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Sierra Leona: Debe priorizarse la salud mental para hacer frente a las consecuencias de la guerra y el ébola

© Ricci Shryock

En un nuevo informe publicado hoy, Amnistía Internacional advierte de la desatención que sufren las personas sobrevivientes de experiencias traumáticas y otras personas que necesitan asistencia sanitaria en Sierra Leona por la enorme carencia de servicios de salud años después de la brutal guerra civil y devastadora epidemia de ébola que azotaron el país.

En el informe, titulado ‘They Are Forgetting About Us’: The long-term mental health impact of war and Ebola in Sierra Leone, diferentes supervivientes relatan su lucha continua contra varios síntomas de angustia, como el duelo prolongado.

Sin embargo, los servicios de salud del país distan mucho de satisfacer las necesidades de la población por la existencia de numerosos e importantes obstáculos, entre los que cabe destacar la falta de gasto público, el apoyo insuficiente de los donantes, la escasez de profesionales de salud mental cualificados y la concentración de los pocos servicios disponibles sobre todo en las ciudades.

En Sierra Leona, la población ha soportado traumas espantosos en los últimos decenios y ahora además el país tiene que afrontar las consecuencias de la pandemia de COVID-19”, afirmó Rawya Rageh, asesora general de Amnistía Internacional sobre respuesta a las crisis.

“Las limitaciones económicas y los retos de un sistema de salud deteriorado son cuestiones a las que Sierra Leona debe hacer frente —como muchos otros países—, pero la salud mental no es un lujo, es un derecho humano fundamental”.

El gobierno de Sierra Leona debe convertir sus compromisos políticos en acciones tangibles mediante la inversión en la mejora de los servicios de salud mental. Trabajando codo a codo con actores nacionales, los gobiernos y las agencias donantes deberían proporcionar la asistencia que se necesita de forma desesperada para priorizar estos sistemas de atención médica tan necesarios”.

Amnistía Internacional también pide al gobierno que agilice el proceso de aprobación de nuevas leyes de salud mental para sustituir a la discriminatoria Ley de Demencia de 1902, de la época colonial, y ajustar su legislación a las obligaciones internacionales en materia de derechos humanos.

Traumas del conflicto

La exposición periódica a situaciones traumáticas en conflictos acentúa las posibilidades de desarrollar problemas de salud mental. Muchas de las personas que sobrevivieron a la guerra civil han contado a Amnistía Internacional que presenciaron cómo las fuerzas rebeldes arrasaban sus hogares y pueblos. Muchas vieron cómo mataban a sus seres queridos o hallaron sus cadáveres mientras huían para salvar la vida.

Muchas otras resultaron afectadas por lesiones y discapacidades permanentes tras recibir disparos o el impacto de metralla. Cinco personas entrevistadas fueron sometidas a amputaciones crueles por las fuerzas rebeldes, una de las atrocidades típicas de la guerra. En su relato, explican cómo suplicaban por su vida, mientras los soldados les cortaban una o ambas manos o brazos.

Marie* contó a Amnistía Internacional que las fuerzas rebeldes habían atacado su pueblo a finales de la década de 1990 y que le cortaron la mano izquierda. Lo recuerda así: “Les supliqué. Les pedí que, por favor, me perdonaran en nombre de Dios... Pero ellos me contestaron: ‘Nosotros somos Dios, aquí. Y somos nosotros los que decidimos si vas a vivir o a morir’”. Marie explica que decidieron dejar que se muriera desangrada y que tuvo que ser ella misma quien se terminara de amputar la mano izquierda para sobrevivir.

Traumas del ébola

Las personas que sobrevivieron al ébola han descrito a Amnistía Internacional el intenso impacto psicológico de la enfermedad y sus secuelas. Muchos recuerdan que estaban tan enfermos que no sabían si iban a sobrevivir. Explican que la confusión que reinaba, la falta de información y la deficiente gestión general que hizo el gobierno de la crisis de entonces aumentó su sufrimiento.

La mayoría de las personas que sobrevivieron al ébola entrevistadas por Amnistía cuentan que el estigma y la discriminación que sufrieron les han afectado profundamente incluso tras su recuperación. Muchas aseguran que miembros de su comunidad las han culpado por haber llevado el ébola a su zona.

Algunas afirman que el virus se cobró la vida de varios de sus familiares. Kaday* describe su experiencia compartiendo la habitación de hospital con sus hermanos y hermanas, cuatro en total, tras contraer la enfermedad en 2014. Cuenta: “Murieron, y sólo quedaba yo para tapar sus cuerpos. A pesar de estar con el suero puesto, me arrastré y les cubrí el rostro”.

