Durante el año 2014, alrededor de 3.000 personas procedentes de Siria llegaron a España a través de Ceuta y Melilla. No todos han solicitado asilo y, aunque las solicitudes presentadas han sido admitidas a trámite, siguen sin tomarse medidas adecuadas para llevar a cabo una acogida acorde a los estándares internacionales.
Según la legislación vigente, los solicitantes de asilo cuyos procedimientos han sido admitidos deberían poder moverse libremente por todo el territorio español; sin embargo, esto no se cumple, por lo que estas personas pueden verse atrapadas en Ceuta o Melilla durante meses o años sin los derechos que les reconoce la legislación de asilo.
Algunos de los solicitantes de asilo de nacionalidad siria que se encuentran en esa situación han empezado a ser trasladados a la península, pero se hace siguiendo criterios aleatorios, muchas veces basados únicamente en la ocupación de los centros y no en su derecho de poder trasladarse a la península si así lo desean. Esta limitación sobre la libertad de movimientos de los solicitantes de asilo influye en que estas personas desistan de solicitar asilo y vivan hacinadas en los Centros de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) de Ceuta y Melilla.
Sólo en el centro de Melilla, con una capacidad para 480 personas, en la actualidad permanecen más de 1900 personas (400 menores de edad) de las que 1.500 han llegado huyendo del conflicto sirio. Alrededor de 600 solicitudes de asilo han sido admitidas a trámite y éstas personas se encuentran a la espera de ser trasladadas a la península. En octubre de 2014, una delegación de Amnistía Internacional visitó el centro, ocupado entonces por 1156 personas. Las investigadoras detectaron:
- Dificultades para solicitar asilo. Sigue sin haber oficina de asilo para gestionar las solicitudes de asilo en frontera, a pesar de los anuncios del Ministerio del Interior: no se refuerza personal, y sólo se cuenta con una letrada y dos intérpretes para todo el centro. Una preocupación también destacada por el Comisario Europeo de Derechos Humanos, Nils Muiznieks, en su última visita a España.
- Condiciones de vida incumplen estándares internacionales. La organización encontró hombres durmiendo en salas abarrotadas, sin ropa de cama o en tiendas de campaña nada acondicionadas para el frío o el calor. El uso del agua corriente era limitado: tan sólo los menores tenían acceso a agua caliente, pero ahora ni siquiera se garantiza el uso para todos ellos, ya que en estos momentos se encuentran allí alrededor de 400. El hacinamiento del centro provocaba largas colas que dificultaban el acceso a duchas e incluso a alimentación.
“Aunque está previsto que los solicitantes de asilo empiecen a ser trasladados a la península, tampoco aquí el sistema está preparado para acoger a estas personas. No hay plazas de acogida para solicitantes de asilo, habiendo incluso listas de espera”, señaló Virginia Álvarez, responsable de política interior de Amnistía Internacional España.
Si bien el Gobierno español ha apoyado financiera y técnicamente a los países vecinos de Siria, mediante la financiación parcial del Plan de Respuesta Regional de Naciones Unidas para esta crisis, la realidad es que la respuesta a las personas que huyen de la guerra y el horror deja mucho que desear. Sólo ha ofrecido 130 plazas para reasentar personas refugiadas procedentes de Siria entre 2013 y 2014. Adicionalmente, el pasado mes de diciembre, el Consejo de Ministros aprobaba 130 plazas más para 2015. Sin embargo, “sigue demorándose el reasentamiento de las personas a las que el Gobierno se ofreció a reasentar. Es importante que se agilice este procedimiento”, manifestó Virginia Álvarez.
“España puede y debe actuar mejor, no solo poniendo en marcha un programa de reasentamiento digno, sino aumentando el número de plazas en línea con los acuerdos internacionales que ha suscrito”, destacó Virginia Álvarez.
