas de goma el sábado por la noche, cuando corrían hacia la calle Gemmayzeh para huir de la zona.
Un cirujano [que ha pedido que no se revele su nombre] que intervino en varias operaciones en el hospital de Hotel Dieu explicó que habían tratado cuatro casos de heridas de bala de goma en la cabeza, una de cuyas víctimas perdió la vista de forma permanentemente.
Detenciones, palizas y amenazas de violación
El Comité de Abogados Defensores de Manifestantes confirmó que la noche del 18 de enero, las fuerzas de seguridad habían detenido al menos a 43 manifestantes y los había trasladado a la comisaría de El Helou. Once fueron puestos en libertad esa misma noche y el resto, a la mañana siguiente. Las ISF se quedaron con sus teléfonos móviles, alegando que se había dictado una orden judicial a tal fin.
El Comité de Abogados dijo en sus redes sociales que las personas que protestaban habían sido golpeadas durante la detención, durante el traslado a la comisaría y dentro de la comisaría de El Helou. Según informes, la policía las pegó con manos y porras, las insultó y las amenazó con violencia física y sexual.
Un vídeo difundido ampliamente en las redes sociales muestra a la policía golpeando a los manifestantes a medida que salían de los vehículos de las ISF, dentro de la comisaría de policía de El Helou. El director de las ISF prometió abrir una investigación sobre este incidente concreto.
Amnistía Internacional habló con una manifestante [que ha pedido que no se revele su nombre] que presenció la detención arbitraria de un amigo suyo el sábado por la noche en la calle Pasteur de Beirut. Cuando preguntó a los policías a dónde se lo llevaban, la insultaron y la amenazaron con detenerla y violarla.
Shatha Hassanieh, detenida el sábado por la noche, contó a Amnistía Internacional que estaba en Saifi, en el centro de Beirut, cuando la policía antidisturbios la detuvo sin cargos hacia las 8.30 de la noche; la pusieron en libertad unas horas después, a las 12.30 de la madrugada.
Shatha explicó: “Cuando iba andando con el agente, se me acercaron otros de una forma agresiva para asustarme y me amenazaron con pegarme. Uno de ellos dijo: ‘van a violarte dentro’. Cuando llegamos al vehículo, los vi pegando a varios manifestantes detenidos”. Añadió: “En la comisaría de Helou, los vi pegar a cada manifestante detenido que salía del vehículo. Me tuvieron en una sala aparte durante media hora. No podía ver a los demás detenidos, pero les oía gritar”.
“Este alarmante grado de violencia de las fuerzas de seguridad, sobre todo de la policía antidisturbios, debe detenerse de inmediato mediante una orden clara y transparente, y los responsables de esta constante de violencia deben responder de sus actos sin demora y de un modo que garantice un resarcimiento efectivo a las víctimas. En ausencia de una investigación rápida, exhaustiva, independiente, transparente e imparcial sobre las violaciones de derechos perpetradas el pasado fin de semana, lo que hemos visto seguirá ocurriendo y exacerbando una situación política ya inestable”, concluyó Heba Morayef.
El 21 de enero de 2020, Marta Hurtado, portavoz del alto comisionado de las Naciones Unidas para los derechos humanos expresó preocupación por el aumento en los últimos días del número de enfrentamientos violentos en Líbano y pidió a las autoridades que llevaran a cabo una investigación rápida, exhaustiva, independiente, transparente e imparcial sobre las denuncias de violencia policial.