Recientemente leí en un titular, que las niñas con sólo seis años, toman conciencia de su rol de género y de la desventaja que conlleva nacer mujer en las sociedades occidentales. La diferencia de esta misma autopercepción de desventaja, tiene un componente social diferenciado, dependiente de cada entorno y en coexistencia con prácticas violentas y nocivas contrarias a los derechos y libertades de mujeres y niñas que sufren experiencias traumáticas a edades más tempranas, incluso durante el periodo de lactantes, antes de los cuatro años de edad. Nacer mujer es la única característica para sufrir todo tipo de violencias, tortura, trato degradante e inhumano en determinados contextos sociales. Alrededor de doscientos millones de mujeres y niñas han sido sometidas a mutilación genital femenina, y cuatro millones más de niñas están en riesgo de sufrirla en todo el mundo. Esta práctica se realiza en veintinueve países de África y de Oriente Medio, en países asiáticos como India, Indonesia, Iraq y Paquistán, y en algunas comunidades indígenas de Latinoamérica, como Emberá en Colombia. También se mantiene entre grupos de población emigrante en Europa, Norte América, Australia y Nueva Zelanda (ONU,2019).
“Alrededor de doscientos millones de mujeres y niñas han sido sometidas a mutilación genital femenina, y cuatro millones más de niñas están en riesgo de sufrirla en todo el mundo”Nieves Gascón, Amnistía Internacional
La mutilación genital femenina, o escisión parcial o total de órganos sexuales femeninos externos, se debe entender y abordar como violencia de género, que atenta contra el derecho a la salud, a la vida e integridad física y psicológica, y contra el ejercicio libre de los derechos sexuales y reproductivos de mujeres y niñas, quienes no podrán disfrutar de una vida sexual ó maternidad ni libres ni satisfactorias.
La Organización Mundial de la Salud sostiene que su medicalización o su realización en condiciones sanitarias y quirúrgicas aceptables, no la hace lícita y condena su realización por profesionales sanitarios.
Esta práctica se mantiene únicamente por costumbres sociales sin ningún tipo de fundamento médico, legal, político o religioso. Supone la más agresiva expresión de control de la sexualidad femenina en sociedades o comunidades extremadamente patriarcales y está asociado a los matrimonios forzados a edades tempranas.
Las políticas internacionales apuntan medidas específicas para poner fin a esta práctica nociva y de violencia de género, en concreto: prohibición legal en coherencia con los instrumentos internacionales de lucha contra la violencia de género, protección y atención para reparar a las víctimas, sanción y condena a sus responsables, orientación a profesionales de salud y servicios sociales para su tratamiento, detección y protección a mujeres y niñas en riesgo, medidas de educación, formación y concienciación en materia de igualdad de género y empoderamiento de mujeres y niñas en sus comunidades y/o grupos sociales.
Pancarta en Banjul, Gambia, pidiendo el fin de la mutilación genital femenina. © AI
También es esencial el apoyo político y legal a defensoras y defensores de derechos humanos, personas que se oponen en el seno de estas comunidades a la práctica de la mutilación genital femenina, e igualmente el apoyo de la construcción de otros modelos de masculinidad diferenciados y en oposición al dictado por el patriarcado, posicionando a hombres y jóvenes a favor de la defensa de los derechos humanos de las mujeres y niñas. La igualdad de género y el empoderamiento de mujeres y niñas son esenciales en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible tienen como finalidad la eliminación de la mutilación genital femenina para 2030. Naciones Unidas colabora con agentes e iniciativas mundiales, regionales y nacionales, para lograrlo. De esta manera se articula la iniciativa #SpotlightFinDeLaViolencia que ONU realiza con la Unión Europea, con el objetivo de eliminar todas las formas de violencia contra las mujeres y las niñas. ONU valora que se han conseguido cambios positivos en varios países. Senegal es el primer país del mundo en erradicar por completo la mutilación genital. Se están avanzando también para su eliminación, en Egipto y el Sudán. Esperamos que algún día sea noticia que la mutilación genital femenina ha desparecido en el mundo. Mientras, pidamos a los gobiernos y organismos internacionales que inviertan sus esfuerzos y recursos en ir eliminando esta y todas las formas de violencias de género, para ir construyendo entre todos y todas unas mejores condiciones de vida para las mujeres y niñas, ciudadanas de pleno derecho con voz e iniciativa propias. Con ellas y también por nosotras, continuemos trabajando por una vida digna.