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Irán: Escritora a punto de ser encarcelada por escribir un relato sobre la lapidación

Las autoridades iraníes deben anular de inmediato la sentencia condenatoria y la pena impuestas a la escritora y activista de derechos humanos Golrokh Ebrahimi Iraee, que deberá comenzar a cumplir seis años de cárcel por cargos entre los que figura el de “insultar a símbolos sagrados islámicos” por escribir un relato —que no ha llegado a publicarse— sobre la terrible práctica de la lapidación, ha dicho hoy Amnistía Internacional. “Los cargos contra Golrokh Ebrahimi Iraee son grotescos. Puede pasar años encarcelada por el mero hecho de escribir un relato que ni siquiera se ha publicado, es decir, que en realidad se la está castigando por utilizar su imaginación”, ha dicho Philip Luther, Director de Investigación y Trabajo de Incidencia para la región de Oriente Medio y Norte de África de Amnistía Internacional.

“En vez de encarcelar a una joven por ejercer pacíficamente sus derechos humanos expresando su oposición a la lapidación, las autoridades iraníes deberían centrarse en abolir este castigo, que constituye tortura. Es deplorable que Irán siga permitiendo el uso de la lapidación y lo justifique en nombre de la protección a la moralidad.”

El 4 de octubre, Golrokh Ebrahimi Iraee recibió una amenazadora llamada telefónica de la Oficina de Aplicación de Condenas. Se le ordenaba que se presentara en la prisión de Evin para comenzar a cumplir su condena de seis años de cárcel por “insultar a símbolos sagrados islámicos” y “difundir propaganda contra el sistema”.

El motivo por el que se presentó el primero de estos cargos, por el que se la condena a cinco años de cárcel, es fundamentalmente un relato de ficción escrito por la joven. En el relato se describe la reacción de indignación de una joven al ver la película La lapidación de Soraya M., que cuenta la historia real de una joven lapidada por adulterio. Su enfado la lleva a quemar un ejemplar del Corán.

El relato fue descubierto por las autoridades el 6 de septiembre de 2014 cuando unos hombres, al parecer agentes de la Guardia Revolucionaria, detuvieron a Golrokh Ebrahimi Iraee junto con su marido, Arash Sadeghi, en el lugar de trabajo de éste en Teherán. Los hombres, que no mostraron ninguna orden de detención, llevaron a la pareja a su casa, registraron sus pertenencias y confiscaron diversos objetos, como sus ordenadores portátiles, tabletas y algunos CD.

Luego trasladaron a Arash Sadeghi, activista de derechos humanos, a la prisión de Evin, en Teherán, y a Golrokh Ebrahimi Iraee a un lugar de detención secreto. Allí la mantuvieron toda la noche y después la trasladaron a un pabellón de la prisión de Evin que está bajo el control de la Guardia Revolucionaria, donde la retuvieron 20 días sin acceso a sus familiares ni a asistencia letrada y sin ponerla a disposición judicial. Los tres primeros días los pasó en régimen de aislamiento.

Golrokh Ebrahimi Iraee ha dicho que mientras estuvo detenida la interrogaron durante largas horas con los ojos vendados y de cara a la pared, y que sus interrogadores le dijeron repetidas veces que podía ser ejecutada por “insultar al islam”. Además, oía las amenazas e insultos que proferían los interrogadores contra su esposo en la celda de al lado, lo cual aumentaba su angustia. Posteriormente, Arash Sadeghi dijo que sus interrogadores lo habían torturado bajo custodia, propinándole patadas, bofetadas y puñetazos en la cabeza, e impidiéndole respirar.

Golrokh Ebrahimi Iraee fue juzgada en dos breves sesiones por un Tribunal Revolucionario en Teherán, y no tuvo asistencia letrada. El primer abogado que designó recibió presiones para que abandonara el caso, y al segundo le impidieron que leyera su expediente judicial y que la representara. La acusada tampoco tuvo ocasión de hablar en su defensa, porque la primera sesión se centró en el activismo de su esposo, y en la segunda estaba en el hospital recuperándose de una importante operación y no pudo asistir. A pesar de que le facilitó al tribunal su historial clínico, su petición de aplazar la sesión fue rechazada.

“El ‘juicio’ de Golrokh Ebrahimi Iraee fue grotesco. Se le negó el derecho a defenderse y su sentencia estaba dictada de antemano. Es sólo el ejemplo más reciente del profundo desprecio de las autoridades iraníes por la justicia y los derechos humanos”, ha dicho Philip Luther.

“Instamos a las autoridades a que anulen de inmediato la sentencia condenatoria de Golrokh Ebrahimi Iraee y la de su esposo, Arash Sadeghi, que lleva encarcelado desde junio por ejercer pacíficamente sus derechos a la libertad de expresión y asociación. El gobierno iraní está a punto de acabar con toda una generación de jóvenes activistas con sus medidas despiadadas y represivas.” Información complementaria

Las autoridades iraníes confirmaron en sus comentarios al último informe del secretario general de la ONU sobre la situación de los derechos humanos en Irán que la lapidación es la pena que dispone la ley islámica para el adulterio, y afirmaron que este castigo es eficaz “para disuadir los delitos y proteger la moral”.

Amnistía Internacional conoce el caso de al menos una mujer —Fariba Khaleghi— que actualmente puede morir lapidada.

Amnistía Internacional ha pedido continuamente a las autoridades iraníes que despenalicen las actividades sexuales con consentimiento entre personas adultas del mismo y de distinto sexo.

Arash Sadeghi cumple actualmente una pena de 15 años de cárcel en la prisión de Evin por “difundir propaganda contra el sistema”, “reunirse y coludir contra la seguridad nacional” e “insultar al fundador de la República Islámica”. También a él se le negó el acceso a un abogado. Al parecer, sus interrogadores utilizaron como “prueba” de los cargos contra él copias impresas de sus mensajes de Facebook y de correo electrónico con periodistas y activistas de derechos humanos en el extranjero y medios de comunicación tales como el servicio en persa de la BBC.

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