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Los investigadores de la escena del crimen examinan el lugar donde Jay-Ar Derder perdió la vida el 8 de noviembre de 2016 en Navotas, al norte de Manila, Filipinas. El señor Derder, trabajador de la construcción y sospechoso de consumir drogas fue tiroteado por la policía en un presunto tiroteo, pero familiares y vecinos informaron que Jay-Ar ya estaba bajo custodia policial horas antes de ser asesinado. © Jes Aznar/ Getty Images

Blog

Filipinas: Duterte debe poner fin a su “guerra contra las drogas”

Por Rawya Rageh (@RawyaRageh) and Matt Wells, Amnistía Internacional,
Gener Rondina

había intentado dejar el consumo y la venta a pequeña escala de drogas

7.000 personas que han muerto en la “guerra contra las drogas”el presidente Rodrigo Duterte llegó al poder,
casos que ha documentado Amnistía Internacional

Se niega la dignidad a las víctimas incluso en la muerte; un funcionario que habló con nosotros contó que algunos policías han llegado a acuerdos con las funerarias locales y se llevan un porcentaje por cada cadáver que les envían.

Rawya Rageh, Amnistía Internacional


Familiares de Michael Siaron lloran durante su entierro el 3 de agosto de 2016. © NOEL CELIS/AFP/Getty Images

Ronald de la Rosa reconoció que existe corrupción dentro de la fuerza

no tienen que responder a ninguna pregunta Jee Ick-joo


Un supuesto drogadicto yace muerto mientras los agentes de policía investigan la escena del crimen. Desde que el presidente Rodrigo Duterte llegó al poder, prometiendo mejorar las condiciones de vida de los pobres y limpiar las calles de delincuencia, algunas personas se han tomado la justicia por su mano y han matado a cualquier presunto consumidor o vendedor de drogas. © NOEL CELIS/AFP/Getty Images> El martes por la noche, al día siguiente de que la policía declarase que había abandonado sus operaciones antidroga, apareció el cadáver de Aldrin de Guzman, de 24 años, cerca de su domicilio. Los asesinos lo habían dejado en la calle, en una escena que se ha vuelto inquietantemente familiar para la ciudadanía filipina. Cada mañana, la gente camina por la calle, junto a los cadáveres, sintiendo el miedo que los asesinos han dejado para ellos.

Es un miedo ya extendido en todos los barrios empobrecidos del archipiélago, cuyos residentes temen ser, ellos mismos o un ser querido, los próximos. La misma policía que debería debe protegerlos les está dando caza, siguiendo las instrucciones del presidente, que debería ser su mayor defensor. “Si eres pobre”, como nos dijo el familiar de una víctima, “te matan”.

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