Nelson Mandela fue un líder político y activista que luchó incansablemente contra el apartheid en Sudáfrica, convirtiéndose en un símbolo universal de resistencia, justicia social y reconciliación, y uno de los personajes más inspiradores y destacados del siglo XX.
Conocido como el prisionero 46664, Mandela pasó 27 años encarcelado, un periodo que no lo debilitó, sino que fortaleció su compromiso con la libertad y la dignidad humana. Su liberación, el 11 de febrero de 1990, marcó un antes y un después en la historia de Sudáfrica y del mundo. En 1993, fue galardonado con el Premio Nobel de la Paz por su liderazgo visionario en la lucha contra el apartheid y su extraordinaria capacidad para tender puentes entre comunidades profundamente divididas.
Un año después, en 1994, Mandela hizo historia al convertirse en el primer presidente negro de Sudáfrica, liderando las primeras elecciones democráticas en las que todas las personas, independientemente de su raza, tuvieron derecho al voto. Durante su presidencia, trabajó para construir un sistema político multirracial y una democracia sólida que garantizara derechos y justicia para todos los sudafricanos.
Incluso después de dejar la presidencia en 1999, Mandela siguió dedicando su vida a la promoción de la paz, los derechos humanos y la lucha contra el VIH/SIDA, una de las crisis más graves de su país. En 2006, fue reconocido por Amnistía Internacional con el Premio "Embajador de Conciencia", un honor otorgado a quienes demuestran un compromiso excepcional con los derechos humanos y la lucha por la justicia. Esta distinción subrayó aún más su incansable esfuerzo por la liberación y la dignidad de todos los pueblos, no solo en Sudáfrica, sino en el mundo entero. Su fallecimiento en 2013 dejó un vacío inmenso, pero su legado sigue vivo, recordándonos que el cambio es posible incluso en las circunstancias más adversas.
Nelson Mandela volvió a visitar su celda en la isla de Robben, donde pasó dieciocho de sus veintisiete años de prisión, Sudáfrica, 1994. © Jurgen Schadeberg - www.jurgenschadeberg.com
En 2015, dos años después de su fallecimiento, la Comisión de Prevención del Delito y Justicia Penal de la ONU adoptó las Reglas de Mandela, una revisión esencial de las normas internacionales sobre el tratamiento de los reclusos. Estas reglas, que refuerzan la protección de los derechos humanos en las prisiones, incluyen la prohibición absoluta de la tortura y el abuso, así como restricciones sobre el aislamiento y el trato cruel. Amnistía Internacional celebró su adopción, destacando el impacto positivo que podrían tener para mejorar las condiciones carcelarias en todo el mundo, algo que Mandela, que pasó 27 años en prisión, siempre defendió:“Se dice que no se conoce un país realmente hasta que se está en sus cárceles. No se debe juzgar a una nación por cómo trata a sus ciudadanos más destacados, sino a los más desfavorecidos”.
El legado de Nelson Mandela también se puede ver en sus frases más famosas, que reflejan su compromiso con la justicia, la igualdad y la reconciliación. He aquí algunas de las más inolvidables:
Nelson Mandela se dirige al Comité Especial contra el Apartheid en el Salón de la Asamblea General, Naciones Unidas, Nueva York, el 22 de junio de 1990. © UN Photo/P Sudhakaran
Flores para Mandela. BKP, CC BY-SA 3.0, via Wikimedia Commons
Nelson Mandela saluda a jóvenes simpatizantes desde lo alto de una valla publicitaria en un municipio de las afueras de Durban, el 16 de abril de 1994. © Alexander Joe / AFP vía Getty Images
Finalizamos el recopilatorio con el poema de William Ernest Henley que acompañó a Nelson Mandela en la prisión durante sus 27 años de cautiverio:
INVICTUS
En la noche que me envuelve,
negra, como un pozo insondable,
le doy gracias al Dios que fuere
por mi alma inconquistable.
En las garras de las circunstancias
no he gemido, ni llorado.
Bajo los golpes del destino,
mi cabeza ensangrentada jamás se ha postrado.
Más allá de este lugar de ira y llantos,
acecha la oscuridad con su horror.
Y sin embargo la amenaza de los años me halla,
y me hallará sin temor.
Ya no importa cuan estrecho haya sido el camino,
ni cuantos castigos lleve a mi espalda:
Soy el amo de mi destino,
Soy el capitán de mi alma.