Londres.- Decenas de miles de detenidos recluidos sin juicio en Irak, muchos de los cuales fueron transferidos recientemente desde la custodia estadounidense, permanecen en peligro de tortura y otras formas de malos tratos. Así lo ha manifestado Amnistía Internacional en un nuevo informe hecho público hoy.
El informe, titulado "Nuevo orden, idénticos abusos: Detenciones ilegales y tortura en Irak", expone con detalle la situación: miles de detenciones arbitrarias –en ocasiones durante años– sin cargos ni juicio, brutales palizas a detenidos –a menudo en prisiones secretas– para obtener confesiones forzadas, y desapariciones forzadas.
“Las fuerzas de seguridad iraquíes han sido responsables de violaciones sistemáticas de los derechos de los detenidos, unas violaciones que se les ha permitido cometer impunemente”, ha manifestado Malcolm Smart, director del Programa para Oriente Medio y el Norte de África de Amnistía Internacional.
“Sí, las autoridades de Estados Unidos, cuyo historial respecto a los derechos de los detenidos ha sido tan malo, han entregado a miles de personas detenidas por fuerzas estadounidenses, para que se enfrenten a este catálogo de ilegalidad, violencia y abusos, y al hacerlo han eludido toda su responsabilidad en cuanto a los derechos humanos.”
Amnistía Internacional estima que en Irak hay 30.000 detenidos recluidos sin cargos ni juicio, aunque las autoridades iraquíes no han facilitado cifras exactas. De ellos, 10.000 fueron transferidos recientemente de la custodia estadounidense al concluir algunas de las tropas de combate de Estados Unidos sus operaciones en Irak.
Se sabe que varios detenidos han muerto bajo custodia, al parecer a consecuencia de la tortura u otros malos tratos infligidos por los agentes iraquíes que realizan los interrogatorios o por los guardias de prisiones, quienes se niegan sistemáticamente a confirmar a sus familiares su detención o su paradero. Ante este contexto, Amnistía Internacional ha puesto en marcha una ciberacción con el objetivo de recabar el apoyo social y exigir a las autoridades iraquíes que se ponga fin a las torturas y otras formas de malos tratos llevadas a cabo en su territorio, así como que se garantice el acceso a juicios justos. Riyadh Mohammad Saleh al Uqaibi, de 54 años, casado y con hijos, murió bajo custodia el 12 ó 13 de febrero de 2010 a consecuencia de una hemorragia interna causada por los golpes que le propinaron durante el interrogatorio: fueron tan brutales, que le fracturaron las costillas y le dañaron el hígado.
Un ex miembro de las Fuerzas Especiales iraquíes fue detenido a finales de septiembre de 2009 y recluido en un centro de detención de la Zona Verde de Bagdad, sumamente fortificada, antes de ser trasladado a una prisión secreta en el antiguo aeropuerto de Muthanna.
Su cadáver fue entregado a su familia varias semanas después. En el certificado de defunción aparece como causa de la muerte "fallo cardiaco".
“Las autoridades iraquíes han incumplido flagrantemente su deber de emprender acciones efectivas para erradicar la tortura y castigar a quienes la perpetran, pese a las pruebas abrumadoras de su uso”, ha manifestado Malcolm Smart.
“Las autoridades tienen el deber de investigar, hacer rendir cuentas a los responsables, llevarlos ante la justicia y otorgar reparación a las víctimas. El hecho de que no tomen esas medidas concretas transmite el mensaje de que esas violaciones se toleran y pueden repetirse.”
Más de 400 detenidos fueron recluidos en la prisión secreta del antiguo aeropuerto de Muthanna, cuya existencia se reveló públicamente en abril de 2010.
Varios de los recluidos dijeron a Amnistía Internacional que los habían detenido sobre la base de información falsa que las fuerzas de seguridad iraquíes habían obtenido de informadores secretos.
Los detenidos habían estado recluidos sin acceso al mundo exterior, y algunos habían sido sometidos a tortura u otros malos tratos durante los interrogatorios, al parecer para obligarlos a confesar su implicación en ataques con explosivos u otros delitos que podrían acarrear la pena de muerte.
En Irak se utiliza la tortura habitualmente para obtener “confesiones”. En muchos casos, esas confesiones han sido preparadas de antemano por los responsables del interrogatorio, y a los detenidos los obligan a firmarlas con los ojos vendados y sin leer su contenido.
En muchos casos –incluso casos en los que los cargos pueden suponer una condena de muerte–, esas confesiones firmadas son la única prueba que se presenta contra los detenidos cuando se los lleva a juicio.
Según los informes, cientos de detenidos han sido condenados a muerte, y algunos han sido ejecutados, tras ser declarados culpables sobre la base de “confesiones” que, según afirman, eran falsas y habían sido firmadas bajo tortura u otros métodos de coacción.
Entre los métodos de tortura utilizados se encuentran golpear al detenido con cables y tuberías, colgarlo durante periodos prolongados por los brazos o las piernas, administrarle descargas eléctricas en zonas sensibles del cuerpo, fracturarle extremidades, arrancarle las uñas de las manos o los pies, asfixiarlo o agujerearle el cuerpo con taladros, además de torturas psicológicas como amenazarlo con violarlo.
Miles de personas continúan recluidas pese a que se han dictado órdenes judiciales para su liberación, y pese a que la Ley de Amnistía iraquí de 2008 establece que se debe poner en libertad a los detenidos que no hayan sido acusados después de un periodo de entre seis y doce meses.
Las fuerzas estadounidenses completaron el 15 de julio de 2010 el traslado a la custodia iraquí de todos los detenidos salvo 200. Ese traslado se llevó a cabo sin mediar ninguna garantía contra la tortura o los malos tratos.
El informe destaca asimismo las prolongadas detenciones en la región del Kurdistán, en el norte del país, a manos de la Asayish, la policía de seguridad kurda.
Walid Yunis Ahmad, de 52 años y padre de tres hijos, lleva más de 10 años recluido sin cargos ni juicio, desde que, el 6 de febrero de 2000, fue detenido en Erbil, capital de la región semiautónoma del Kurdistán, por miembros de la Asayish. Es el detenido que más tiempo lleva recluido sin juicio en Irak de los que Amnistía Internacional tiene conocimiento.
Tres años después de su detención, su familia descubrió que estaba vivo pero seguía detenido, y pudo visitarlo.
Walid Yunis Ahmad, según los informes, ha sido torturado, y permanece recluido en régimen de aislamiento desde que en 2008 inició una huelga de hambre de 45 días en protesta por su prolongada reclusión. En la actualidad, se encuentra detenido en la jefatura de la Asayish en Erbil.
“Las autoridades iraquíes deben emprender ya, al completarse el traspaso de las prisiones a la custodia iraquí, acciones firmes y decisivas para demostrar que tienen la voluntad política de proteger y defender los derechos humanos de todos los iraquíes, de acuerdo con las obligaciones que han contraído en virtud del derecho internacional, y para erradicar la tortura y otros abusos graves, tan extendidos actualmente, contra los derechos de los detenidos”, ha manifestado Malcolm Smart.
“Los detenidos que han permanecido recluidos durante largos periodos sin que se formularan cargos penales reconocibles contra ellos y sin que se los haya juzgado, deben ser puestos en libertad o juzgados sin demora en procesos que cumplan plenamente las normas internacionales sobre juicios justos, y sin recurrir a la pena de muerte.” Para más información, véase:
- INFORME: "Nuevo orden, idénticos abusos: Detenciones ilegales y tortura en Irak", Amnistía Internacional, septiembre de 2010.
- CIBERACCIÓN de Amnistía Internacional.