Londres.- Hoy 16 de junio, cuando África celebra el Día del Niño Africano, Amnistía Internacional ha afirmado que 120.000 niños menores de 18 años -algunos de edades tan cortas como ocho años- podrían estar siendo obligados a ejercer como niños soldado en todo el continente. A pesar de que se observa una dinámica de paz creciente en muchas zonas conflictivas de África, la respuesta inadecuada e insuficiente de los gobiernos africanos y de la comunidad internacional para dar solución al problema del reclutamiento de niños soldados está fomentando la explotación continua e inexorable de los niños africanos por parte de los dirigentes de las fuerzas armadas y los grupos políticos armados para favorecer sus propios fines materiales y políticos. En Burundi, Costa de Marfil, República Democrática del Congo, Liberia, Sierra Leona, Sudán, Uganda y Somalia se ha secuestrado a niños en la calle o en aulas de colegio, campos de refugiados o campos para desplazados internos. También se han llevado a muchos de su propia casa a punta de pistola mientras sus padres contemplaban la escena impotentes. Según informes, a otros los han aprehendido cuando jugaban en el vecindario o caminaban por la carretera. Se sabe de niños que han ingresado voluntariamente en las filas del ejército o de grupos políticos armados tras haber sido apartados de su familia y verse expuestos a la pobreza y la quiebra de servicios sociales básicos como los centros educativos y de salud. Una vez reclutados, a la fuerza o voluntariamente, algunos niños son enviados a campos de instrucción y adoctrinamiento militar, donde la mayoría soporta un trato violento. Hay campos donde han muerto niños a causa de las penosas condiciones de vida. Después de varias semanas de instrucción son enviados a la línea de frente para combatir. En la República Democrática del Congo, entre las funciones que los niños desempeñan en el frente están las de guía, detector de posiciones enemigas, guardaespaldas de los comandantes y esclavo sexual. La mayoría de las niñas reclutadas son explotadas sexualmente o violadas por sus superiores o por otros soldados. Niños y niñas a menudo sirven también como porteadores de munición, agua y víveres o como cocineros. En un campo no oficial para desplazados internos ubicado en Monrovia, Liberia, varias adolescentes contaron que una milicia del antiguo gobierno las había secuestrado en Ganta, condado de Nimba, en marzo de 2003. Todas habían sido violadas, entre ellas E.B., de 14 años: “Volvía de la iglesia un domingo por la mañana. Secuestraron a cinco chicas que volvían de la iglesia. Nos llevaron al frente. Teníamos que cocinar y transportar munición al monte. Nos trataban muy mal; si no iba con ellos me mataban [...] Me trajeron a Monrovia y me dejaron aquí. Yo quiero ir al colegio. Quiero volver a Nimba con mi gente”. Una vez en la línea de frente se obliga a los niños a cometer abusos reiteradamente -violaciones y asesinatos incluidos- contra soldados y civiles enemigos. Jean-Noel R. ingresó en las fuerzas armadas de Burundi con 15 años, en 1998. Durante los cinco años que siguieron, al cabo de los cuales desertó con graves problemas psicológicos, sirvió en varias zonas de Burundi y en Katanga, República Democrática del Congo. “En el ejército todo se hace por miedo. Yo no quería hacer las cosas que hice. Todo lo hice por miedo. Congo fue lo peor. Vi demasiadas cosas... estoy muy cansado.” El precio personal que pagan los niños soldados suele ser muy alto: embrutecidos y profundamente traumatizados por las experiencias vividas, a muchos todavía les persigue el recuerdo de los abusos que presenciaron o se vieron obligados a cometer. A las niñas soldados, además de la brutalidad y el trauma que supone la propia violación, la agresión sexual les puede ocasionar graves lesiones físicas o embarazos no deseados, así como contagio del VIH u otras enfermedades de transmisión sexual. Muchos ex niños soldados padecen un trastorno de estrés postraumático. Benedicte, reclutado a los 11 años por un grupo armado en Goma, en el este de la República Democrática del Congo, recordó para Amnistía Internacional lo que había presenciado en la línea de frente: “Mataron a varios de mis amigos en el campo de batalla. Otros perdieron sus extremidades: los brazos, las piernas. Recuerdo a un compañero, un amigo mío, al que le volaron la nariz. Otro tenía un gran agujero en la cara, en el sitio de los labios y la boca.” Varios niños soldados que ya habían sido desmovilizados contaron a Amnistía Internacional que tenían miedo de volver a su comunidad porque sus vecinos habían sido testigos de su participación en crímenes. “El reclutamiento y la utilización de niños soldados menores de 15 años en conflictos armados es un abuso mayúsculo contra los derechos humanos y constituye un crimen de guerra. Hoy, Día del Niño Africano, los gobiernos africanos deben firmar, ratificar y aplicar enérgicamente las normas internacionales que prohíben el reclutamiento y uso de niños soldados, en particular el Protocolo Facultativo de la Convención sobre los Derechos del Niño relativo a la participación de niños en los conflictos armados y la Carta Africana sobre los Derechos y Bienestar del Niño” ha señalado Amnistía Internacional. “Hacer frente a la práctica y la tradición de reclutar a niños es un factor importante de la lucha para conseguir una paz duradera en la que se respeten los derechos humanos de todos. En los países donde se han puesto en marcha programas de desarme, movilización y reintegración, se debe considerar prioritario el problema de los niños soldados” ha insistido la organización. Además de la abolición jurídica y política del reclutamiento y uso de niños soldados, es preciso abordar el desarrollo económico y los esfuerzos destinados a la construcción de la paz a fin de hacer sostenibles la desmovilización y la rehabilitación de ex niños soldados. Si no se abordan debidamente, el legado de utilizar niños soldados será, para África y para esos niños que presenciaron y cometieron crímenes, profundo y duradero.
Día del Niño Africano: aumenta el drama de los niños soldado
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