Muhammad Bekzhanov es uno de los periodistas que más tiempo llevan encarcelados en el mundo.
Esta acción ha finalizado (24 de julio de 2015)
Muchas gracias a las más de 12.000 personas que con su firma han apoyado la petición de Amnistía Internacional de pedir a las autoridades de Uzbekistán la liberación incondicional e inmediata del periodista Muhammad Bekzhanov, así como de prohibir el uso de la tortura. Muhammad Bekzhanov fue acusado de haber cometido delitos “contra el Estado” confesando bajo tortura estar implicado en los atentados ocurridos en 1999. Es uno de los periodistas que más tiempo lleva encarcelado en el mundo (16 años). Su caso ilustra claramente el
uso generalizado de la tortura para extraer “confesiones” que se utilizan en los juicios en Uzbekistán, archivándose las alegaciones de tortura o malos tratos como carentes de fundamento. En Amnistía Internacional seguimos trabajando para que periodistas como él y otras personas en el mundo que ejercen su derecho a la libertad de expresión puedan alzar su voz sin correr riesgo de ir a prisión, y para que se ponga fin al uso de la tortura.
Petición antes del cierre
Le dieron una paliza brutal. Lo arrojaron violentamente al suelo, quedó paralizado del lado derecho. También sufrió fractura de pierna, fractura de brazo y pérdida de varios dientes. Le dijo a mi madre: 'Estuve allí tendido en un charco de sangre por lo menos varios días, sin agua ni comida. Intenté acordarme de todo lo bueno que había en mi vida: mis hijos, mi esposa, mientras me preparaba mentalmente para morir". Aigul Bekzhanova, hija de Muhammad, 2004.
Muhammad Bekzhanov lleva 16 años en prisión, separado de su esposa y sus tres hijas. Su caso refleja el
uso de la tortura para extraer “confesiones” que se utilizan en los juicios en Uzbekistán, archivándose las alegaciones de tortura o malos tratos como carentes de fundamento. Redactor jefe del periódico Erk del partido de la oposición, Bekzhanov huyó de su país en 1993 por la persecución, hostigamiento e intimidación que sufrió por parte de las autoridades uzbekas debido a su trabajo. El 18 de marzo de 1999, un mes después de un atentado que causó la muerte de al menos 13 personas y más de 100 heridos y en el contexto de cientos de detenciones, Bekzhanov fue devuelto a la fuerza a Uzbekistán desde Ucrania y recluido por las fuerzas de seguridad, que intentaron obligarlo a confesar delitos "contra el Estado". Lo golpearon con porras de goma, lo asfixiaron y le aplicaron descargas eléctricas. En un juicio injusto, alegó que había sido torturado durante su detención preventiva y
obligado a aceptar una imputación falsa que le implicaba en los atentados. Cuando había cumplido su pena, en febrero de 2012, se le volvió a condenar a cuatro años y ocho meses de cárcel por haber contravenido presuntamente las normas penitenciarias.
La tortura es generalizada en Uzbekistán. Aunque es ilegal según la Constitución y el Código Penal, se usa para obligar a personas detenidas a firmar “confesiones”, que los tribunales siguen dando por válidas en los juicios.
Un tribunal nunca debería aceptar como prueba una declaración obtenida mediante tortura: constituye una violación de las normas internacionales de imparcialidad procesal.
Exige al Presidente de Uzbekistán la liberación inmediata de Muhammad Bekzhanov y que prohíba el uso de tortura.