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Natalia Gil es médico de atención primaria.

Natalia Gil es médico de atención primaria. © Private

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Natalia Gil: “Si vuelven los recortes, espero que encuentren a una sociedad concienciada y movilizada para impedirlo”

Por Mireya Cidón (@mnodic), Amnistía Internacional,

Hablamos con Natalia Gil, médica de familia del Centro de Salud Lavapiés en Madrid para conocer los momentos más duros que ha vivido y también los más emotivos. En el momento en que damos paso a la desescalada, en plena pandemia de COVID-19, nos muestra sus miedos y nos cuenta qué ha sacado en claro de esta crisis. ¿Saldrá reforzada la sanidad pública?

¿Cómo fueron los primeros días de la pandemia?

Todo comenzó cuando todavía no sabíamos que era una pandemia. Sabíamos que el virus existía en China, después en el norte de Italia… Las primeras consignas que recibimos desde la gerencia fue la de considerar personas de riesgo solo a aquellas que procedían de estos dos lugares o que habían estado en contacto con personas de allí y presentaran síntomas. La realidad nos golpeó cuando nos dimos cuenta de que muchos de los cuadros de fiebre y tos que habíamos visto y que habíamos considerado cuadros gripales, en realidad eran Covid.

¿Cómo vivisteis esa realidad?

Con mucha incertidumbre. Acudíamos a trabajar sin saber lo que iba a suceder porque cada día aparecían nuevos síntomas que podían ser Covid y eso alteraba muy rápidamente los protocolos.

¿Eso contribuyó a que se contagiaran tantos profesionales sanitarios?

Sin duda. La falta de información y de protecciones adecuadas fueron cuestiones clave. Cuando todo comenzó teníamos muchos pacientes y un material de protección malo, escaso y muy deficiente. En nuestro centro de salud, la mayor parte de los contagios se produjeron en las primeras semanas cuando estuvimos viendo a muchísimos pacientes Covid sin saberlo...

La doctora Natalia Gil con el equipamiento de protección

La doctora Natalia Gil con el equipamiento de protección puesto. © Private

¿Disponéis ahora de material de protección suficiente?

Hace solo unos días nos llegaron los nuevos EPI. Son unas batas impermeables reutilizables que son desinfectadas tras su uso. Son más sostenibles desde el punto de vista medioambiental, pero al tratarse de batas quirúrgicas no aíslan como los monos de protección que cierran completamente. También nos han dado calzas (la primera vez en un mes) y gorros (que hacía un par de semanas que no teníamos), aunque seguimos con escasez de mascarillas.

En cuanto a los tests rápidos, se supone que van a empezar a hacérnoslos para ver si tenemos anticuerpos, pero esta decisión está generando mucha polémica porque la sensibilidad de los tests es solo de un 60%, según se ha publicado. Es decir, de cada 10 personas que tengan anticuerpos, solo se lo van a detectar a 6, produciéndose un infradiagnóstico. Si el resultado refleja el número de médicos que han pasado la enfermedad, no va a ser muy riguroso.

¿Seguís trabajando con miedo al contagio?

Atender enfermedades infectocontagiosas es parte de nuestro trabajo, pero eso no significa que no hayamos tenido miedo al contagio. En los centros de salud hay profesionales que son mayores y tienen enfermedades crónicas. Ellos han tenido más miedo. En mi caso, no ha sido tanto el temor al contagio personal como el miedo a contagiar a mi familia. Algunos sanitarios han llegado a aislarse dentro de sus casas, dejar de tener contacto físico con sus parejas y dormir en habitaciones separadas.

Algunas autonomías procedieron al cierre de centros de salud al detectarse profesionales contagiados. ¿Fue una mala decisión?

Cuando escuché que iban a cerrar algunos centros de salud me pareció dramático. Muchos de mis compañeros y yo escribimos cartas, hablamos con las personas de gestión para intentar evitarlo… Finalmente, por lo que tengo entendido, los centros de salud que cerraron lo hicieron por ser demasiado pequeños para seguir abiertos teniendo a la mayoría de sus profesionales sanitarios de baja.

la atención primaria es la puerta de entrada al sistema sanitario y, en esta pandemia, hemos logrado que muchos de los casos se resuelvan aquí.

Natalia Gil, médica de atención primaria

¿Por qué es dramático el cierre de un centro de salud?

Nosotros somos la puerta de entrada al sistema sanitario y, en esta pandemia, hemos logrado que muchos de los casos se resuelvan aquí. Solo hemos derivado a los hospitales los que se complicaban. Si no hubiera sido por la atención primaria, todas estas personas hubieran ido directamente a los hospitales y el colapso hubiera sido aún más inmanejable. Eso sin hablar de los pacientes con otros cuadros que también hemos atendido y que, de no haberlo hecho, hubieran acudido a urgencias mezclándose con los pacientes Covid.

¿Crees que la atención primaria está recibiendo el apoyo que merece?

La atención primaria es el pilar fundamental en el que se sostiene el sistema sanitario, pero no se valora igual. Lo que sale en las noticias, lo que sale en las fotos... son los hospitales, las UCIs –que han hecho un trabajazo, entiéndeme–, pero la labor realizada en los centros de salud y la atención domiciliaria han sido claves también.

¿Servirá esta crisis para que se os valore más?

