Si has estado disfrutando de tus vacaciones de verano, entonces dedica un momento a pensar en los niños de la escuela de Jan al Ahmar, en el territorio ocupado de Cisjordania. Acortaron sus vacaciones este año, volvieron a la escuela antes de tiempo para tratar de impedir que el ejército israelí la destruyera.
En junio, cuando visité el pueblo de Jan al Ahmar —fundado hace más de 60 años por la la tribu beduina yahalín—, esos niños me dijeron que su peor temor era que llegaran fuerzas israelíes para demoler sus hogares y su escuela. Un mes después, su temor comenzó a hacerse realidad. Jan al Ahmar es una de las 46 comunidades palestinas de Cisjordania que Israel quiere trasladar a la fuerza para dejar espacio a asentamientos ilegales sólo para judíos. El 24 de mayo, el Tribunal Supremo de Israel falló en favor de la demolición del pueblo. Y, el 4 de julio, el ejército desalojó por la fuerza a sus residentes, atacándolos violentamente a ellos y a activistas solidarios en vísperas del desplazamiento forzado de toda la comunidad. En respuesta a este ataque, las personas que viven allí tomaron medidas drásticas. El 16 de julio, el Ministerio de Educación palestino declaró que el inicio del curso escolar en Jan al Ahmar comenzaría dos meses antes. Los alumnos sacrificaron sus vacaciones de verano para protestar contra la inminente demolición de su escuela, y en un intento de protegerla de las excavadoras. Jan al Ahmar está ubicada al este de Jerusalén, cerca de los asentamientos ilegales israelíes de Maale Adumim y Kfar Adumim. El traslado de Israel de sus ciudadanos para que vivan en estos asentamientos, y en otros más de 200, vulnera el derecho internacional y es un crimen de guerra. La primera cosa de la que te percatas al acercarte a Jan al Ahmar es de que no puedes llegar en automóvil. No hay acceso desde la principal carretera, que conecta perfectamente los grupos de asentamientos con el resto de Israel. Tuvimos que aparcar nuestro automóvil, cruzar la carretera y saltar una pequeña barrera para llegar al pueblo. Además de estar rodeada de asentamientos israelíes, Jan al Ahmar también está situada cerca de una base del ejército de Israel y de un asentamiento industrial. La comunidad beduina yahalín del pueblo lleva más de seis decenios luchando por preservar su modo de vida. Expulsados de su propias tierras tribales en el desierto de Néguev/Naqab en la década de 1950, han sido continuamente objeto de hostigamiento, presión y reasentamiento por parte de los sucesivos gobiernos de Israel con la aparente intención de aplastarlos hasta hacerlos desaparecer. Las últimas decisiones de expandir los asentamientos ilegales en la zona situada al este de Jerusalén, lo que en la práctica divide en dos el territorio ocupado de Cisjordania, acarreará más sufrimiento para estas comunidades. Hay 20 comunidades beduinas yahalín en la región, conformadas por 2.300 personas refugiadas, muchas de ellas menores de edad. Estas comunidades están situadas en la denominada “Zona C” de los Acuerdos de Oslo, firmados por Israel y la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) en 1993. En esta zona, que abarca más del 60% de la Cisjordania ocupada, el ejército israelí mantiene un control total sobre la población palestina que vive allí. La Administración Civil de Israel, organismo militar, controla la planificación y zonificación, que impide a los palestinos construir y desarrollar sus comunidades. La Administración Civil de Israel se ha negado a proporcionar agua, electricidad, carreteras o sistemas de alcantarillado a Jan al Ahmar (y a otras comunidades palestinas en la Zona C). Bloquea la construcción de viviendas y durante los últimos 10 años ha demolido más de 25 casas en Jan al Ahmar. El pueblo cuenta con más de 160 estructuras, entre las que hay una escuela, una mezquita y una clínica, hecha básicamente de metal corrugado y madera.Blog
Los niños y niñas palestinos que volvieron a la escuela para detener su demolición
Por Laith Abu Zeyad (@laithzia), responsable de Campañas de Amnistía Internacional sobre Israel y los Territorios Palestinos Ocupados, 14 de septiembre de 2018
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