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Necesidad apremiante de un alto el fuego y de la investigación de los crímenes de guerra

Londres.- Amnistía Internacional reitera su llamamiento en favor de un cese completo, inmediato y efectivo de las hostilidades, en vista de los récords que están alcanzando los índices de muertes de civiles. El viernes 5 de agosto, al menos 23 trabajadores agrícolas sirios murieron a manos de las fuerzas israelíes en una granja del pueblo de Al Qaa, en la frontera sirio-libanesa, de acuerdo con varios informes recibidos. Es, junto con el ataque a un edificio de Qana perpetrado el 30 de julio, el mayor número de víctimas mortales documentado hasta el momento en un solo incidente. En los cuatro últimos días, parece ser que también los cohetes disparados por Hezbolá desde el sur de Líbano a Israel han matado al menos a 14 civiles. Esta clase de ataques por parte de ambos bandos se ha convertido en parte integrante de un patrón de actuaciones cada vez más afianzado que incluye crímenes de guerra.  

Tales ataques, además, hacen imprescindible y urgente que Israel y Líbano acepten una investigación –sobre los patrones de ataque tanto de Israel como de Hezbolá– por parte de un organismo imparcial e independiente como la Comisión Internacional Humanitaria de Encuesta (IHFFC). La investigación israelí sobre la matanza de civiles en Qana, donde al menos 28 personas que se refugiaban en un edificio resultaron muertas en un bombardeo israelí, careció de toda credibilidad.

Según un testigo de los hechos entrevistado por la delegación de Amnistía Internacional en Líbano, el viernes las fuerzas israelíes lanzaron dos ataques aéreos contra una granja situada en Al Qaa. Los trabajadores de la granja, en su mayoría kurdos de nacionalidad siria y entre los que había al menos cinco mujeres, envasaban y procesaban frutas para su exportación. El testigo afirmaba que vio la primera explosión desde el tejado del recinto parroquial. Cuando se disponía a ir al lugar para prestar ayuda, entre cinco y siete minutos después, se produjo otra explosión. Aseguraba que había visto cómo sacaban 22 cadáveres del lugar.

Un portavoz del ejército israelí manifestó que el ataque tenía como objetivo la presunta transferencia de armas por Hezbolá desde Siria. En la información reunida por la delegación de Amnistía Internacional, a partir de testigos presenciales e imágenes grabadas del lugar, no existe indicio alguno que respalde las afirmaciones del ejército israelí. El ataque parece haber sido indiscriminado o desproporcionado, y, como tal, un crimen de guerra.

Desde el viernes las fuerzas israelíes han vuelto a bombardear infraestructuras civiles en Líbano, cortando una de las últimas carreteras vitales que quedaban para la entrada de ayuda humanitaria internacional. Según la información recibida, al menos 45 civiles han muerto en los ataques, incluidas las víctimas mortales de la incursión en Al Qaa. Israel advirtió a los residentes de la ciudad de Sidón, en el sur de Líbano, que evacuaran la ciudad con antelación a los ataques aéreos previstos por el ejército israelí contra objetivos de Hezbolá. Los soldados israelíes lanzaron folletos por toda la ciudad advirtiendo a los habitantes que se marcharan.

Los repetidos ataques de Israel contra infraestructuras civiles han obligado a desplazarse a cientos de miles de civiles, y amenazan con causar el desplazamiento de varias decenas de miles más en Sidón que ya habían tenido que desplazarse desde los pueblos de la zona. El nuevo llamamiento a la evacuación –ahora Sidón– no puede significar que esta ciudad deba ser considerada ahora por las fuerzas israelíes como “zona de fuego libre” u objetivo militar. Junto con esta repetición de avisos a la población civil en el sur, las fuerzas israelíes dificultan la marcha de los civiles al destruir carreteras y puentes y atacar los convoyes. Tales actos no hacen sino sembrar el pánico y el terror en vez de aumentar la protección de la población civil.

Representantes de Hezbolá han descrito los ataques con cohetes de este grupo contra Israel como medidas de represalia por los ataques israelíes contra civiles. Amnistía Internacional considera ilegítimos estos ataques, cree que son ataques directos contra civiles y, como tales, constituyen crímenes de guerra.

Amnistía Internacional pide al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, que actualmente debate un proyecto de resolución sobre la crisis, que solicite el cese inmediato, efectivo y completo de las hostilidades para proteger a la población civil de Líbano e Israel. Asimismo, el Consejo de Seguridad debe exigir a las partes en conflicto que adopten de inmediato todas las medidas necesarias para permitir la entrega de ayuda humanitaria a las personas afectadas por las hostilidades. A la hora de deliberar sobre sus próximos pasos, el Consejo de Seguridad deberá hacer frente al hecho de que ambas partes del conflicto no han respetado las obligaciones contraídas en virtud del derecho internacional, y estudiar la manera de obligarlas a responder por ello.

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