“No podía abrir los ojos porque estaban llenos de cristales, metralla y arena. Todo mi cuerpo estaba debajo de los escombros, solo era visible un pie, los rescatadores tal vez tardaron 20 minutos en sacarme”; Malak Al Shaer dormía junto a su marido Omar y a su hija Roua de 16 años en el primer piso de su casa familiar cuando ésta fue bombardeada y destrozada por el ejército israelí en Rafá el pasado 19 de diciembre.
Cuando abrió los ojos, Malak no sabía que su marido y su hija, sus suegros, sus cuñados y los cuatro hijos de éstos, de entre los 16 y un año de edad, que dormían en la planta de abajo, habían muerto en el ataque. Malak sufrió graves quemaduras, algunas en la cara, y tiene problemas de visión debido a la metralla alojada en los ojos, pero le dieron de alta en el hospital al cabo de dos semanas. Los hospitales del sur de Gaza están desbordados y con graves carencias de material.
El 70 por ciento de las personas fallecidas en Gaza desde el 7 de octubre de 2023 han sido mujeres y menores de edad, más de 17.000, según la UNWRA.Aproximadamente un millón de los 1,9 millones de personas desplazadas son mujeres y niñas, según ONU Mujeres.Y las condiciones higiénicas en las que se encuentran los refugios masificados a los que están llegando las personas desplazadas, impacta especialmente en ellas, que apenas tienen acceso, por ejemplo, a productos higiénicos, y que carecen de intimidad a la hora de ir a unos baños en condiciones deplorables. El nivel de asistencia humanitaria vital que llega a la Franja es muy inferior a lo que la población necesita.
A esto se unen las deficientes condiciones en las que se encuentran los hospitales en Gaza, que no pueden dar atención adecuada a personas heridas, personas enfermas, o mujeres que van a dar a luz. La media de nacimientos en los Territorios Ocupados Palestinos es de 4,1 por mujer. Cuando empezó el conflicto en octubre de 2023, unas 50.000 mujeres estaban embarazadas y sin acceso a salud obstétrica, y unos 20.000 bebés habrían nacido desde el inicio de los ataques.
Los riesgos de que en los conflictos se incremente la violencia contra las mujeres y la violencia sexual como arma de guerra son altísimos, en un contexto en el que muchas se ven obligadas a separarse de sus familiares, se quedan sin sus redes de apoyo, enviudan, pierden a sus hijos, o ellas mismas son asesinadas. Las mujeres corren más riesgo de no ser atendidas médicamente ni en las enfermedades, ni en los partos; muchas de ellas, además, bajo las bombas o en la huida hacia otras ciudades u otros países deben hacerse cargo de los menores y los mayores de la familia.
“Cuando hay un conflicto, una guerra o una invasión, más que nunca se deben activar medidas que protejan a las mujeres contra la violencia de género y la violencia sexual”
Amnistía Internacional ha podido constatar que esta situación es aún más grave en conflictos como el de Gaza, donde Israel ha creado unas condiciones que, en opinión de la Corte Internacional de Justicia, ponen a la población en riesgo inminente de genocidio. Esto ya pudo observarseen la situación de la comunidad yazidí a manos del autodenominado Estado Islámico, que en 2014 llevó a cabo atrocidades a gran escala contra la población civil en la región de Sinjar, al norte de Irak: homicidios masivos, violencia sexual, tortura y esclavización de mujeres y niñas, más de 5.000 personas muertas y más de 400.000 personas tuvieron que salir de sus hogares.
“Cuando hay un conflicto, una guerra o una invasión, más que nunca se deben activar medidas que protejan a las mujeres contra la violencia de género y la violencia sexual que aumenta en este tipo de situaciones por muchas razones: la ausencia del Estado, la desconfianza en las autoridades ocupantes, el estigma que conlleva revelar experiencias de violencia sexual. Pero también se deben tomar medidas que garanticen el acceso a servicios de salud adecuada durante sus embarazos y partos. Se les deben facilitar recursos y medios para la subsistencia, tanto para ellas como para sus hijos e hijas, o sus mayores. Y especialmente se deben impulsar medidas específicas de protección para las mujeres desplazadas y refugiadas”, manifestó Beatriz Martos, responsable del trabajo sobre las mujeres en Amnistía Internacional.
Poco avance para la protección de las mujeres
Este 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, Amnistía Internacional no quiere olvidar a las mujeres y las niñas que están viviendo en medio de una guerra, no solo en Gaza, sino también en Ucrania, Etiopía, oSiria, por nombrar algunos de los conflictos que siguen abiertos en estos momentos.
En2000, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas aprobó la Resolución 1325 sobre las mujeres, la paz y la seguridad, que reconocía que la guerra afecta de manera diferente a las mujeres. También este año, se cumplen 30 años de la Conferencia de Población y Desarrollo de El Cairo, en la que se establecían pautas para la obligada protección de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres y niñas también durante las situaciones de conflicto.
“Lamentablemente, poco se ha hecho en lo que va de siglo para garantizar los derechos de las mujeres que están viviendo en conflictos. Las mujeres no solo no han sentido ningún tipo de protección o que sus situaciones particulares no son tenidas en cuenta, sino que no han dejado de ver como sus derechos, incluidos sus derechos sexuales y reproductivos se vulneran día tras día”, señaló Beatriz Martos.
Ucrania. Después de dos años de invasión a gran escala de Rusia, la situación está teniendo efectos perjudiciales en la salud mental, física, sexual y reproductiva de las mujeres. Los ataques a hospitales han limitado el acceso a la asistencia médica; las mujeres se ven obligadas a tomar decisiones de vida o muerte por sus hijos e hijas o por sus mayores que no pueden acompañarlas cuando se han visto obligadas a abandonar el país. Quienes lo hicieron, al no contar con vías de evacuación segura, tuvieron gran riesgo de convertirse en víctimas de trata con fines de explotación sexual. Y en cuanto a sus propios cuidados, los limitados suministros y altos precios de los artículos para la menstruación, las obligan a elegir entre alimentos o productos sanitarios.
Etiopía.Los delitos sexuales perpetrados contra las niñas y las mujeres en tiempos de guerra constituyen crímenes de guerra y posibles crímenes de lesa humanidad. La violencia sexual se ha cometido con escandalosos niveles de brutalidad, palizas, amenazas de muerte e insultos étnicos. Amnistía Internacional ha podido documentar este tipo de violencia en la zona del Tigré occidental, incluso tras la firma del Acuerdo de Cese de Hostilidades, contra mujeres detenidas por las Fuerzas de Defensa de Eritrea por sospechas de que sus cónyuges, hijos o familiares eran miembros de las Fuerzas de Tigré.
Siria.Quienes se vieron obligadas a salir del país y están retornando, sufren ahora represalias por parte de las autoridades, que les acusan de traición o de apoyar el “terrorismo”. En algunos casos, se actuó contra personas retornadas simplemente porque eran originarias de zonas de Siria que estuvieron bajo el control de la oposición. Amnistía Internacional ha documentado castigos brutales, incluida la violencia sexual, contra quienes consideran sospechosos en pasos fronterizos o centros de detención durante interrogatorios.
8M en la calle
Amnistía Internacional este 8 de Marzo sale a la calle para recordar a las mujeres que están sufriendo las consecuencias de las bombas en diferentes partes del mundo. Activistas de Amnistía Internacional participarán en manifestaciones en más de 30 ciudades, entre ellas, Albacete, Bilbao, Cádiz, Córdoba, Jaén, Huesca, León, Madrid, Murcia, o Vitoria, entre otras.