La gente nos valora, otra cosa son los gestores. Las condiciones de trabajo en atención primaria son malas. Aquí en el centro atendemos una media de 50 personas diarias. Dime… ¿con qué tranquilidad nos podemos ir a casa sabiendo que hemos visto a 50 personas con patologías muy diversas y complejas, con enfermedades crónicas que requieren de atención y tiempo? Es cierto que la sanidad se ha desbordado por la crisis, pero ya estábamos al límite antes.

Atención domiciliaria de pacientes Covid

Gonzalo García, de 61 años, es examinado por trabajadores médicos de emergencia después de sufrir graves problemas respiratorios en su casa. © AP/Emilio Morenatti

Se ha llegado a decir que la consulta telefónica os descarga de trabajo...

¡Al contrario! Nuestros ojos y nuestras manos los tenemos que suplir haciendo una historia clínica mucho más exhaustiva y preguntando más cosas. No nos quita trabajo, nos lo da. Como nos lo va a dar también la decisión de que hagamos seguimiento a los pacientes de Covid y todos sus contactos, porque no tenemos capacidad para ello. ¿Si nosotros nos desbordamos aún más, quién lo va a suplir?

Ahora que comienza la desescalada, ¿tenéis miedo a un rebrote?

Nosotros todavía atendemos nuevos pacientes Covid, aunque, en estos momentos, cada vez menos. Dada la mejoría, entendemos que comience la desescalada, aunque esperamos que se haga con muchísima prudencia. Tiene que ser poco a poco para poder dar marcha atrás en caso de dispararse nuevamente los contagios. Y si ello ocurriera, solo confío en que tengamos suficiente equipamiento para atender los nuevos casos con la protección adecuada.

¿Qué ha pasado en este tiempo con otros pacientes?

Durante la crisis no ha habido más enfermedad que Covid. La gente ha estado tan concienciada que, en los momentos de mayor colapso, no ha consultado nada. También se cancelaron todas las citas y no avanzaron las listas de espera. A muchos pacientes oncológicos, por ejemplo, les dejaron de poner quimio porque se pensó que el riesgo de ir al hospital inmunodeprimidos era mayor que el riesgo de no recibir tratamiento.

Lo han debido pasar muy mal...

Sí. Ahora se están retomando los tratamientos y se está volviendo a la normalidad en los hospitales. Pero al principio cuando empezaron a cancelarles las citas les generó una inmensa sensación de miedo y abandono.

¿Cómo os habéis sentido tratados por vuestros pacientes?

Con muchísimo cariño. Cuando les llamo, lo primero que me preguntan es “y tú, ¿cómo estás?”. Se preocupan por mi salud, se emocionan y me dan las gracias. Algunos, incluso se echan a llorar. “Qué alegría me da escucharte”, me dicen.

Cuando llamo [a mis pacientes], lo primero que me preguntan es “y tú, ¿cómo estás?”. Se preocupan por mi salud, se emocionan y me dan las gracias. Algunos, incluso se echan a llorar. “Qué alegría me da escucharte”, me dicen.

Natalia Gil, médico de atención primaria

Sanitarios de atención primaria salen a aplaudir a sus vecinos a las 20.00

Sanitarios del Centro de Salud Lavapiés, incluida la doctora Gil, salen a aplaudir a las 20.00 h. © Private

¿Qué os han hecho sentir los aplausos de las 20.00?

Durante semanas escuchamos esos aplausos a las ocho de la tarde, pero no podíamos parar ni salir fuera a compartir el momento. Por fin un día se presentó la oportunidad y salimos a aplaudir... Fue una escena llena de emoción. Todos los vecinos estaban asomados. Nos aplaudieron. Les aplaudimos y transmitimos nuestro agradecimiento y admiración a la vez. Fue muy emotivo.

A lo largo de estas semanas, ¿qué es lo mejor que te ha tocado vivir como médico?

Lo mejor es el agradecimiento sincero de la gente. Sus gestos de cariño, sus palabras, sus aplausos. Casi todas las consultas terminan con un “muchísimas gracias por todo lo que estáis haciendo. A las ocho de la tarde, los aplausos”.

También me quedo con los gestos de humanidad de muchos vecinos/as y asociaciones que han hecho un trabajo importantísimo, atendiendo y ayudando a quien más lo ha necesitado. Ver esa entrega y preocupación por las personas más vulnerables me tranquiliza y me reconcilia con el ser humano.

¿Qué pedirías a la sociedad y organizaciones como Amnistía Internacional en estos momentos?

Os pediría que sigáis luchando a nuestro lado, como siempre hacéis, para que se reviertan los recortes y mejore la sanidad. Campañas como la vuestra en la que pedís firmas para que tengamos materiales de protección suficientes y adecuados es muy necesaria. Tenemos que recuperar una sanidad de calidad, con más personal y mejores condiciones, sobre todo en atención primaria. Necesitamos más inversión y recursos.

¿Cuál es la lectura positiva de esta crisis?

Que la gente se ha dado cuenta de que la sanidad pública es fundamental y que hay que cuidarla. Confío en que los gestores hayan aprendido la lección, pero si vuelven los recortes, espero que encuentren a una sociedad concienciada y movilizada para impedirlo. Que les quede claro de una vez: los gastos sanitarios no se recortan. Con la sanidad, NO SE JUEGA.

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