Amnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsAmnesty IconsCovid IconsCovid IconsCovid IconsCovid IconsCovid IconsCovid Icons
Actuamos por los derechos humanos
en todo el mundo
El recluso Sean Vines es visto dentro de su celda en el Bloque Este de la prisión estatal de San Quintín, California, 29 de diciembre de 2015

© REUTERS/Stephen Lam. El recluso Sean Vines es visto dentro de su celda en el Bloque Este de la prisión estatal de San Quintín, California, 29 de diciembre de 2015

Blog

Trolear a la pena de muerte…

Por Carlos de las Heras (@carlisevic), responsable de países en Amnistía Internacional,

Seguramente todos tenemos personas cercanas, familiares, amistades que, al menos de boquilla, están a favor de la pena de muerte. Es más común de lo que creemos escuchar ese chascarrillo tan típico de “yo no estoy a favor de la pena de muerte, pero si tocan a mi pareja o a un familiar, yo mismo apretaría el botón”. Durante los años que llevo trabajando en favor de un mundo sin ejecuciones, he visto como no es tan sencillo “apretar el botón”.

Personas que defendían la muerte para asesinos o violadores han cambiado de opinión al profundizar en la realidad de un castigo tremendamente cruel, inhumano y degradante. Personas que antes habrían “apretado el botón” con los ojos cerrados, ahora luchan para que no existan botones que apretar. Son personas como Joaquín José Martínez, que estuvo condenado a muerte en Florida hasta 1997, o como Pablo Ibar, también condenado a muerte en Florida hasta el año 2016.Ambos lograron salir del corredor de la muerte. Otros muchos no han tenido la misma suerte.

Y luego están los trolls. Esos trolls que tan de moda están. Pero no me refiero a los trolls graciosos, esos que buscan la complicidad, el buen rollo y la comedia. Me refiero a otros trolls, más oscuros y por supuesto, más peligrosos.

Son, por ejemplo, esos que argumentan que los asesinos se lo piensan dos veces antes de cometer un crimen si tienen que enfrentarse a la pena de muerte.

Mensaje antitroll número uno

No es cierto. No existen datos concluyentes de que la pena de muerte disuada de cometer delitos de forma más eficaz que las penas de prisión. De hecho, en los países en los que se ha prohibido la pena de muerte no han aumentado las cifras relativas a la delincuencia y los asesinatos. En algunos casos, la realidad es que han disminuido. Por ejemplo, en Canadá, donde la tasa de asesinatos en 2008 fue inferior a la mitad de la de 1976, cuando se abolió la pena de muerte en el país. Una tasa muy inferior a la de su vecino, Estados Unidos, uno de los históricos defensores de la pena capital.

Activistas de Amnistía Internacional participan en una protesta contra la pena de muerte en Irán frente a la embajada de Irán en Bruselas, Bélgica

Activistas de Amnistía Internacional participan en una protesta contra la pena de muerte en Irán frente a la embajada de ese país en Bruselas, Bélgica. © Reuters/Yves Herman

Trolls también son esos que vociferan: “Si la mayoría de la población lo pide, sera por algo”.

Mensaje antitroll número dos

Un apoyo firme del público a la pena de muerte generalmente va acompañado de una falta de información fiable: con frecuencia, se cree erróneamente que reducirá la delincuencia y muchos gobiernos se apresuran a promover esta creencia errónea, incluso si no existen pruebas que la respalden. Generalmente no se comprenden los factores fundamentales que sustentan la forma como se aplica la pena de muerte, entre ellos, el riesgo de ejecutar a una persona inocente, la ausencia de garantías procesales en los juicios y la naturaleza discriminatoria de la pena de muerte, todo lo cual contribuye a tener una opinión realmente informada de la pena capital. Además, la historia está llena de violaciones de derechos humanos que apoyaba la mayoría de la población, pero que posteriormente se consideraron terribles: la esclavitud era legal, la segregación racial y los linchamientos eran legales… y afortunadamente dejaron de serlo. Sigo pensando que la humanidad evoluciona, así que ¿por qué no vamos a pensar en un mundo donde ejecutar a alguien sea ilegal?

