¿En qué momento se acaba la chispa de denuncia en el interior de un periodista? En México he aprendido que es lo último que se apaga, y por eso los canallas deciden asesinarlos.
Junto con Siria, México se ha convertido en el país más violento para los periodistas en todo el mundo, con 12 periodistas asesinados en 2017. Otros tres han sido asesinados en lo que va de 2018.Al último, Leobardo Vázquez Atzin, le dieron un balazo afuera de su casa el pasado 22 de marzo en Gutiérrez Zamora, en el estado de Veracruz.
Leobardo tenía 13 años de experiencia y había fundado su propia página informativa en Facebook, para tener independencia editorial. Dedicó los últimos meses de su vida a denunciar que una supuesta organización ecologista estaba apropiándose de grandes terrenos en el norte de su estado y dañando zonas protegidas, y que ya había recibido amenazas. Decidió no callarse a pesar de vivir en el estado más peligroso para los periodistas en México.
Pero antes de que le llegara la violencia de los criminales, a Leobardo le llegó otra violencia, la económica, la que ha arrasado con los periodistas ante la crisis de la industria informativa. Leobardo, por ejemplo, tuvo que abrir una tienda de abarrotes, una pequeña carnicería y un puesto de tacos para complementar sus ingresos.
Cada vez que salgo a reportear fuera de la capital mexicana, donde he vivido casi toda mi vida, me topo con compañeros que apenas tienen para comer porque les pagan menos de 100 pesos el día, unos cinco dólares. Ellos se convierten ante mis ojos en superhéroes porque con estos sueldos sacan adelante a sus familias y siguen contando lo que está mal en donde viven, aunque por las noches manejen un taxi o vendan comida.
Esta precariedad laboral se ha documentado muy poco a pesar del esfuerzo constante de organizaciones internacionales por gritarlo al mundo, como Reporteros sin Fronteras y el Comité de Protección a Periodistas, quienes acompañan a los familiares de los periodistas asesinados o amenazados. Hay una cruel verdad detrás: la sociedad ha dejado solos a los periodistas en México, sacrificando quienes trabajan sin una paga decente, por la razón que sea. Las autoridades mexicanas tampoco hacen lo suficiente para protegerlos. Se tardaron casi un año en capturar a uno de los supuestos asesinos de Javier Valdez, el periodista sinaloense con fama internacional por contar cómo el gusto por el dinero fácil estaba acabando con todo en la tierra de los grandes capos del narcotráfico mexicano. Lo mataron con 12 disparos el 15 de mayo de 2017, en una calle de Culiacán, la capital de Sinaloa. Según la investigación, los asesinos recibieron como paga una pistola plateada con una imagen referente al cartel responsable. Yo sólo hablé cara a cara con Javier una vez, en noviembre de 2015, cuando me enviaron a trabajar allá para contar cómo estaban buscando a Joaquín “El Chapo” Guzmán en la sierra sinaloense. Fui una más que recibió su guía y su cobijo. Porque a Javier no le importaba repetir frente a quien fuera que el dinero de la droga se había convertido en un cáncer que dominaba a hombres y a mujeres volviéndolos crueles e insensibles. Eso nos repitió frente a la cámara, sin recordarnos que seguía amenazado como siempre. En el caso de Miroslava Breach, otra notable reportera asesinada meses antes que Javier, nadie capturó al asesino. La Fiscalía de Chihuahua sólo informó que el acusado falleció antes de detenerlo, como si su muerte acabara con la tragedia. Miroslava documentó por años la incursión de grupos delictivos en la sociedad de Chihuahua, su estado.La mataron en su camioneta mientras esperaba a su hijo para llevarlo a la escuela. La pérdida de Miroslava y de Javier fueron dos grandes alertas de lo frágil que es la actividad periodística en México. Detrás de estas dos muertes terribles, está el sufrimiento de otros colegas que han tenido que dejarlo todo por incomodar a alguien.“Cada vez que salgo (...) me topo con compañeros que apenas tienen para comer porque les pagan menos de 100 pesos el día, unos cinco dólares. Ellos se convierten ante mis ojos en superhéroes porque con estos sueldos sacan adelante a sus familias y siguen contando lo que está mal en donde viven, aunque por las noches manejen un taxi o vendan comida.”Jésica Zermeño, periodistas mexicana
Manifestación contra el asesinato del periodista mexicano Javiér Valdez. © Sergio Ortiz Borbolla/Amnistía Internacional.
Pareciera que todo México está controlado por los malos, los que no quieren a periodistas cerca si no es para repetir su verdad.“A todos los que veo amenazados, les hago la misma pregunta ¿Vale la pena el esfuerzo, el sacrificio, el dolor?
Jésica Zermeño, periodista mexicana
Todos responden con fuerza, sin titubear: Sí, porque somos periodistas, y los periodistas informamos qué pasa (...)”
A todos los que veo amenazados, les hago la misma pregunta ¿Vale la pena el esfuerzo, el sacrificio, el dolor?
Todos responden con fuerza, sin titubear: Sí, porque somos periodistas, y los periodistas informamos qué pasa, a pesar de todo, porque México necesita saberlo.
En mi país, la verdadera libertad de prensa existe sólo por esta fuerza, y ningún texto será suficiente homenaje a esta determinación, la que mueve todos los días a la mayoría de mis colegas mexicanos.