La falta de atención médica básica a lo largo del paso fronterizo de Rukban, entre Siria y Jordania, en la zona conocida como “la berma”, pone en peligro miles de vidas durante la pandemia de COVID-19. Así lo ha advertido Amnistía Internacional.
A la organización le preocupa especialmente la falta de atención de la salud materna, que provoca que las mujeres embarazadas que necesitan una cesárea se vean obligadas a viajar para dar a luz en territorio controlado por el gobierno sirio. Después, las fuerzas de seguridad sirias impiden a estas mujeres regresar al campo para reunirse con sus familias.
A principios de 2015, decenas de miles de personas sirias desplazadas por el conflicto se encontraron atrapadas en la zona en condiciones de vida desesperadas. En el momento de redactar este comunicado, al menos 10.000 personas continúan allí, sin acceso a saneamiento y a otros materiales para protegerse contra la propagación de la COVID-19. El único centro médico del campo carece de médicos y tiene tan sólo unas pocas enfermeras y una comadrona.
En el campo había un centro médico gestionado por UNICEF en el que los residentes podían recibir tratamiento esencial, pero este centro se cerró a mediados de marzo a causa de la pandemia de COVID-19. El último convoy humanitario al que el gobierno sirio permitió entrar en la berma lo hizo en septiembre de 2019.
“Aunque las autoridades jordanas tienen razón en tratar de proteger a la población que vive en Jordania frente a la COVID-19, al hacerlo no deben poner en peligro la vida de otras personas”, ha manifestado Lynn Maalouf, directora de investigación de Amnistía Internacional sobre Oriente Medio.
“El único centro médico que sigue existiendo en la berma sencillamente no está equipado para prestar atención de emergencia o tratamiento especializado. Las mujeres embarazadas y otros pacientes que necesitan atención urgente no tienen ningún lugar al que acudir.”
“Las autoridades jordanas deben permitir que quienes buscan tratamiento médico accedan a centros en Jordania, y también deben permitir que la ayuda humanitaria y los servicios esenciales lleguen a la zona.”
En marzo, Jordania anunció que no permitiría que la ayuda humanitaria atravesara su territorio para prestar asistencia y equipos médicos al campo, y alegó para ello la preocupación por la COVID-19.
“La gente de la berma tiene escasez de comida, agua potable y medicinas desde hace más de cuatro años, y esta situación se ha agravado en los dos últimos años. Tanto el gobierno de Siria como el de Jordania deben garantizar urgentemente un acceso sin trabas a ayuda humanitaria”, ha manifestado Lynn Maalouf.
Información complementaria
A principios de 2015, decenas de miles de personas que buscaban seguridad frente al conflicto en Siria terminaron atrapadas en la tierra de nadie conocida como “la berma” entre la frontera de Siria y Jordania, cerca de los pasos de Rukban y Hadalat. Se calcula que, desde mediados de 2015, el 75% de la población de la berma ha regresado a Siria, según la ONU. Amnistía Internacional ya ha documentado anteriormente motivos de preocupación en torno al acceso a la ayuda humanitaria, incluidos la salud y el saneamiento en la berma.
Jordania acoge a unas 650.000 personas refugiadas sirias, lo que equivale aproximadamente al 10% de su población. Amnistía Internacional sigue pidiendo a la comunidad internacional que asuma una parte equitativa de la responsabilidad de ayudar a las personas refugiadas sirias, y alivie la carga económica que ha recaído desproporcionadamente en los países vecinos.