El presunto maltrato sufrido por cinco niños refugiados sirios que afirman que la policía griega los detuvo, los golpeó y los obligó a desnudarse por llevar unas armas de juguete por la calle es un incidente sumamente perturbador que debe investigarse adecuadamente, ha dicho hoy Amnistía Internacional.
Los niños, que tienen entre 12 y 16 años, fueron detenidos por la policía esta semana en el centro de Atenas “por sospecharse su pertenencia a un grupo armado” cuando se dirigían a actuar en una obra de teatro llevando unas armas de juguete como material de atrezo.
“La ridiculez de algunos aspectos de este caso no debe desviar nuestra atención del carácter extremadamente grave y preocupante de las denuncias contra los agentes de policía griegos, a los que se acusa de violar los derechos humanos de unos menores que estaban bajo su custodia durante un control de identidad”, ha afirmado John Dalhuisen, director para Europa de Amnistía Internacional.
“Si se demuestra que estas denuncias de golpes y otros malos tratos son ciertas, las autoridades griegas deben garantizar que se emprenden las actuaciones penales y disciplinarias adecuadas, y también deberían analizar si la aplicación de criterios raciales ha podido incitar a estos agentes a infligir semejantes malos tratos a unos niños.”
Fuentes policiales dijeron a Amnistía Internacional el viernes que se había abierto “una investigación disciplinaria” para “determinar los hechos”.
Los niños, que iban a actuar en una obra sobre el conflicto sirio en un centro cultural de la ciudad, llevaban sus trajes y unas armas de juguete en una bolsa cuando fueron detenidos, la tarde del 27 de septiembre.
Cuatro motoristas de la policía los pararon y los registraron y, tras pedir refuerzos, se los llevaron a la comisaría de Omonoia. Otros dos refugiados sirios que iban en el grupo, de 24 y 21 años, también fueron trasladados con ellos a la comisaría.
La abogada de los niños, Electra Koutra, dijo a Amnistía Internacional que los menores afirmaron que habían sido maltratados bajo custodia, y que dos policías los habían insultado y los habían obligado a desvestirse.
El más pequeño, de 12 años, dijo que lo habían lanzado contra la pared cuando se negó a quitarse la ropa interior.
Otro de los niños, de 14 años, afirmó que lo habían zarandeado violentamente y que un policía lo había insultado cuando pidió ver a su madre. El hermano de este niño, que se había girado a ver lo que ocurría, dijo que el otro policía lo había golpeado fuertemente en la nuca con la palma de la mano.
Los niños, que viven con sus padres en una vivienda ocupada por refugiados en el centro de Atenas, dijeron que no les habían permitido ponerse en contacto con ningún familiar mientras estuvieron bajo custodia policial y que cuando pidieron agua les dijeron que bebieran del grifo de un retrete sucio.
Su suplicio terminó cuando un tercer policía entró en la habitación y les dijo a los otros dos que pararan.
Los dos adultos del grupo fueron interrogados en la otra habitación, y esa misma noche los siete quedaron en libertad sin cargos.
La policía inicialmente trató de obstaculizar los intentos de la abogada de presentar una querella por los malos tratos infligidos a los niños, y después trasladó al niño de 12 años a otra comisaría para tomarle declaración.
Sin embargo, ni a la abogada ni al padre del niño les permitieron estar presentes mientras éste declaraba, y el menor tuvo que enfrentarse al agente al que había acusado de malos tratos, en incumplimiento de las normas de la policía griega.
“La gravedad de estas denuncias contra la policía merece una minuciosa investigación y, si se demuestra que son ciertas, deben emprenderse procedimientos disciplinarios y penales contra los agentes presuntamente responsables”, ha dicho John Dalhuisen.
“La policía debe garantizar que jamás tienen lugar incidentes como los denunciados. Una pregunta clave que debería hacerse es: '¿Habría pasado lo mismo si hubiéramos encontrado a cinco niños griegos con unas pistolas de juguete en una calle de Atenas?’”
Amnistía Internacional ha documentado en los últimos años numerosos testimonios de personas refugiadas y migrantes que denuncian haber sido maltratadas por la policía griega.