“Hay que permitir que las niñas de Afganistán vuelvan a la escuela secundaria y continúen su educación”, ha declarado hoy Amnistía Internacional con motivo de la publicación de nuevos testimonios de estudiantes y docentes que documentan las amenazas y la violencia de los talibanes.
Mientras los estudiantes varones de todo el país pudieron volver a la escuela secundaria el 17 de septiembre, los talibanes insistieron en que hacía falta un “entorno seguro de aprendizaje” antes de que pudieran volver las niñas.
Sin embargo, en más de 20 nuevas entrevistas, estudiantes, docentes y personal de la administración escolar dijeron a Amnistía Internacional que la intimidación y el hostigamiento de los talibanes están haciendo que los índices de asistencia escolar sigan siendo bajos en todos los niveles, sobre todo en lo relativo a las niñas.
“En la actualidad, las niñas de Afganistán tienen prohibido de hecho volver a la escuela secundaria. En todo el país, se deniegan y aplastan los derechos y las aspiraciones de toda una generación de niñas”, afirmó Agnès Callamard, secretaria general de Amnistía Internacional.
“El derecho a la educación es un derecho humano fundamental que los talibanes, como autoridades de facto del país, tienen la obligación de hacer cumplir. Las políticas que aplican actualmente los talibanes son discriminatorias, injustas y violan el derecho internacional.
“Los talibanes deben reabrir inmediatamente todas las escuelas secundarias a las niñas; poner fin a todos los actos de hostigamiento, las amenazas y los ataques contra docentes y estudiantes, y abandonar el uso militar de las escuelas en Afganistán”.
Amnistía Internacional pide además a la comunidad internacional que garantice la adecuada financiación del sector educativo de Afganistán, a través de organizaciones como la ONU y las ONG, para que las escuelas puedan seguir funcionando. No hacerlo podría negar el derecho a la educación a millones de estudiantes de Afganistán.
‘La educación no es un delito’
Hasta la fecha, aunque algunas escuelas secundarias de la ciudad de Kabul y de provincias como Kunduz, Balkh y Sar-e Pul han permitido el regreso de las niñas, la inmensa mayoría de las escuelas secundarias del país siguen cerradas para ellas.
Asma*, estudiante de 14 años de Kabul, dijo a Amnistía Internacional: “¿Podré ir a la escuela o no? Es lo que más me preocupa. Quiero aprenderlo todo, desde las asignaturas más fáciles hasta las más difíciles. Quiero ser astronauta o ingeniera o arquitecta... Este es mi sueño... La educación no es un delito. Si los talibanes anuncian que recibir una educación es un delito, cometeremos este delito. No vamos a rendirnos”.
Mariam*, estudiante de 17 años de Badajshán, dijo: “Cuando me enteré de que iban a cerrar las escuelas de secundaria sentí que íbamos hacia atrás en lugar de hacia delante. Teníamos muchas esperanzas y sueños que ahora han desaparecido. Quiero estudiar medicina y ser médica. Estaba preparada para hacer el examen de ingreso a la universidad. Ahora mismo me siento paralizada. No puedo pensar en el futuro”.
Varias alumnas de secundaria dijeron que habían perdido la motivación para estudiar porque parece probable que los talibanes sólo les permitan trabajar en un puñado de ámbitos concretos, como la educación o la salud.
Khalida*, estudiante de 16 años de Kabul, dijo: “¿Qué vamos a hacer sin una educación, si no podemos hacer realidad lo que nos apasiona? Quiero dedicarme a la política... No quiero graduarme y quedarme en casa... Las niñas como yo queremos ser lideresas... Podríamos ser cualquier cosa y no nos dejan”.
Disminución de los índices de asistencia
Docentes, estudiantes y activistas de todo Afganistán dijeron a Amnistía Internacional que la asistencia a las escuelas primarias ha disminuido de forma significativa en muchas zonas, especialmente en lo que se refiere a las niñas. Muchas familias siguen temiendo a los talibanes y se sienten demasiado inquietas para enviar a sus hijos e hijas a la escuela, especialmente a las niñas.
