Un total de 16 de mujeres de la localidad etíope de Nifas Mewcha (región Amhara) aseguraron a Amnistía Internacional haber sido violadas por combatientes del Frente Popular de Liberación de Tigré, durante el ataque de ese grupo contra su ciudad, a mediados del pasado mes de agosto.
Así, las sobrevivientes relataron cómo los combatientes las habían violado a punta de pistola, les habían robado, las habían agredido física y verbalmente, y habían destruido y saqueado también las instalaciones médicas de la localidad. De las 16 mujeres entrevistadas por Amnistía Internacional, 14 afirmaron haber sido violadas en grupo.
Entre el 12 y el 21 del pasado mes de agosto, durante nueve días, el Frente Popular de Liberación de Tigré se hizo con el control de la localidad de Nifas Mewcha (distrito de Gaint, región Amhara), en el marco de una ofensiva contra sectores de las regiones Amhara y Afar. Funcionarios del gobierno regional refirieron a Amnistía Internacional que más de 70 mujeres habían denunciado ante las autoridades haber sido violadas en Nifas Mewcha durante ese periodo.
“Los testimonios de las sobrevivientes describen actos execrables de los combatientes del Frente Popular de Liberación de Tigré, constitutivos de crímenes de guerra y, posiblemente, de crímenes de lesa humanidad. Son actos que quebrantan la moralidad y hasta el más mínimo resquicio de humanidad”, declara Agnès Callamard, secretaria general de Amnistía Internacional.
“Los combatientes del Frente Popular de Liberación de Tigré deben poner fin de inmediato a todos los abusos y violaciones del derecho internacional humanitario, incluida la violencia sexual y de género. Sus líderes deben dejar claro que esos abusos no se toleran, y expulsar de sus filas a los responsables.”
Violación en grupo y agresiones físicas
Utilizando aplicaciones seguras de videollamada, Amnistía Internacional ha entrevistado a 16 sobrevivientes de la violencia sexual y de género de Nifas Mewcha. Asimismo, la organización ha entrevistado a la dirección del hospital de Nifas Mewcha y a autoridades del gobierno local y regional, conocedoras del ataque y de sus consecuencias.
Según la persona del gobierno local responsable de Asuntos de Mujeres, Niños y Jóvenes, 71 mujeres habían denunciado haber sido violadas por combatientes del Frente durante ese periodo; sin embargo, el Ministerio de Justicia federal hace aumentar la cifra hasta 73.
Las sobrevivientes explicaron a Amnistía Internacional que las agresiones habían empezado desde el momento en que el Frente Popular de Liberación de Tigré se había hecho con el control de la ciudad, el pasado 12 de agosto. Todas ellas identificaron a los agresores como combatientes del Frente, dado su acento y los insultos étnicos que proferían, aparte del hecho de que ellos mismos se identificaban, sin rodeos, como miembros del Frente.
Bemnet, de 45 años y residente en Nifas Mewcha, rememoró ante Amnistía Internacional cómo cuatro combatientes habían llegado a su casa la tarde del 14 de agosto y, tras ordenarle hacer café, tres de ellos la habían violado en grupo.
“Imaginaba sus intenciones —recuerda—, así que mandé a mis hijas lejos de casa. [Los soldados] me dijeron que las trajera, pero yo les respondí que no iban a venir. Entonces, empezaron a insultarme. Decían: ‘Los amhara son burros, los amhara no valen para nada’. Uno de ellos ordenó a los demás que dejaran de insultarme. Les dijo: ‘Es nuestra madre, no debemos hacerle daño’. Los otros tres le obligaron a salir de la casa, y ellos se quedaron. Me violaron por turnos”.
Gebeyanesh, de 30 años y vendedora de alimentación en la ciudad, declara a Amnistía Internacional:
“No es fácil explicar lo que me hicieron: me violaron. Tres de ellos me violaron, mientras mis hijos lloraban. El mayor tiene 10 años, y el otro nueve, y no paraban de llorar mientras [los combatientes del Frente Popular de Liberación de Tigré] me violaban. [Los combatientes] hicieron todo lo que quisieron y luego se fueron. También me agredieron físicamente, y se llevaron shiro y berbere [alimentos locales]. Me propinaron bofetadas y patadas. Cargaron sus pistolas, como si fueran a dispararme.”
Hamelmal, de 28 años, vende inyera en la ciudad. Durante la madrugada del 13 de agosto —narra a Amnistía Internacional— cuatro combatientes la violaron en su domicilio, mientras su hija miraba: “Tengo hijas, dos niñas de 10 y de dos años. Me daba miedo que pudieran matar a mi hija, así que les dije: ‘No matéis a mis hijas; hacedme a mí lo que queráis’. La pequeña estaba dormida, pero la mayor estaba despierta y vio lo que pasó. No tengo fuerzas para contar lo que vio”.
Agresiones verbales deshumanizantes
Los combatientes del Frente Popular de Liberación de Tigré profirieron también insultos étnicos degradantes contra las mujeres, tales como ‘burra amhara’ y ‘codiciosa amhara’. En algunos casos, las fuerzas del Frente comunicaron a las mujeres que violaban en venganza por la violación de mujeres tigré por las fuerzas del gobierno federal. Amnistía Internacional ha documentado en el pasado abundantes violaciones y actos de violencia sexual cometidas en Tigré por la tropas y las milicias aliadas del gobierno.