Amnistía Internacional ha recogido más de 12.600 firmas a través de www.actuaconamnistia.org que piden a las autoridades españolas que tomes medidas para acoger adecuadamente a un mayor número de personas procedentes de Siria.
#OpenToSyria: historias de los refugiados más vulnerables También hoy Amnistía Internacional pone en marcha la campaña #OpenToSyria que pretende presionar a los países ricos para que acepten a más refugiados vulnerables a través de programas de reasentamiento y de admisión por motivos humanitarios.
Un nuevo informe de Amnistía Internacional, titulado Hardship, Hope and Resettlement: Refugees from Syria tell their stories, centra la atención en la cara humana de la crisis de refugiados de Siria a través de las historias de ocho personas que huyeron del conflicto con sus familias y luchan por sobrevivir en Líbano, Jordania e Irak.
“Con cerca de 4 millones de refugiados, la magnitud de la crisis es abrumadora. Muchas de estas personas han pasado por un verdadero infierno, han soportado situaciones desgarradoras y su vida como refugiados es una lucha diaria. El reasentamiento puede ser la tabla de salvación que tanto necesitan y suponer un rayo de esperanza en un futuro mejor”, ha declarado Sherif Elsayed-Ali, Director del Equipo sobre Derechos de Personas Refugiadas y Migrantes de Amnistía Internacional.
El ACNUR, la agencia de la ONU para los refugiados, ha identificado a unas 380.000 personas como vulnerables y necesitadas de reasentamiento. Entre ellas hay supervivientes de tortura y violación, menores enfermos o no acompañados y otras personas consideradas vulnerables.
Para personas como Yara, una mujer de 23 años madre de cuatro hijos, el reasentamiento supondría una gran diferencia. Su hijo de dos años, Mutanama, tiene espina bífida, y se le filtra líquido al cerebro por una apertura en la columna. Desde que la familia se trasladó a Líbano ha empeorado. El marido de Yara fue detenido en Siria y ella se enteró de que lo habían matado por un vídeo subido a YouTube. Como mujer sin pareja en Líbano también ha sufrido acoso sexual, y no puede permitirse pagar los elevados alquileres de viviendas.
Otra familia siria que huyó a un campo de refugiados en la región iraquí de Kurdistán lucha para que su hijo de 12 años, Elías, diagnosticado de cáncer en 2012, reciba tratamiento.
Jamal y Said son una pareja de homosexuales, periodistas y activistas de la oposición en Siria que fueron detenidos por sus actividades políticas. Jamal es seropositivo. Su salud se deterioró mucho cuando estuvo encarcelado en Siria, donde lo mantuvieron en régimen de aislamiento y le negaron tratamiento médico. En Líbano, el tratamiento es sumamente caro. Jamal intentó suicidarse cuando supo el coste. Ambos consideran que en Líbano sus vidas están en suspenso y desean desesperadamente volver a empezar, terminar su formación y trabajar para llegar a ser “miembros productivos de la sociedad”.
Qasim es un refugiado palestino de Siria que huyó del país tras resultar herido en un ataque en el que su vivienda quedó destruida. Tanto él como su hija sufren de elefantiasis, y no consiguen tratamiento adecuado. Qasim tiene la pierna anormalmente inflamada debido a su enfermedad y desea con todas sus fuerzas que su hija reciba tratamiento. “Yo estoy esperando la muerte”, afirma, “no me importa no recibir tratamiento, pero quiero que mi hija lo reciba”.
En la actualidad, el 95 por ciento de los refugiados generados por el conflicto han sido acogidos por sólo cinco países vecinos a Siria. Y alguno de ellos, como Líbano, simplemente no pueden soportar la presión de la afluencia de refugiados.
“Los líderes mundiales no pueden seguir dando la espalda a los refugiados vulnerables. Es fácil sentirse impotente ante una crisis de esta magnitud, pero animar a los líderes mundiales a reasentar a los refugiados puede cambiar sus vidas”, ha añadido Sherif Elsayed-Ali.