Bonface Ophiyah Massah (Malawi, 1983) camina con la seguridad de aquellos que llevan toda la vida superando obstáculos. Nació albino en un país donde tal condición te puede suponer en el peor de los casos la muerte y en el mejor, el desprecio o el acoso por parte de quienes te rodean. Tiene cuatro hermanos, dos de ellos también albinos. Y mucha suerte, según nos dice, ya que sus padres nunca les trataron de forma diferente, siempre les dieron total confianza y apoyo. Y de ahí sacó sus fuerzas para denunciar los abusos que sufren las personas albinas en Malawi.
Bonface logró estudiar, pasó todos los grados hasta llegar a la universidad y licenciarse. “Cuando llegué a la universidad creo que pasé más tiempo en la biblioteca que nadie por culpa de la estigmatización que sufría. Pero me ayudó a superarme y a aprobar mis exámenes con mejores notas. Mis padres me empujaron a relacionarme y comenzó mi andadura en el asociacionismo”. Hoy es el director de la Asociación de Personas Albinas de Malawi y el interlocutor con las autoridades para lograr mejorar la situación de las personas albinas en su país.
Bonface muestra el listado de personas firmantes de la ciberacción que Amnistía Internacional mantiene abierta y en la que pide a las autoridades de Malawi que protejan a las personas con albinismo. © AI
Malawi es uno de los países más pobres del mundo. Ocupa el puesto 173 (de 188) en el último índice de desarrollo humano de Naciones Unidas. Su población es de poco más de 16 millones de personas. Se calcula que unas 10.000 son albinas y alrededor de 2.000 pertenecen a la asociación que dirige Bonface. El desconocimiento del albinismo por la sociedad ha contribuido a su exclusión y a la negación de sus derechos fundamentales, como el derecho a la educación y a la salud. Al menos 18 de ellas han sido asesinadas y otras cinco están desaparecidas desde diciembre de 2014. Entre diciembre de 2014 y junio de 2016 se han cometido al menos 69 delitos contra personas con albinismo, incluidos secuestros, homicidios y saqueos de tumbas, cometidos por particulares y bandas delictivas. Este panorama ha dejado al descubierto un problema de discriminación que se remonta a hace varios siglos.
“La estigmatización está presente en nuestra vida desde que naces. En Malawi, si eres albino, es como si tuvieras una sentencia de muerte. Cuando naces, te pueden rechazar tus padres. Cuando creces, te acosan en la comunidad. Cuando vas a la escuela, también te marginan. En tu vida diaria, notas las miradas de desaprobación. Además, nuestra piel es más débil y tienes que protegerte más. Eso cuesta dinero y las cosas se complican”
Bonface Ophiyah Massah
“Nos atacan por ser albinos. Y no ocurre solo en Malawi, también en Tanzania y Mozambique. Esto provoca que tengamos miedo y que necesitemos protección. La mayor parte de los ataques son contra mujeres y menores porque los consideran objetivos más fáciles. Las mujeres, además, están expuestas a sufrir violaciones y abusos sexuales debido a la creencia de que tener relaciones sexuales con personas albinas cura el VIH/sida. Los menores, por su parte, han dejado de ir a la escuela. Es muy preocupante. Si no estudias, no prosperas, y así es difícil ganarse la vida en un país con tan pocos recursos como el nuestro”.
“La estigmatización está presente en nuestra vida desde que naces. En Malawi, si eres albino, es como si tuvieras una sentencia de muerte. Cuando naces, te pueden rechazar tus padres. Cuando creces, te acosan en la comunidad. Cuando vas a la escuela, también te marginan. En tu vida diaria, notas las miradas de desaprobación. Además, nuestra piel es más débil y tienes que protegerte más. Eso cuesta dinero y las cosas se complican”.
Las personas con albinismo son perseguidas por gente que quiere conseguir algunas partes de su cuerpo. “Hay gente que piensa que nuestros huesos tienen poderes mágicos. Eso nos expone más”.
Altos cargos, entre ellos el presidente, han condenado públicamente los ataques contra personas con albinismo y han anunciado varias medidas, como el nombramiento de un asesor jurídico especial que ayude en las investigaciones y la adopción de un Plan de Respuesta Nacional.
Sin embargo, estas medidas no han conseguido poner fin a la violencia. Algunos de los autores de estos ataques han sido detenidos, acusados y declarados culpables, pero la mayoría de los crímenes sigue sin resolverse. Los cargos y las penas no suelen ser acordes a la gravedad de los delitos, por lo que existe un clima de impunidad.
“ Agradezco a Amnistía Internacional y a sus activistas el trabajo que hacen en favor de las personas albinas. He visto las firmas y las cartas que han enviado para pedir protección y considero que su apoyo es fundamental para nuestra causa. No nos olviden
“Necesitamos concienciar más a las familias y a las autoridades. La respuesta a nivel gubernamental es positiva, pero eso no cala hacia abajo, no llega a las comunidades ni a las autoridades locales, ni a los policías. Los agentes y los funcionarios de la administración también son de Malawi y también arrastran algunos estigmas. Hace falta más formación para ellos y más medios para llevar a cabo las investigaciones. También tienen que implicarse los jefes locales. Ellos son los guardianes de las tradiciones y tienen un gran ascendente sobre la comunidad. Algunos han participado o consentido ataques. Necesitamos que nos vean como lo que somos: seres humanos que forman parte de su misma comunidad”.
Amnistía Internacional ha recogido más de 63.000 firmas y sigue en campaña para que las autoridades de Malawi investiguen todas las muertes, los responsables comparezcan ante la justicia en juicios justos y se dicen leyes que protejan a las personas albinas.
“Agradezco a Amnistía Internacional y a sus activistas el trabajo que hacen en favor de las personas albinas. He visto las firmas y las cartas que han enviado para pedir protección y considero que su apoyo es fundamental para nuestra causa. No nos olviden”.