Los periodistas suelen ser "blancos fáciles". Mientras la mayoría de las personas civiles que enfrentan una situación de peligro tratan de ponerse a salvo, los periodistas hacen exactamente lo contrario. La labor del periodista es informar, y eso a menudo significa que, cuando la mayoría de las personas huyen del peligro, los periodistas se cruzan con ellas en la carretera mientras se dirigen hacia los combates.
Es fácil olvidar que aun así los periodistas también son civiles. Insensatos, a veces incluso temerarios, pero civiles que gozan de la misma protección en virtud del derecho internacional que cualquier otra persona civil.
Dispararles, atentar contra ellos con bombas, tomarlos como rehenes, encarcelarlos deliberadamente sólo por hacer su trabajo, son actos delictivos. Y cuando estas violaciones de derechos humanos contra periodistas se cometen en un conflicto armado, constituyen infracciones graves de los Convenios de Ginebra; en otras palabras, son crímenes de guerra.
En el 2006 las muertes de periodistas y trabajadores de los medios de comunicación alcanzaron niveles históricos, pues según datos de la Federación Internacional de Periodistas (FIP) se produjeron al menos 155 asesinatos y fallecimientos por causas desconocidas. El 23 de diciembre, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas adoptó una resolución en la que condenaba los ataques deliberados contra periodistas, profesionales de los medios de comunicación y personal asociado en situaciones de conflicto armado y pedía a todas las partes que pusieran fin a estas prácticas.
No obstante, en todo el mundo, tanto en la guerra como en la paz, demasiados pocos Estados se toman en serio sus obligaciones. En situaciones de conflicto abierto, como en Irak y Afganistán, en lugar de ofrecer protección frente a los graves peligros que arrostran los periodistas, las autoridades restringen su capacidad para informar libremente.
La libertad de expresión está consagrada en el artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. La prensa libre es esencial para la libertad de expresión y es igualmente importante como actor clave en la protección de todos los derechos humanos. Toda la sociedad paga un precio cuando se mata a periodistas con impunidad y cuando la censura y el miedo ahogan la expresión. Estas son las condiciones que permiten que crezcan el abuso de poder y la injusticia.
Situaciones de conflicto Según los informes, en Irak, al menos 84 periodistas y trabajadores de los medios de comunicación murieron en el 2006, lo que eleva el total a al menos 139 fallecimientos como mínimo desde la invasión de Irak en marzo de 2003. Algunos perdieron la vida a manos de las tropas estadounidenses y las fuerzas iraquíes mientras informaban de los combates entre estas tropas y los rebeldes, pero la mayoría de las muertes fueron obra de grupos armados que se oponen al gobierno y a la presencia de tropas extranjeras, o de miembros de las milicias de los grupos religiosos chiíes.
El 22 de febrero fueron secuestrados Atwar Bahgat, corresponsal de la cadena de televisión Al 'Arabiya, y sus colegas Khaled Mahmoud al-Falahi y 'Adnan Khairallah. Sus cuerpos aparecieron al día siguiente cerca de Samarra. El 26 de marzo de 2006, el periodista independiente Kamal Manahi Anbar murió por disparos de las fuerzas iraquíes durante un enfrentamiento con los rebeldes. El tiroteo se produjo cerca de una mezquita chií, en el distrito de Ur de Bagdad.
Según informes, las fuerzas iraquíes, respaldadas por el ejército estadounidense, abrieron fuego después de que se efectuaran varios disparos desde un edificio contiguo a la mezquita. Los civiles corrieron para protegerse; también lo hizo Anbar, que fue hallado con varios disparos en la cara y el cuello.
El 12 de octubre, un grupo de pistoleros enmascarados mató a 11 personas e hirió a otras dos en la sede en Bagdad del canal de televisión por satélite Al Shaa'abiya, en el distrito de Zayouna, en Bagdad oriental.
