Madrid.- Una semana después de que el subsecretario de Defensa estadounidense haya anunciado que el personal de Defensa de EE.UU. cumplirá con lo establecido en el artículo 3 de los Convenios de Ginebra, Amnistía Internacional inaugura un curso de verano en la Universidad Complutense, titulado: “La tortura, el dolor como método”. Entre otros ponentes, la organización contará con la presencia de dos personas que han sido víctimas de violaciones contra los derechos humanos en Guantánamo, Asif Iqbal y Rhuhel Ahmed.
Este anuncio de la administración norteamericana significa en la práctica una anulación parcial de la política mantenida durante cuatro años y medio de negar a los detenidos bajo su custodia “en la guerra contra el terror” la protección que brinda el artículo 3 y que consiste en que los juicios sólo pueden celebrarse "ante un tribunal legítimamente constituido”, con todas las garantías. Asimismo, prohíbe la tortura y el trato cruel, humillante y degradante.
“Sin embargo, estas instrucciones sólo abarcan a los detenidos bajo custodia del Departamento de Defensa, lo que exime una vez más de su cumplimiento a otras agencias como la CIA, presuntamente responsable de detenciones secretas, entregas ilegales y torturas. Algo que no podemos seguir permitiendo” afirma Esteban Beltrán, director de Amnistía Internacional en España.
“Es importante dejar claro que la aplicación del artículo 3 es sólo un paso hacia delante, no la solución definitiva. También deben aplicarse protecciones completas en virtud del derecho internacional en el caso de todos los demás detenidos, independientemente de donde permanezcan recluidos y bajo la custodia de qué agencia”, continúa Beltrán.
No más hipocresía “No cabe duda de que ha llegado el momento de que Estados Unidos introduzca un cambio mayor en su política. El rechazo del gobierno a aplicar el derecho y las normas internacionales ha venido seguida de graves abusos y ha causado un gran daño a la credibilidad de este país en materia de derechos humanos”.
“Las autoridades estadounidenses deben garantizar que cuando hablan del compromiso de Estados Unidos para con un trato humano, lo que quieren decir cumple con lo que marca el derecho y las normas internacionales. Está claro que éste no ha sido el caso hasta el momento porque han autorizado y aprobado técnicas de interrogatorio y condiciones de detención que violan normas internacionales, y al mismo tiempo han afirmado estar comprometidas a tratar a los detenidos con humanidad. Esta es la hipocresía que tiene que terminar.”
Amnistía Internacional aprovecha la inauguración de este Curso de Verano para recordar que todos los detenidos en Guantánamo deben ser sometidos a un juicio justo, y sin mayores retrasos, o ser puestos en libertad con todas las protecciones. La organización exige, además, que este centro de detención sea clausurado. Así mismo, pide que todas las detenciones que se practiquen deben cumplir plenamente el derecho internacional y de los derechos humanos. Igualmente, deben terminar todas las detenciones secretas y todos los detenidos deben tener acceso a su familia, a asistencia letrada y a una revisión judicial de la legalidad de su detención; y deben ser puestos en libertad si no van a ser juzgados en un proceso justo. Los tres de Tipton Rhuhel Ahemed, Asif Iqbal y Shafiq Rasul proceden de Tipton, una zona pobre del centro de Gran Bretaña, en la que hay una pequeña comunidad de origen Pakistaní y de Bangladesh. Rhuhel Ahemed y Asif Iqbal eran amigos desde el colegio. Ninguno de ellos fue educado en la religiosidad. Shafiq Rasul, también amigo de los anteriores, pero 5 años mayor, tenía un trabajo en un almacén de materiales eléctricos y acudía a clases en la Universidad de Central England. Fueron detenidos en el norte de Afganistán el 28 de noviembre de 2001, y luego fueron llevados a Guantánamo, de donde fueron liberados sin cargos en marzo de 2004.
En septiembre de 2001 ellos tres y otro amigo, Monir, fueron a Pakistán para ayudar a Asif a preparar su boda con una joven paquistaní. Decidieron entonces hacer un pequeño viaje a Afganistán, pero coincidió con el inicio de la operación “Libertad Duradera” de Estados Unidos contra los talibanes a raíz de los atentados del 11 de septiembre. Los cuatro amigos trataron de salir del país, pero fueron detenidos, y más tarde trasladados al centro de detención de la Bahía de Guantánamo, menos uno de ellos, Monir, del cual aún hoy nada se sabe.
