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Declaración de Amnistía Internacional sobre Aleksei Navalny

REUTERS/Maxim Shemetov

Amnistía Internacional considera que es presa de conciencia la persona que ha sido privada de su libertad únicamente por sus convicciones profundas o por motivos discriminatorios relacionados con su origen étnico, sexualidad, género u otra identidad, y que no ha recurrido a la violencia ni ha propugnado la violencia o el odio.

La afirmación de que la decisión de Amnistía sobre Aleksei Navalny se debe a presiones externas es falsa y se basa en el desconocimiento de nuestra consolidada y pormenorizada política interna.

Amnistía Internacional se opuso al arresto y encarcelamiento de Aleksei Navalny en Moscú en enero de 2021, que tuvo lugar en el contexto de una campaña generalizada de brutal represión emprendida por las autoridades rusas contra activistas de actitud pacífica y miembros de la oposición al gobierno. Decenas de miles de personas fueron detenidas en manifestaciones contra el gobierno del presidente Vladimir Putin, y Amnistía emitió reiterados llamamientos para que se respetaran los derechos de quienes protestaban, y también en favor de una investigación independiente sobre el presunto envenenamiento de Aleksei Navalny.

Amnistía llamó preso de conciencia a Navalny tras su detención para subrayar el carácter injusto de su detención y nuestra oposición a su enjuiciamiento infundado. Nuestra postura sobre esos actos reprobables de las autoridades rusas no ha cambiado.

Posteriormente se expresó preocupación en el seno del movimiento de Amnistía por la consideración de Navalny como preso de conciencia ya que, en el pasado, había hecho comentarios que podían constituir apología del odio y, por tanto, incitación a la discriminación, la violencia o la hostilidad.

Amnistía Internacional decidió reexaminar el caso y llevó a cabo una revisión exhaustiva de las pruebas. Tras considerarlo detenidamente, concluimos que habíamos cometido un error con esta designación inicial. Nos habíamos centrado exclusivamente en las circunstancias que rodeaban la injusta detención de Navalny sin tener suficientemente en cuenta algunos de sus comentarios anteriores, de los cuales no se ha retractado, hasta donde sabemos. Concluimos que varios de ellos eran equivalentes a apología del odio, lo cual es incompatible con nuestra definición de preso de conciencia, y tomamos la decisión interna de no volver a designarlo así en el futuro.

Los informes que indican que la decisión de Amnistía estuvo influida por la campaña de desprestigio del Estado ruso contra Navalny son falsos. En ningún momento se tuvieron en cuenta las declaraciones falsamente atribuidas a Navalny, ni la información que tiene como único fin desacreditarlo. La propaganda de las autoridades rusas es perfectamente reconocible.

La propia Amnistía Internacional ha sido objeto de campañas de desinformación por parte de las autoridades rusas y los medios de comunicación dirigidos por el Estado. Nuestro incesante activismo, investigación y campaña de actitud crítica con el gobierno ruso demuestra claramente que satisfacer al Kremlin no forma parte de nuestra agenda.

Es cierto que algunos de los comentarios de Navalny en el pasado han adquirido más resonancia tras su reciente detención, en el contexto de una campaña deliberada del presidente Putin y sus simpatizantes para desacreditar a Navalny. Eso no cambia el hecho de que, al examinar estas declaraciones, Amnistía haya considerado que algunas son incompatibles con nuestras políticas. Por una cuestión de principios, no podemos ignorar la evidencia que tenemos delante.

Amnistía no basa sus decisiones sobre la condición de preso o presa de conciencia en hilos de Twitter ni en el cabildeo de periodistas o simpatizantes del gobierno, sino en la base de pruebas y un análisis riguroso por parte de asesores en derecho y política y personal experto de investigación regional.

El hecho de que Amnistía Internacional decidiera no referirse a Aleksei Navalny como preso de conciencia no tiene nada que ver con nuestra insistencia en que Navalny ha sido objeto de detención ilegítima, y de hostigamiento y enjuiciamiento promovidos por el Estado, por ejercer su derecho a la libertad de expresión.

La evaluación en curso de los comentarios de Navalny en el pasado no está relacionada con nuestra postura sobre la brutal y progresiva campaña de represión de los derechos humanos por parte de las autoridades rusas, que incluye la detención arbitraria de Navalny y que condenamos en los términos más enérgicos.

No obstante, reconocemos que esta inoportuna decisión interna ha distraído involuntariamente de la campaña en favor de la liberación inmediata de Navalny. Lamentamos profundamente cualquier daño que esto pueda haber ocasionado a la campaña por la liberación de Navalny, así como el sufrimiento causado a Navalny y a sus múltiples amistades y simpatizantes.

La especulación en torno nuestra decisión interna ha desviado la atención de las crecientes violaciones de derechos humanos cometidas por las autoridades rusas y de nuestra demanda básica de que Navalny sea liberado. La controversia en torno a la consideración de preso o presa de conciencia por Amnistía Internacional ha sido instrumentalizada por el Kremlin para atacar a nuestra organización y a quienes expresan sus opiniones críticas sobre el gobierno ruso.

No debe haber confusión: nada de lo que Navalny haya dicho en el pasado justifica su actual detención, que se debe a motivos puramente políticos. Navalny ha sido detenido arbitrariamente por ejercer su derecho a la libertad de expresión, y por esta razón seguimos haciendo campaña por su liberación inmediata.

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