Londres.- Amnistía Internacional ha escrito al ministro de Defensa de Líbano para manifestarle que continúa su preocupación por la situación de varios miles de civiles palestinos que permanecen atrapados en el campo de refugiados de Nahr al Bared, cerca de Trípoli, a causa de los combates entre el ejército libanés y miembros del grupo armado islamista Fatah al Islam. La organización también ha expresado su preocupación por los informes que indican que civiles palestinos han sido objeto de acoso y abusos a manos de los soldados libaneses que vigilan los controles de seguridad, y ha pedido que se investiguen estos y otros incidentes.
Según los informes, más de 130 personas han muerto de forma violenta desde que, el 20 de mayo, estallaron los enfrentamientos entre Fatah al Islam, cuyos miembros habían establecido posiciones armadas en el campo de refugiados y, con ello, habían puesto en peligro la seguridad de la población local, y el ejército libanés. Al menos 27 civiles y 60 soldados libaneses han resultado muertos. En los primeros días, el campo fue blanco de un prolongado e intenso ataque de artillería de las fuerzas armadas libanesas, un ataque que en ocasiones pareció indiscriminado. De los 30.000 residentes del campo, varios miles consiguieron huir durante una tregua pactada el 22 de mayo, y desde entonces se ha seguido evacuando a pequeños grupos con la ayuda de la Cruz Roja y el Creciente Rojo de Palestina y Líbano y la Cruz Roja internacional. Las dificultades para abandonar el campo se pusieron de manifiesto ayer, 11 de junio, cuando dos trabajadores de la Cruz Roja libanesa murieron en el límite norte del campo. La mayoría de los aproximadamente 25.000 civiles desplazados se encuentran ahora refugiados en Al Beddaawi, otro campo de refugiados palestino a unos 15 kilómetros de distancia, visitado por la delegación de Amnistía Internacional la semana pasada y donde la situación actual es de hacinamiento; los que se han desplazado más recientemente viven en escuelas, comercios vacíos, edificios abandonados y casas de la población de refugiados local.
Tres semanas después del comienzo de los combates, se cree que varios miles de civiles continúan en Nahr al Bared, temerosos de abandonar sus casas, o incapaces de hacerlo. Según los informes, las condiciones en las que se encuentran son terribles, sin agua corriente ni electricidad y sin apenas suministro de agua y alimentos. Mientras tanto, continúan los combates entre los miembros de Fatah al Islam que aún permanecen y las fuerzas armadas libanesas que rodean el campo y que siguen usando artillería y otro armamento pesado contra los insurgentes.
En su carta al ministro de Defensa, Elias al Murr, Amnistía Internacional ha pedido que el ejército tome todas las medidas posibles para que los civiles que quedan en el campo puedan ser evacuados sin peligro, y que garantice la seguridad de quienes decidan quedarse en él. También ha instado a las autoridades a investigar dos incidentes ocurridos el 22 de mayos en los que, al parecer, se atacaron vehículos civiles. En uno de esos incidentes murieron dos personas y varias más resultaron heridas cuando un convoy del Organismo de Obras Públicas y Socorro de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en el Cercano Oriente (UNRWA), que distribuía suministros de ayuda humanitaria en el interior del campo, fue alcanzado por al menos un artefacto explosivo. En el segundo incidente, un conductor de autobús y una mujer embarazada murieron por disparos cuando su autobús se aproximaba a un control del ejército, y un muchacho de 13 años fue alcanzado por los disparos y quedó paralítico. A otro muchacho, según indican los informes, los soldados lo sacaron del autobús y lo torturaron con descargas eléctricas en las muñecas, y también lo amenazaron en un esfuerzo por obligarlo a decir que iba armado y que planeaba perpetrar un ataque suicida en el control del ejército.
Amnistía Internacional ha instado también al ministro de Defensa a investigar los informes que indican que los soldados de los controles están amenazando y sometiendo a abusos a civiles palestinos, especialmente hombres jóvenes, a causa de su identidad. La delegación de Amnistía Internacional que visitó el norte de Líbano las dos últimas semanas recibió informes de decenas de casos de este tipo, especialmente en la zona de Trípoli, así como en controles en la zona de Bekaa, al este de Líbano, y en la propia Beirut. En un caso, un hombre de 30 años dijo a Amnistía Internacional que, el 23 de mayo, cuando regresaba de Bekaa, al pasar por el control militar de Mafdoum los soldados, en cuanto vieron sus documentos de identidad palestinos, lo detuvieron, lo esposaron, lo encapucharon, lo arrojaron “como a un animal” a la parte trasera de un camión y lo llevaron al cuartel del ejército en Jbeil, donde lo dejaron en ropa interior, lo obligaron a arrodillarse, lo empujaron y lo insultaron, para dejarlo finalmente en libertad sin cargos al cabo de cuatro horas. En otro caso, a dos palestinos los detuvieron el 2 de junio cuando salían de una farmacia en Bibneyn, les ataron las manos a la espalda y los obligaron a tumbarse en la calzada. Un soldado se puso de pie sobre la espalda de uno de ellos, mientras otro soldado le apoyaba el arma contra el cuello. Los dos palestinos fueron conducidos en un camión hasta 'Abdi, donde los soldados les pegaron y los golpearon con las culatas de sus rifles. Un oficial que los interrogó sobre Fatah al Islam les destruyó sus medicamentos. Ambos permanecieron recluidos durante toda la noche, y quedaron en libertad sin cargos al día siguiente. En un tercer caso, un hombre de 26 años dijo a Amnistía Internacional que, el 3 de junio, cuando regresaba a Al Beddaawi desde su trabajo en Beirut, unos soldados lo hicieron bajar del autobús al averiguar que era palestino, lo obligaron a tumbarse en la calzada, lo desnudaron hasta dejarlo en ropa interior, le ataron las manos a la espalda, lo golpearon en el cuerpo y el cuello con las culatas de sus rifles y le propinaron patadas, haciéndole perder un diente. Luego lo encapucharon y lo llevaron al cuartel de 'Abdi, donde lo encerraron en un contenedor de acero y cemento junto con otros 15 hombres durante cuatro horas, antes de dejarlo en libertad sin cargos. Ahora no se atreve a viajar fuera de Al Beddaawi, pues teme sufrir nuevos actos de acoso y agresiones. Muchos palestinos del norte de Líbano, en especial los jornaleros que trabajan por días, tienen tanto miedo de sufrir acoso y agresiones en los controles que no pueden viajar a sus lugares de trabajo y, por consiguiente, su nivel de vida, ya de por sí precario, ha disminuido aún más en un momento crítico.
En su carta, Amnistía Internacional ha manifestado que reconoce la responsabilidad de las autoridades libanesas de garantizar la seguridad pública, y reconoce también que los controles del ejército y la policía tienen como finalidad disuadir y evitar nuevos ataques de Fatah al-Islam u otros grupos armados y capturar a miembros de esos grupos. No obstante, el ministro debe tomar medidas urgentes y concretas para prevenir nuevos abusos contra palestinos en controles de carretera, y para ello debe recordar a todos los soldados y policías su obligación de respetar los derechos humanos y debe comprometerse a garantizar que todas las denuncias de palizas y otras violaciones de derechos humanos de sospechosos se investigan y, si se descubre que son ciertas, se castigan.
Amnistía Internacional ha informado asimismo al ministro de su profunda inquietud por los informes que indican que varios soldados libaneses fueron asesinados a sangre fría por miembros de Fatah al Islam al comienzo de los combates, y ha manifestado que, si esos informes son ciertos, condena de forma tajante esos homicidios.