Amnistía Internacional ha condenado hoy la dura represión desatada contra manifestantes pacíficos en la capital tibetana, Lhasa. Según testigos presenciales, el 11 de marzo la policía china utilizó gases lacrimógenos y picanas eléctricas para dispersar a 500 manifestantes que pedían la libertad de otros monjes detenidos en las protestas del día anterior.
Según informes, el 10 de marzo, 11 manifestantes –nueve monjes entre ellos– recibieron una brutal paliza y fueron detenidos frente a Tsuklakhang, el templo principal de Lhasa. Los detenidos habían estado manifestándose para conmemorar el 49º. aniversario de la huida del Dalai Lama del Tíbet tras su fallida rebelión contra el gobierno chino. En toda la capital han sido detenidos alrededor de 50 monjes más.
“Los manifestantes tienen el derecho a protestar pacíficamente. China viola las normas internacionales de derechos humanos al negarles la libertad de reunión y la libertad de expresión–, ha declarado Tim Parritt, director adjunto del Programa de Asia y Oceanía de Amnistía Internacional–. Amnistía Internacional condena los abusos contra los derechos humanos dondequiera que se produzcan: sea en las calles de Pekín o en las montañas del Tíbet.”
Amnistía Internacional pide a China que ponga en libertad de inmediato a todas las personas detenidas por ejercer pacíficamente sus derechos.