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Los gobiernos deben actuar sobre los derechos humanos a los 20 años de la caída del muro de Berlín

Cuando se cumplen 20 años de la caída del muro de Berlín, los gobiernos europeos deben actuar con urgencia para hacer frente a los abusos contra los derechos humanos que se infligen a migrantes, solicitantes de asilo, personas detenidas y minorías, ha afirmado hoy Amnistía Internacional. “Aunque la caída del muro de Berlín simbolizó la apertura de las fronteras, la respuesta habitual de la Europa actual ante los desafíos de la migración es convertir el continente en una fortaleza”, ha declarado Nicola Duckworth, director del Programa Regional para Europa y Asia Central de Amnistía Internacional.

“Personas que huyen de la pobreza, la violencia o la persecución en otras partes del mundo han sido empujadas literalmente al mar.”

En mayo del presente año, se puso en peligro la vida y la seguridad de cientos de personas migrantes y solicitantes de asilo que estaban a bordo de tres barcos en el mar Mediterráneo, primero por una discusión entre las autoridades de Italia y Malta en relación con su obligación de responder a las llamadas de desastre marítimo, y después por la decisión del gobierno italiano de enviar a esas personas a Libia, sin valorar sus necesidades de protección.

Los gobiernos europeos deben también hacer más para investigar las denuncias de tortura, malos tratos y detención ilícita durante la guerra contra el terror liderada por Estados Unidos, ha afirmado Amnistía Internacional.

“En la nueva Europa después del muro de Berlín, los derechos humanos vuelven a ser atacados. En esta ocasión son víctimas de la pretensión de los Estados de que es preciso sacrificar incluso los derechos humanos más básicos, como el de no ser sometido a tortura, para poder contrarrestar las amenazas terroristas”, ha señalado Nicola Duckworth.

Tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, Europa albergó cárceles secretas dirigidas por la Agencia Central de Inteligencia estadounidense (CIA), donde las personas detenidas fueron víctimas de desaparición forzada, estuvieron recluidas en condiciones constitutivas de tortura y fueron sometidas a técnicas de interrogatorio abusivas.

El mes de agosto de 2009 salieran a la luz revelaciones que han motivado llamamientos a las autoridades de Polonia y Lituania para que investiguen las denuncias de que la CIA mantuvo recluidos e interrogó en secreto a detenidos de “alto valor” en instalaciones de detención situadas en sus respectivos territorios hasta finales de 2005.

Pero no todos los desafíos que hoy tenemos planteados en relación con los derechos humanos en Europa son nuevos.

“Es vergonzoso que los frutos de 20 años de crecimiento económico y mayor unidad política desde la caída del muro de Berlín no hayan sido compartidos en plano de igualdad por todas las personas. Sigue habiendo problemas de racismo y discriminación graves y profundamente arraigados en el corazón de la moderna Europa”, ha afirmado Nicola Duckworth.

Una de las ilustraciones más profundas de la discriminación sistémica en Europa es la que se produce contra las comunidades romaníes, que en gran medida continúan excluidas de la vida pública en todos los países.

Las personas romaníes de Europa oriental fueron en muchos casos las primeras en quedar excluidas del empleo cuando se privatizaron las empresas que eran de propiedad estatal. Los desalojos forzosos ilegales están empujando a esas personas a niveles aún más profundos de pobreza.

En algunos países, como Eslovaquia y la República Checa, los niños y niñas romaníes siguen asistiendo en una proporción excesiva a los centros escolares para alumnado con discapacidad mental, y siguen estado segregados en escuelas y clases exclusivas para romaníes que ofrecen una educación de calidad inferior a la normal. Las autoridades no han adoptado medidas efectivas e inequívocas para eliminar la segregación racial en la educación.

Y 20 años después de la caída del muro de Berlín, Amnistía Internacional sigue reconociendo como presos de conciencia a periodistas y activistas de los derechos humanos detenidos por tratar de ejercer su derecho fundamental a la libertad de expresión, asociación y religión en Azerbaiyán, Bielorrusia, Moldavia, Rusia, Uzbekistán y Turkmenistán.
“En el Berlín actual queda poco del muro físico que hace 20 años era un símbolo de la división y la represión. Pero sigue habiendo muros que hacen que unas personas sean más iguales que otras en lo relativo al disfrute del espectro completo de los derechos humanos”, ha afirmado Nicola Duckworth.

“Sin embargo, a pesar de las amenazas, la intimidación y la detención, defensores y defensoras de los derechos humanos de toda Europa, impulsados por la energía que derribó el muro de Berlín, siguen luchando por la visión de una región donde se respeten todos los derechos humanos para todas las personas.”

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