"Muchas veces he sentido ganas de suicidarme; el juicio fue como una pesadilla de diez meses de duración. Tenía que volverlo a ver, y volverlo a ver significaba volver a caer una y otra vez [...] sentía como me moría de manera lenta, lenta, lenta...", Estefany, violada cuando tenía 17 años. Entre 1998 y 2008 se registraron en Nicaragua más de 14.300 casos de violación, según informes policiales. Más de dos tercios eran niñas menores de 17 años. La violación y los abusos sexuales son delitos generalizados en el país; a pesar de lo cual las autoridades no toman las medidas necesarias para protegerlas y garantizar su derecho a obtener justicia y reparación.
Los autores más habituales de la violencia sexual contra las niñas son familiares y personas que ocupan una posición de poder. Muchas no se atreven a denunciar y la violación no suele salir a a la luz hasta que se produce un embarazo. Entonces, si deciden seguir adelante, no reciben el apoyo necesario ni para cuidar del bebé ni para reencauzar sus vidas. Si no desean continuar con el embarazo o éste supone un peligro para su vida, no pueden acceder a servicios de aborto seguros y legales porque el Código Penal de Nicaragua lo prohíbe, incluso en casos de violación.
Con motivo del Día por la Despenalización del Aborto en América Latina y el Caribe, Amnistía Internacional se unió a las mujeres y niñas que se manifestaron para perdir que se derogue la prohibición total del aborto y se ponga fin a la violencia sexual. Las mariposas fueron el símbolo de esta campaña.
Al finalizar el año, la organización recibió el agradecimiento de una de las niñas víctimas de violación en Nicaragua. Su gratitud llegó con forma de mariposa.