Zeenat*, maestra en la provincia de Samangan, dijo: “No hay confianza en la comunidad. Padres y madres creen que si envían a sus hijas a la escuela, los talibanes podrían darles una paliza”.
La grave situación económica ha obligado a muchas familias a sacar a sus hijos e hijas de la escuela y ponerlos a trabajar. Millones de personas han sido desplazadas internamente durante y después de la toma del poder por los talibanes, y muchos niños y niñas desplazados no van a la escuela.
Las personas entrevistadas también dijeron que hay ausencias generalizadas entre el personal docente, en gran medida porque los talibanes no pagan sus salarios. Esto ha hecho que muchas escuelas primarias funcionen de forma limitada o hayan cerrado del todo.
En la enseñanza superior, el alumnado ha denunciado que, aunque algunas universidades han vuelto a abrir, los índices de asistencia han disminuido, sobre todo en lo que se refiere a las jóvenes.
Wadan*, estudiante de medicina de 21 años en Kabul, dijo: “Había 20 chicas en mi clase [antes de la toma del poder por los talibanes]. Ahora sólo hay 6... Los talibanes introdujeron nuevas reglas... Nadie sabe qué pasará en las próximas horas, menos aún días. Los padres no autorizan a sus hijas a ir a la universidad en esta situación”.
Hostigamiento a docentes por los talibanes y uso militar de las escuelas
Pashtana*, profesora de secundaria, dijo a Amnistía Internacional que había recibido amenazas de muerte de los talibanes y que el juzgado local la había procesado porque había enseñado deportes mixtos.
Había recibido una carta de los talibanes este año: “Decía: ‘Si los talibanes te atrapan, te cortarán las orejas y esto será una lección para otras personas de tu provincia’. Ahora estoy escondida. Incluso mi familia cree que estoy fuera del país”.
Efat*, una mujer de 22 años, y Naveed*, su hermano de 16, dijeron que el 18 de agosto, dos talibanes les habían dejado inconscientes de una paliza. Dijeron que los atacaron cuando iban a una clase de inglés, que los talibanes llamaron “el idioma de los infieles”.
Otra profesora de secundaria dijo que los talibanes la habían sometido a hostigamiento y a intimidación como represalia por una entrevista en los medios de comunicación en la que se quejó de los salarios del personal docente y del acceso de las niñas a la educación secundaria. Añadió que ella y varias profesoras más habían sido amenazadas con ser desalojadas de sus viviendas, proporcionadas por el gobierno anterior.
Por motivos de seguridad y por temor a ataques de represalia, se han omitido los lugares precisos de estos incidentes. Amnistía Internacional no ha determinado aún si estos incidentes representan una pauta general de abusos por los talibanes contra estudiantes y docentes, pero seguirá observando estos informes.
Amnistía Internacional supo también por boca de testigos que los talibanes usaron cuatro escuelas secundarias con fines militares durante los combates previos a la toma del poder: las escuelas Tughani y Khetib Zada de la ciudad de Sar-e Pul, la escuela Zakhail e Khondon de la ciudad de Kunduz y la escuela Alishing, del distrito del mismo nombre de la provincia de Laghman. Este uso de los centros educativos hace que éstos corran el riesgo de sufrir ataques y probablemente hará muy difícil que ofrezcan una educación adecuada. Estos actos son, además, contrarios a la Declaración de Escuelas Seguras, que el gobierno afgano respaldó en 2015.
Metodología
Del 16 de septiembre al 8 de octubre de 2021, Amnistía Internacional llevó a cabo entrevistas telefónicas con 11 docentes y miembros del personal de la administración escolar, y 10 estudiantes de entre 14 y 22 años en las provincias afganas de Badajshán, Farah, Helmand, Kabul, Kandahar, Laghman, Nangahar, Samangan y Sar-e Pul.
La organización entrevistó también a 12 activistas locales, representantes de ONG y de la ONU, y a otras personas expertas en educación en Afganistán.
Amnistía Internacional intentó contactar con autoridades talibanes el 6 y el 12 de octubre, pero no había recibido respuesta en el momento de la publicación.
*Para proteger la identidad de los y las protagonistas, hemos utilizado nombres ficticios.