Al menos nueve personas, entre ellas cuatro niños, fueron separadas de sus familias por la policía húngara durante la rotura de una valla fronteriza en Röszke. Todas ellas deben quedar de inmediato en libertad y reunirse con sus familias. Así lo ha declarado Amnistía Internacional hoy. Se desconoce su paradero exacto, pero se cree que las han llevado a un edificio cercano de control de fronteras. “Las familias están desesperadas por reunirse con sus hijos. Estos niños no sólo han sufrido el traumático viaje hasta la frontera y el uso de la fuerza por parte de la policía, sino que ahora han perdido la seguridad de estar con sus padres. Las autoridades húngaras deben entregárselos de inmediato a sus familias", ha manifestado Tirana Hassan, directora de respuesta a las crisis de Amnistía Internacional, que se encuentra en el lugar de los hechos. El suceso tuvo lugar cuando los refugiados se lanzaron hacia delante y rompieron una valla fronteriza. La policía inicialmente respondió utilizando pulverizador de pimienta, lo que desató el pánico. Algunas personas huyeron del lugar, mientras varias mujeres y niños yacían en el suelo. Según dijeron testigos presenciales a Amnistía Internacional, la policía húngara levantó a una madre con su hijo y se los llevó. El padre de un niño de ocho años explicó a Amnistía Internacional:
“Me arrebataron a mi hijo mientras lo agarraba de la mano, y desde entonces estamos separados.”Amnistía Internacional vio a la unos policías húngaros caminar hacia el padre de otros dos niños, de seis y ocho años, que pedía ayuda para encontrarlos. Los policías lo empujaron a él y a un miembro del personal de la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) y los pincharon con una porra en la espalda.