En Afganistán, el deterioro de la situación de la seguridad ha convertido la intimidación, el hostigamiento y la violencia en una realidad cotidiana para los periodistas y defensores de derechos humanos afganos. El periodista afgano Ajmal Naqshbandi fue secuestrado en marzo junto con el reportero italiano Daniele Mastrogiacomo y su conductor afgano, Sayed Agha. Mientras Daniele Mastrogiacomo fue liberado en un intercambio de prisioneros, sus captores asesinaron a Ajmal Naqshbandi y a Sayed Agha.
El gobierno y el recién instituido Parlamento han hecho intentos de limitar las informaciones que puedan ofrecer una mala imagen del gobierno y la legislatura afganos. Por ejemplo, la Dirección de Seguridad Nacional (los servicios de inteligencia afganos), emitió un decreto el 18 de junio de 2006 para tratar de limitar las informaciones sobre la situación de la seguridad en deterioro. El gobierno y el Parlamento afganos están debatiendo desde finales de 2006 la revisión de una ley sobre medios de comunicación que debilitaría gravemente la libertad de expresión y a los medios de comunicación en Afganistán.
Impunidad Los periodistas corren peligro no sólo en las situaciones de conflicto abierto. En México, por ejemplo, han sido asesinados al menos 11 periodistas desde principios de 2006 y otros han sido secuestrados. Los periodistas que informan de la corrupción y las actividades de las redes del crimen organizado corren especial riesgo.
El Estado ha reconocido los crecientes ataques contra periodistas en todo el país y el hecho que las autoridades no están haciendo que los responsables rindan cuentas de sus actos, pero a pesar de la creación de la Fiscalía Especial para la Atención de Delitos Cometidos contra Periodistas en febrero de 2006, estos crímenes se cometen con total impunidad.
La represión del Estado A menudo se considera irritantes a los periodistas: publican noticias que ponen en evidencia a los gobiernos, dan voz a la oposición y a los activistas, denuncian violaciones de derechos humanos y otros abusos de poder. Aunque los periodistas no sean por sí mismos disidentes, el hecho de que escriban sobre la disidencia y de las cuestiones que causan disidencia los convierten en blanco de los gobiernos que quieren reprimir esa misma disidencia.
En Rusia, donde el asesinato de la periodista de derechos humanos Anna Politkovskaya puso de relieve la situación de la libertad de prensa en ese país, informar sobre violaciones de derechos humanos y de la disidencia es, en el mejor de los casos, difícil, y a menudo arriesgado. Los periodistas que han informado de las recientes "marchas de disidentes" han sido detenidos y varios periódicos han recibido advertencias por publicar información sobre movimientos de la oposición y dar voz a opiniones disidentes. Una organización de derechos humanos ha sido clausurada por publicar declaraciones no violentas de representantes de líderes separatistas chechenos.
Los servicios de inteligencia de Nigeria han atacado a los medios de comunicación poniendo fin a programas, requisando grabaciones, intimidando, deteniendo o propinando palizas a periodistas demasiado críticos hacia el gobierno y el presidente. En el periodo previo a las elecciones de abril , al menos dos periodistas perdieron la vida en la violencia política que se extendió en todo el país. En el contexto de las manifestaciones multitudinarias del 1 de mayo de 2007, organizadas para protestar contra las irregularidades cometidas durante las elecciones, los medios de comunicación locales informaron de que la policía dio una paliza a un cámara y que la agresión le provocó el coma. La policía también amenazó con sus armas de fuego a otros periodistas. En otro incidente, los informes indican que 15 periodistas fueron rescatados de un intento de linchamiento a manos de un grupo de simpatizantes de un partido político.
En Cuba, trabajar para una agencia de noticias no oficial también provoca problemas, como descubrió Pablo Pacheco en marzo de 2003. Tras un periodo de aparente apertura y permisividad, las autoridades desataron una oleada de represión sin precedentes contra el movimiento disidente de la isla. Pacheco, que trabaja para una agencia llamada Cooperativa Avileña de Periodistas Independientes, fue una de las 75 personas condenadas durante este periodo ; condenado a 20 años de prisión, sigue en la cárcel. Pablo Pacheco es uno de los 13 periodistas cubanos encarcelados a los que Amnistía Internacional ha reconocido como preso de conciencia.