Hoy, dos de ellos, Asif Iqbal y Rhuhel Ahmed, participan en este Curso de Verano dirigido por Amnistía Internacional. Éstas son algunas de sus experiencias durante los casi tres años que pasaron detenidos bajo custodia estadounidense:
“Nos hicieron sentarnos con las manos sobre las piernas, pero como estábamos maniatados esta posición era muy incómoda, así que las moví sobre mi regazo. Un soldado vino entonces y me dijo que las pusiera sobre las rodillas, y lo hice. Entonces el soldado dijo ‘este hijo de puta habla inglés’ y comenzó a golpearme, me dio unas 20 patadas y puñetazos. Me hizo una herida en una pierna y estuve casi un mes sin poder andar”. Testimonio de Rhuhel Ahmed sobre su llegada a Guantánamo.
“Me llevaron a otra tienda, me rompieron la ropa y me afeitaron la cabeza y la barba, me sacaron fuera, estaba completamente desnudo sólo llevaba un saco en la cabeza. Escuchaba perros ladrando a mi alrededor, y aunque no podía ver tenía la sensación de que había muchos soldados a mi alrededor. Me llevaron a otra tienda y me hicieron un registro de mis cavidades. Me dijeron que me agachara y sentí cómo me metían algo por el ano. No sé lo que era pero me hacían daño. Me quitaron el saco de la cabeza y me tomaron fotos. Me dieron un uniforme naranja, de poliéster, una camiseta y un pantalón. Entonces me pusieron otras cadenas alrededor de las muñecas que estaban conectadas con otra alrededor de la cintura y también con los tobillos. Estaban muy apretadas y me hacían daño, pedí que me las aflojaran, pero no lo hicieron. Me pusieron unas manoplas negras en las manos que me ataron con cinta a las muñecas. Me pusieron como unas gafas de esquí pero estaban pintadas para que no pudiera ver. Me pusieron unas orejeras como las de los obreros, una máscara como las de los cirujanos, me dieron unos calcetines y unos zapatos naranjas. Me sacaron fuera y apenas podía ver u oír algo. Me hicieron que me sentara en el suelo de gravilla y me dejaron allí horas y horas, 9 o 10. Hacía un frío helador y no dejaban que me moviera. Notaba que a mi alrededor había otros como yo. Durante ese tiempo no me dieron ni comida y agua, lo último que había comido fue la noche anterior. Después nos quitaron las máscaras y nos dieron una paquete de comida preparada. Sin embargo como llevábamos lo demás, como las manoplas, no podíamos abrir el paquete o acercárnoslo a la boca. No nos dieron agua, y nos quitaron la comida antes de que fuera capaz de comer nada. Nos hicieron que nos levantáramos, me pusieron una especie de chaqueta vaquera por encima de los hombros y abotonaron el botón superior. Alrededor del brazo me ataron una cuerda que creo que estaba atada a otros hombres. Nos hicieron andar mucho, creo que en círculos. Mientras andábamos nos tomaban fotos y creo que también nos grababan”. Testimonio de Ashif Iqbal mientras era trasladado de Kandahar (Afganistán) a Guantánamo (Cuba).
¿Qué puedes hacer tú? La organización mantiene abiertas las campañas “Cerremos Guantánamo” y “Regala tus palabras a los presos de Guantánamo” para movilizar a la opinión pública contra el uso de la tortura y otros tratos crueles, inhumanos y degradantes.
Guantánamo se ha convertido en el símbolo de la “guerra contra el terror”, un lugar que lleva abierto cuatro años y medio y que es protagonista de múltiples violaciones de derechos humanos.
Cualquier persona puede firmar exigiendo el cierre de este centro de detención y enviar una carta a los detenidos, para hacerles ver a ellos y a sus familias, y a las autoridades que les han encarcelado, que mucha gente en todo el mundo se acuerda de ellos. La campaña es accesible a través de la web: www.actuaconamnistia.org