Una nueva y exclusiva investigación visual de Amnistía Internacional y SITU Research revela que las fuerzas de seguridad iraquíes tenían intención de matar o mutilar gravemente a decenas de manifestantes cuando dispararon granadas de uso militar directamente contra la multitud en las calles de Bagdad el pasado octubre y posteriormente.
El sitio web interactivo de las organizaciones, Smokescreen – Iraq’s use of military-grade tear gas grenades to kill protesters (Cortina de humo: Irak emplea granadas de gas lacrimógeno de uso militar para matar a manifestantes), contiene una reconstrucción 3D de episodios mortales grabados en vídeo alrededor de la plaza de Tahrir y el puente de Jimhouriya, en la capital. Se sabe que estas inconfundibles granadas han herido mortalmente al menos a dos docenas de manifestantes en esa zona desde octubre de 2019.
Las simulaciones balísticas y los análisis espaciales que se presentan en el sitio web Smokescreen demuestran que los proyectiles se dispararon con intención de matar o causar lesiones graves.
“Hay pruebas abrumadoras que apuntan a un uso sistemático y deliberado de estas pesadas granadas de humo y gas lacrimógeno por las fuerzas de seguridad para matar, y no dispersar, a manifestantes, lo que constituye una violación directa del derecho internacional de los derechos humanos”, ha manifestado Brian Castner, asesor general para respuesta a las crisis de Amnistía Internacional sobre operaciones militares y armamentísticas.
“Las fuerzas de seguridad conocían la capacidad mortífera de estas armas atroces y, sin embargo, continuaron disparando a discreción, lo que causó una cadena de al menos dos decenas de muertes terribles.”
“Los vídeos analizados para este informe muestran claramente una constante de uso de fuerza excesiva y medios letales contra civiles iraquíes. Es imprescindible analizar estas armas en relación con los espacios urbanos donde son desplegadas; esta investigación visual rastrea la actividad del arma en relación con las calles, plazas y espacios de reunión donde ha habido tantas víctimas mortales”, ha afirmado Brad Samuels, socio fundador de SITU Research.
Diseño letal
El nuevo análisis entronca con una investigación anterior de Amnistía Internacional en la que, por primera vez, se determinó que las inconfundibles granadas —en ocasiones apodadas “ahumadoras” por los manifestantes— eran de dos tipos, basados en granadas militares de gran potencia explosiva diseñadas para el combate, como las granadas M99, del fabricante serbio Sloboda Ĉaĉak, así como las granadas de gas lacrimógeno M651 y las granadas de humo M713, fabricadas por la Organización de Industrias de la Defensa de Irán. Investigadores independientes sobre armamento lo confirmaron posteriormente.
Estas granadas pesan unos 250 gramos, hasta 10 veces más que los botes de gas lacrimógeno habituales. Sin embargo, se disparan con casi la misma velocidad de salida —velocidad a la que salen despedidas del lanzagranadas—, lo que significa que la fuerza del impacto es considerablemente mayor, sobre todo si se disparan con un ángulo de elevación bajo.
Los pesados proyectiles metálicos causaron muertes terribles al atravesar con esta fuerza el cráneo y el cuerpo de manifestantes; a menudo, el chorro de humo continuaba saliendo por las heridas abiertas. Las imágenes de las víctimas mortales eran de las más descarnadas que había visto el experimentado equipo investigador de Amnistía Internacional encargado de verificar los vídeos.
SITU Research utilizó un modelo digital para simular el disparo de una de estas granadas contra gel balístico (análisis que habitualmente realizan expertos forenses y especialistas en armas para comprobar el tipo y la gravedad de las heridas causadas por balas y otros proyectiles). El impacto de la granada en el gel era notablemente similar al de un proyectil de escopeta de calibre 12 específicamente destinado a la caza. En otras palabras, cuando se disparan directamente contra un objetivo con un ángulo bajo, estas granadas “menos letales” tienen exactamente la misma capacidad mortífera que la munición pesada expresamente diseñada para matar.
Intención de matar, no de dispersar
Examinando vídeos verificados de la escena grabados por testigos, el Evidence Lab del Programa de Respuesta a la Crisis de Amnistía Internacional y SITU Research han reconstruido el despliegue de estas armas por las fuerzas de seguridad iraquíes.
En múltiples vídeos grabados desde posiciones estratégicas en el puente de Jimhouriya o en sus inmediaciones, pueden verse efectivos de seguridad enmascarados que, posicionados en barricadas o en un barco patrulla, disparan las granadas con ángulo bajo directamente contra un gran número de manifestantes concentrados cerca de allí. En otras imágenes se ve cómo las granadas pasan a gran velocidad junto a las cabezas de manifestantes.
Mediante el examen de vídeos de testigos y la recopilación de testimonios de manifestantes y personal médico, Amnistía Internacional ha documentado más de dos docenas de muertes causadas por estas pesadas granadas desde que comenzaron las protestas en octubre. Dado que la investigación se basaba en verificar las imágenes de vídeo disponibles y contrastarlas con los testimonios recabados sobre el terreno, el número real podría ser muy superior.
Tras una pausa en su uso a finales de noviembre y en diciembre, salieron a la luz imágenes que demostraban que estas granadas habían vuelto a utilizarse en enero y febrero de 2020.
Uso excesivo de la fuerza
Desde el 1 de octubre de 2019, en todas las manifestaciones celebradas en Bagdad y en las gobernaciones del sur del país, Amnistía Internacional ha documentado el uso de fuerza excesiva —y, en varios cientos de casos, letal— por las fuerzas de seguridad para dispersar a manifestantes de otras muchas formas. Esto incluye el uso de munición real, rifles de caza y escopetas de postas y perdigones por pistoleros enmascarados y francotiradores, el uso de porras para infligir graves palizas y muchos ejemplos más de uso inadecuado e ilegítimo de las armas.
A pesar de este uso de la fuerza generalizado y arbitrario, que ha incluido cientos de homicidios, no se ha hecho prácticamente nada para obligar a las fuerzas de seguridad iraquíes a rendir cuentas.
“Este nuevo análisis viene a reforzar nuestro convencimiento de que no cabe un uso legítimo de estas municiones en el control policial de manifestaciones. Las autoridades iraquíes deben suspender de inmediato el uso de estas granadas, y es preciso llevar a cabo investigaciones independientes e imparciales sobre su uso y sobre el patrón general de violaciones de derechos humanos que ha causado cientos de muertes y miles de lesiones durante las protestas”, ha dicho Brian Castner.
Si desean más información sobre la metodología de esta investigación y ver el sitio web interactivo, visita este enlace.