Los trabajadores de los medios de comunicación de Zimbabue viven con el temor constante de ser detenidos, torturados o asesinados por informar sobre la crisis de derechos humanos que afecta a este país. Gift Phiri, periodista detenido en Harare el 1 de abril de 2007 que permaneció cuatro días recluido, recibió una brutal paliza mientras estaba bajo custodia de la policía. Otro periodista, Edward Chikomba, fue secuestrado de su domicilio el 31 de marzo de 2007 y asesinado. Su cuerpo apareció dos días después con magulladuras que indicaban que sus secuestradores le habían agredido brutalmente.
Los trabajadores de los medios de comunicación que critican las políticas del gobierno han sido objeto de leyes represivas como la Ley de Acceso a la Información y Protección de la Intimidad, promulgada en el 2002, que el gobierno utilizó para clausurar periódicos de propiedad privada y negar a los periodistas la inscripción en el registro para ejercer su profesión.
Los periodistas suelen ser acusados injustamente de delitos comunes con el fin de perseguirlos por su trabajo. Sakit Zahidov, conocido periodista de la oposición de Azerbaiyán, fue encarcelado por posesión de drogas ilegales , cargo que Amnistía Internacional considera "cuestionable". Teniendo en cuenta que no recibió un juicio justo, la organización teme que haya sido encarcelado sólo por ejercer pacíficamente su derecho a la libertad de expresión.
Para los periodistas de algunos países, el mero contacto con el mundo exterior puede tener repercusiones graves. El periodista iraní Ali Farahbakhsh fue detenido el 27 de noviembre de 2006 , tras regresar de una conferencia patrocinada por una ONG en Bangkok sobre gobiernos y medios de comunicación. Según los informes, el 26 de marzo de 2007 un Tribunal Revolucionario de Teherán lo condenó a tres años de prisión y al pago de una multa de aproximadamente 71.000 dólares por espionaje y "recibir dinero de extranjeros", en relación con su participación en dicha conferencia.
Posiblemente el caso más famoso del mundo es el del periodista chino Shi Tao , detenido en 2004 por enviar un mensaje electrónico a un sitio web extranjero y acusado de "divulgar ilegalmente secretos de Estado en el exterior". El mensaje describía unas instrucciones que el Departamento de Propaganda del Partido Comunista Chino les había enviado a él y a otros periodistas sobre cómo debían informar de los actos de conmemoración del aniversario de la matanza de la plaza de Tiananmen. En el 2005 fue condenado a 10 años de prisión en un juicio injusto. Amnistía Internacional ha adoptado a Shi Tao como preso de conciencia.
En los últimos meses, las autoridades chinas han intentado endurecer más los controles sobre Internet. Esto ha ido seguido de nuevas medidas de censura sobre ciertos sitios web, blogs y artículos. Por ejemplo, en marzo fue clausurado www.ccztv.com, un sitio web que retransmitía noticias por Internet.
Periodistas atrapados en el conflicto y el caos A veces los periodistas se convierten en víctimas de la represión sólo por ser quienes son y no por lo que dicen o escriben. Alan Johnston, periodista de la BBC secuestrado por unos pistoleros el 12 de marzo de 2007 , se ha convertido en símbolo de los peligros que arrostran los periodistas en las zonas en conflicto. A pesar de que es aceptado y respetado en Gaza, fue secuestrado aparentemente sólo por ser un extranjero famoso. Desde su secuestro, los periodistas extranjeros han dejado de entrar en Gaza y la crisis humanitaria que padece este lugar del mundo ha desaparecido de la agenda informativa internacional.
La resolución del Consejo de Seguridad muestra que hay un creciente reconocimiento mundial del grave problema que representa el trato del que son objeto los periodistas en todo el planeta. Lo que hace falta ahora es una acción mundial para protegerles y proteger la libertad de prensa.