Hamelmal, que afirma haber sido violada por cuatro combatientes del Frente, detalla a Amnistía Internacional:
“El que me violó primero era su superior. Decía: ‘Los amhara son burros, los ahmara han masacrado a nuestro pueblo (el pueblo tigré), las fuerzas federales de defensa han violado a mi esposa, y ahora nosotros vamos a violarte a ti como nos apetezca”.
Meskerem, de 30 años, cuenta cómo tres combatientes del Frente la violaron y la golpearon con las culatas de sus armas:
“Me insultaban y me decían: ‘Burra amhara, tú eres fuerte, puedes aguantar esto y mucho más’. Perdí el conocimiento durante más de una hora”.
Robos a las víctimas de violación
Amnistía Internacional ha sabido también que, tras violar a las mujeres, los combatientes del Frente saqueaban sus domicilios. Las sobrevivientes, muchas de las cuales viven al día, desempeñando trabajos mal remunerados e informales, gestionando pequeños negocios o realizando trabajo sexual, señalan que los combatientes les robaron alimentos, joyas, dinero y teléfonos móviles.
Meskerem, vendedora de kollo [comida hecha a base de cereales], explica a Amnistía Internacional: “Cuatro de los soldados vinieron a mi restaurante, y comieron y bebieron de todo lo que había en casa. Luego, dos de ellos me violaron. También se llevaron mi anillo y mi collar”.
Frehiwot recuerda que, entre el 12 y el 20 de agosto, fue violada en grupo varias veces por combatientes del Frente, y que uno de ellos le robó el teléfono y dinero.
Por su parte, Tigist indica que los combatientes del Frente que la violaron el 12 de agosto destruyeron también los objetos de su tienda y se llevaron sus joyas: “Se llevaron mis cosas. Cuando acabaron de beberse las cervezas, rompieron las botellas contra cuatro recipientes. Luego rompieron también los dos recipientes de refrescos y se llevaron mi collar de oro. También se llevaron la ropa de cama. Ahora, no puedo llevar mi negocio como antes, porque he perdido todo lo que tenía. . Ahora sólo vendo café […] También hago trabajo sexual. Pero ahora, me resulta difícil confiar en nadie, después de lo que me han hecho”.
Impacto en la salud
De las 16 sobrevivientes de violación entrevistadas por Amnistía Internacional, 15 mencionaron problemas físicos y mentales a consecuencia de las agresiones. En concreto, enumeraron toda una serie de síntomas, como dolor de espalda, sangre en la orina, dificultad para caminar, ansiedad y depresión.
Si bien dos de ellas han buscado, por privado, atención médica básica tras la violación, los daños y el saqueo que han sufrido el hospital y el puesto de salud de la ciudad a consecuencia del ataque del Frente han impedido a todas las sobrevivientes entrevistadas acceder a atención médica exhaustiva tras las violaciones, lo que incluye anticoncepción de emergencia, profilaxis de emergencia contra el VIH y las infecciones de transmisión sexual, evaluación y tratamiento de lesiones y cuidados especializados de salud mental. Una ONG que proporciona normalmente esos servicios explicó a Amnistía Internacional que no podía acceder a la zona por motivos de seguridad, debidos a las hostiles declaraciones públicas del gobierno sobre las organizaciones humanitarias internacionales.
Bemnet, que sufre una patología previa, además de dolor de espalda y otros síntomas a causa de la violación sentencia: “Ya sólo confío en Dios para salvarme”.
Selamawit, trabajadora doméstica de 20 años, comunica a Amnistía Internacional que tres combatientes del Frente Popular de Liberación de Tigré la violaron el 12 de agosto, y que, a consecuencia de ello, está embarazada, pero no ha podido acceder a servicios médicos.
Muchas de las sobrevivientes aseguraron a Amnistía Internacional que, desde la violación sufrían ansiedad y depresión. Por su parte, autoridades del gobierno regional de Amhara informaron a Amnistía Internacional de que la población de Nifas Mewcha, incluidas 54 sobrevivientes de violación, había recibido ayuda de subsistencia desde el ataque. Además, añadieron que estaban preparándose para reabastecer a los hospitales e instalaciones de la región que habían sido saqueados, de nuevo de material médico y otros artículos, y para facilitar a la población sobreviviente servicios de asesoramiento y psicosociales.
El gobierno etíope debe agilizar los trámites para brindar apoyo integral a las sobrevivientes de violencia sexual y a las demás víctimas del conflicto. Como primer paso urgente, es preciso que facilite acceso humanitario, inmediato y sin obstáculos, a todas las zonas del norte de Etiopía que se han visto sacudidas por el conflicto“, concluye Agnès Callamard.
“El gobierno debe garantizar también que todas las denuncias de violencia sexual sean investigadas de inmediato y de manera efectiva, independiente e imparcial. A continuación, debe enjuiciar a los sospechosos de responsabilidad penal ante tribunales abiertos, accesibles y civiles, que cumplan las normas internacionales de justicia procesal, sin posibilidad de dictar condenas a muerte, y proporcionar reparaciones a las personas sobrevivientes.”