El denominado Triángulo Norte de Centroamérica (Honduras, El Salvador y Guatemala) es una de las regiones más violentas del mundo fuera de una zona de conflicto. En 2015, 17.522 personas fueron víctimas de homicidio en estos tres países. En El Salvador la tasa de homicidio de mujeres aumentó un 60% entre 2008 y 2015. Las personas LGBTI, por su parte, son frecuentemente blanco de abusos, intimidacion y violencia a causa de su orientación sexual y/o identidad de género. Rara vez reciben justicia y suelen ser ignoradas, menospreciadas o victimizadas por los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley. Dentro de este colectivo, las mujeres transgénero son especialmente vulnerables a la violencia y la extorsión a manos de las maras porque se enfrentan a más obstáculos a la hora de acceder a la justicia.
Amnistía Internacional habló con Patricia* (pseudónimo), mujer trans de El Salvador que huyó a México a causa de la persecución que sufría por parte de las maras y de la policía en su país. Tengo 32 años. Todo el tiempo me he dedicado a mi negocio, vender sodas. Siempre me ha gustado ser trabajadora, pero desgraciadamente ahora por el problema que estamos viviendo ya no puede tener uno su propio negocio porque ya le ponen renta [las maras de El Salvador] entonces ya no puede vivir uno ya tranquilamente. Los policías me hostigaban, siempre me paraban y me decían cosas, me extorsionaban y me golpeaban. Decían que no les gustaba por ser quien soy. Las maras me amenazaban también: cada mes me cobraban una “renta”, pero no podía pagarla toda. Creo que me amenazaban por la discriminación y la homofobia, por ser quien soy. Pensé en ir a las autoridades, pero después viéndolo bien que [ellos mismos] me llegaban a molestar a mi casa [...] y siempre me molestaban. Fui a [la Procuraduría para la Defensa de] los Derechos Humanos [...] y fui en dos ocasiones y en las dos ocasiones jamás tampoco me dieron resultado.Decidí irme del país. Me tenían acorralada. No conocía [a nadie que hubiera migrado]; cuando yo decidí irme me fui sola sin conocer nada ni saber a qué [...] o que me podía pasar algo. Viajé el año pasado en septiembre de 2015. En fronteras fui asaltada, me robaron. Me instalé en un lugar allí en Tapachula, busqué apoyo de COMAR [Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados], me negaron mi refugio también. Me dijeron por algunos problemas que había tenido tiempo atrás [había estado detenida]. Me involucraron con drogas y pagué con la cárcel, hace 12 años. Estuve presa cinco años y la experiencia fue dura. Estaba en una cárcel de un sector sólo de trans, [pero había] discriminación siempre [y] los señores agentes se aprovechan. Siempre [me] trataban como hombre, [y] siempre le decían el nombre de hombre a uno.[Las autoridades me dieron] 15 días para que abandonara el país entonces yo me fui de Tapachula para otro lugar de México. Me arriesgué mucho [...] me pegaban, porque en un momento me pegaron y hasta de robo he sufrido. Busqué otra manera de regularizar mi situación, pero no pude. Finalmente me agarraron en [la aduana de] Tijuana en marzo de 2016. Estuve en una cárcel [...] en Oaxaca y estuve en otra cárcel [...] en Tapachula [varias semanas]. En Tapachula las condiciones eran pésimas. Estuve en un sector donde meten a la familia donde meten a los papás con los hijos o a las mamás con los hijos. [Me daban comida] diferente que los otros, y a los otros los trataban mejor que a mí. [Luego] me trajeron hasta la frontera de El Salvador. [Me llevaron en autobús] por todo Guatemala. Me dijo la muchacha la que me entrevistó que por qué [me había ido], le dije por la misma situación que estaba viviendo en nuestro país. [...] [N]o me dijeron nada más. [Ahora] se siente la [misma] inseguridad. Tengo miedo, así que he decidido volver a migrar. Tengo miedo pero a veces se siente uno más seguro [...] no siendo el país de uno.“El Salvador es uno de los países más mortales del mundo fuera de una zona de guerra. Más de 108 homicidios por cada 100.000 habitantes.”Amnistía Internacional