Dos meses de bloqueo: Amnistía Internacional exige al gobierno que permita zarpar al Open Arms y al Aita Mari
- #FreeOpenArms La organización indica a la vicepresidenta del gobierno que es injustificado y puede vulnerar derechos humanos
- La decisión debe ser tomada próximamente, puesto que se termina el plazo de tres meses para decidir sobre el recurso interpuesto
El principal argumento empleado por las Capitanías Marítimas sobre que los barcos se han visto forzados a navegar durante varios días transportando a un número elevado de personas por un largo periodo de tiempo, algo para lo que los buques no están preparados y que, por lo tanto, incumplirían así sus obligaciones de derecho internacional (cuando uno de los barcos, el Aita Mari, ni siquiera había intervenido todavía en tareas de rescate), no puede ser la excusa para que estas embarcaciones dejen de hacer un trabajo cuya responsabilidad debería recaer en los Estados europeos. Amnistía Internacional se mantiene a la espera de la respuesta a la carta enviada a la vicepresidenta del gobierno, Carmen Calvo, en la que exige el desbloqueo de estos barcos y una política de vigilancia y rescate proactiva al salvamento de vidas en el mar, así como promover y apoyar a nivel europeo la pronta creación de un sistema de desembarco que asegure que las personas rescatadas llegan a puerto seguro en Europa, tal y como indica el derecho internacional. “Si se mantienen las políticas de cierre de puertos, si Italia continúa su retirada de la coordinación de tareas de salvamento, si las autoridades italianas y maltesas no ponen fin a sus disputas sobre sus obligaciones con respecto a las zonas de rescate, lo que sucede es que, en muchas ocasiones, las personas migrantes y refugiadas solo cuentan con las ONGs para no ser una cifra más en el número de cadáveres que alberga el Mediterráneo”, lamenta Esteban Beltrán. Además, AI recuerda que es necesario resolver, mediante una reforma en el sistema europeo de asilo, el desincentivo que provoca la obligación para los países de primera entrada de asumir la responsabilidad de la asistencia y protección de las personas que llegan a Europa, sin que haya una verdadera distribución compartida de solicitantes de asilo entre los países europeos. “Esa solución no puede pasar por dotar de apoyos técnico y financieros a Libia, país no considerado seguro para personas migrantes y refugiadas, y de formación a su guardia costera a través de la operación Sophia de Salvamento y Rescate, sino por un verdadero compromiso europeo de solidaridad compartida”, concluye Beltrán.
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