Mohammad Asghar, que sufre una enfermedad mental, está condenado a muerte por haber escrito presuntamente unas cartas en las que afirmaba ser un profeta.
Esta ciberacción ha finalizado (2 de abril de 2014)
Mohammad Asghar, de 69 años, fue detenido en 2010 en aplicación de las leyes sobre blasfemia y condenado a muerte en enero de 2014 en Pakistán por haber escrito presuntamente unas cartas afirmando que era un profeta. Sus abogados sostienen que nunca se ha probado que enviara las cartas por correo, ni siquiera que hubiera tenido intención de hacerlo. Mohammad Asghar continúa en la cárcel, donde no recibe tratamiento médico adecuado. Su estado físico y mental es delicado y sus abogados han pedido permiso a las autoridades para que le realicen una evaluación psiquiátrica en la cárcel a fin de que pueda recibir el tratamiento adecuado. En el año 2000 sufrió un ataque, y posteriormente un experto psiquiatra de Escocia le diagnosticó esquizofrenia paranoide. En 2010 intentó suicidarse. Sus abogados han recurrido la sentencia ante el Tribunal Superior de Lahore, pero temen que la vista del recurso pudiera demorar hasta cinco años. Las leyes de Pakistán castigan ciertas formas de blasfemia con la muerte, aunque, como regla general, el derecho internacional de los derechos humanos no permite que la blasfemia sea castigada como delito y, por consiguiente, no se encuentra entre "los más graves delitos" por los que el derecho internacional permite la imposición de la pena de muerte. Las normas internacionales prohíben además la imposición de la pena de muerte a personas que padezcan alguna enfermedad mental. Amnistía Internacional se opone a la pena de muerte en cualquier circunstancia.
Gracias a todas las personas que han firmado esta ciberacción. En Amnistía Internacional seguimos de cerca la situación de Mohammad Asghar y trabajaremos para que se retiren sus cargos contra él.
Petición antes del cierre
En el año 2000,
Mohammad Asghar sufrió un ataque y le diagnosticaron esquizofrenia paranoide. Desde entonces ha sufrido frecuentes episodios delirantes.
En 2010 fue detenido y condenado a muerte en Pakistán, acusado de haber enviado unas cartas afirmando ser un profeta. Sus abogados sostienen que nunca se ha probado que enviara las cartas por correo, ni siquiera que hubiera tenido intención de hacerlo. También afirman que el contenido original no era blasfemo y que el denunciante había añadido una línea blasfema durante el tiempo, más de un mes, que había estado en posesión de las cartas antes de entregárselas a la policía.
Tras ser detenido, Mohammad Asghar intentó suicidarse. Aunque pretenden proteger el islam y la sensibilidad religiosa de la mayoría musulmana,
las leyes sobre la blasfemia de Pakistán han fomentado un clima de
violencia por motivos religiosos, provocando la persecución tanto de minorías religiosas como de musulmanes. Estas leyes están vagamente formuladas y son aplicadas arbitrariamente. Se han dado casos de personas encarceladas por cargos de blasfemia que han muerto a manos de otros presos o de los guardias de la prisión. Incluso fuera de la cárcel, personas acusadas de blasfemia han muerto a manos de grupos parapoliciales. El estado, tanto físico como psíquico, de Mohammad Asghar, de 69 años, es muy delicado, ya que no recibe el tratamiento adecuado para su enfermedad. Su condena a muerte está en fase de apelación y
podría ser ejecutado simplemente por haber afirmado ser un profeta. Ni siquiera merece ser castigado. Nadie debe ser acusado judicialmente por este tipo de conducta.