Más trolls: Se ha demostrado que todas las personas ejecutadas son culpables de delitos graves.

Mensaje antitroll número tres

Te equivocas… otra vez. Diariamente, hombres, mujeres, incluidos menores de edad, esperan la ejecución en el corredor de la muerte. Independientemente del delito que hayan cometido, de si son culpables o inocentes, un sistema de justicia que valora más el castigo que la rehabilitación se cobra sus vidas. Mientras un preso o presa siga con vida, él o ella mantiene la esperanza de la rehabilitación o de la absolución si posteriormente se determina que es inocente. Y por si fuera poco argumento, usemos cifras; cifras de esas que no admiten discusión: en Estados Unidos 186 personas han sido exoneradas desde 1973 tras demostrarse que eran inocentes. Si en casi cincuenta años casi doscientas personas escaparon del corredor por poco, no puedo dejar de pensar que seguramente otras no lo consiguieron.

Otro tipo de troll es el que repite constantemente que el terrorismo se acabaría ejecutando a los terroristas.

Mensaje antitroll número cuatro

Hay países que, con frecuencia, recurren a la pena de muerte tras producirse ataques violentos, con lo que pretenden demostrar que hacen algo para “proteger” la seguridad nacional. Pero es improbable que la amenaza de ejecución detenga a hombres y a mujeres preparados a morir por sus creencias, por ejemplo, a terroristas suicidas. Sin embargo, es muy probable que las ejecuciones creen mártires cuya memoria se convierta en un motivo de reivindicación para sus organizaciones.

Activistas sostienen pancartas durante una manifestación de protesta contra la aprobación del proyecto de ley de pena de muerte, en la puerta de la Cámara de Representantes en la ciudad de Quezon, en Manila, Filipinas

Activistas sostienen pancartas durante una manifestación de protesta contra la aprobación del proyecto de ley a favor de la pena de muerte, en Manila, Filipinas, 7 de marzo de 2017. © Reuters/Romeo Ranoco

Es el turno del troll de la economía. Aquel que argumenta que es mejor ejecutar a una persona que encerrarla para siempre.

Mensaje antitroll número cinco

El coste económico de la pena de muerte no es cosa baladí. Según datos publicados por el Centro de Información sobre la Pena de Muerte de Estados Unidos, recogidos de diferentes estudios, los costes de una ejecución superan, y mucho, a los de una cadena perpetua. Por ejemplo, en California cuesta 114 millones de dólares más ejecutar a un preso que mantenerlo en prisión. Así que… eliminar la pena de muerte podría incluso ser beneficioso para la economía. ¡Quién lo diría!

Y para acabar, el troll que más me preocupa; el troll que todos llevamos dentro y que nos repite: ¿no tienen las víctimas de delitos violentos y sus familias derecho a justicia?

Mensaje antitroll número seis

¡Por supuesto! Las personas que han perdido a seres queridos en crímenes terribles tienen derecho a ver a la persona responsable rendir cuentas en un juicio justo, pero sin recurso a la pena de muerte. Estar en contra de la pena de muerte no significa estar en contra de la justicia o minimizar y aceptar la delincuencia, pero, como han dicho muchas familias que han perdido a seres queridos: “la pena de muerte no alivia el sufrimiento. Simplemente extiende ese sufrimiento a la familia de la persona condenada”.

Contigo somos independientes

Amnistía Internacional lo forman personas que defienden una humanidad justa y libre alrededor del mundo. Personas como tú, que creen en nuestro trabajo. Por eso, si tú también defiendes los derechos humanos, te necesitamos para seguir siendo independientes. Puedes hacerlo desde aquí en menos de un minuto, con cuotas a partir de 4 € al mes.

Nos mantenemos firmes con nuestros principios: no aceptamos ni una sola subvención de ningún gobierno, ni donaciones de partidos políticos.

Haz posible nuestra independencia.