La mayoría de las personas entrevistadas siguen padeciendo problemas de salud, como dolor y debilidad muscular, problemas oculares, presión sanguínea alterada y pérdida de memoria. Muchas cuentan que la COVID-19 les ha hecho recordar momentos de sufrimiento y revivir el miedo constante a la muerte.

Estigma social y falta de apoyo

En Sierra Leona, todavía hay un gran estigma respecto a los problemas de salud mental, con mitos extendidos que los atribuyen a causas sobrenaturales. Las personas con angustia psicológica y problemas de salud mental a menudo sufren abusos, pero el gobierno no realiza los esfuerzos suficientes para combatir la situación a través de campañas de sensibilización e información públicas.

A pesar de la necesidad clara y enorme que hay, los servicios de salud mental son escasos. Con una población de siete millones de personas, Sierra Leona dispone sólo de 20 profesionales de enfermería de salud mental y 3 psiquiatras.

El exiguo número de profesionales de enfermería de salud mental que desempeñan su labor en los hospitales generales del país no reciben en absoluto la ayuda suficiente, trabajan en condiciones laborales muy difíciles y no disponen de servicios de transporte oficiales para visitas a domicilio.

De las 25 personas que sobrevivieron a la guerra y al ébola entrevistadas por Amnistía Internacional, 15 admiten que desconocen la existencia de servicios de atención psicológica, ya sea a través de centros de salud gubernamentales o de alguna ONG. En general, los servicios de salud mental oficiales disponibles todavía están extremadamente centralizados, mientras que la atención comunitaria es claramente insuficiente.

Amina*, una superviviente de la guerra, ha explicado a Amnistía Internacional: “Necesitamos este tipo de ayuda en nuestra comunidad y este tipo de servicios de atención, con el fin de que quienes han sufrido experiencias traumáticas y quienes han pasado por todo este tipo de estrés sean capaces de entender que la vida debe continuar, que hay vida y que hay que vivirla”.

No obstante, muchas de las personas supervivientes dependen de redes de apoyo mutuo que, aunque son importantes, no bastan para sustituir a los servicios de salud mental profesionales de forma adecuada.

La pobreza es un factor adicional que afecta gravemente a la salud mental. Muchas de las personas sobrevivientes cuentan que el incumplimiento de las promesas de protección social y la reducción de las oportunidades de sustento han menoscabado más su bienestar y que se han sentido abandonadas tanto por el gobierno como por las organizaciones internacionales que antaño les habían prestado ayuda.

Mariatu*, una superviviente del ébola, cuenta: “En muchos sentidos, nos están abandonando”.

Si bien los programas de ayuda humanitaria en situaciones de emergencia contribuyeron a a brindar un apoyo temporal en cuanto a salud mental, muchos de ellos terminaron tras desencadenarse las inminentes crisis respectivas. El informe pone de manifiesto que es necesaria una inversión a largo plazo en servicios públicos para proporcionar una atención que sea sostenible y efectiva.

“La salud mental no es tan sólo un derecho humano, es también un bien público. El gobierno de Sierra Leona debe dar la suficiente prioridad a la salud mental de inmediato y solicitar recursos específicos de donantes para ampliar de manera adecuada sus servicios psicosociales y de salud mental”, declaró Rawya Rageh.

“Formulamos también un llamamiento a los donantes internacionales a que amplíen su apoyo a campañas para combatir el estigma que perdura en torno a la salud mental. Esta crisis no puede alargarse más”.

Metodología

Entre noviembre de 2020 y mayo de 2021, Amnistía Internacional llevó a cabo un estudio y entrevistó a 55 personas, entre ellas, 25 personas de 5 distritos de Sierra Leona que habían estado expuestas directamente a situaciones de violencia durante la guerra o que habían contraído el ébola. Las edades de las personas entrevistadas —16 mujeres y 9 hombres— oscilan entre los 28 y los 73 años.

Amnistía Internacional también entrevistó, entre otras personas de Sierra Leona, a profesionales de salud mental, funcionarios, personal de organizaciones de la sociedad civil como la Coalición de Salud Mental (Mental Health Coalition - Sierra Leone), especialistas en salud pública y expertos en salud mental.

Información complementaria

Entre marzo de 1991 y enero de 2002, Sierra Leona sufrió un conflicto armado que se saldó con decenas de miles de muertes entre la población civil y más de dos millones de personas desplazadas.

En 2014, mientras Sierra Leona seguía intentando rehacerse de la guerra, un brote de ébola estalló en África Occidental. Según la Organización Mundial de la Salud, entre mayo de 2014 y marzo de 2016, se registraron 14.124 casos en el país, con 3.956 personas muertas.

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