Una mujer sostiene a su bebé dentro de un autobús mientras salen de Kiev, Ucrania, el jueves 24 de febrero de 2022. © AP Photo/Emilio Morenatti
A las 5 de la mañana del 24 de febrero, las y los habitantes de Ucrania se despertaron con la noticia de que su país estaba siendo invadido por el ejército ruso. En medio de la noche, los tanques rusos entraron en el país y los militares atacaron desde múltiples direcciones. Desde entonces, el gobierno ruso no ha hecho más que intensificar su agresión en el corazón de Ucrania y la población civil se enfrenta a una catastrófica crisis de derechos humanos. Están muriendo personas, incluso niños y niñas, y muchos miles de vidas están en peligro.
La invasión de Ucrania ha dado lugar a ataques indiscriminados contra zonas residenciales, escuelas, hospitales, infraestructuras sociales y otros objetos e infraestructuras civiles, y ha provocado muertos y heridos entre la población civil. Además, se están produciendo desplazamientos masivos y la destrucción de viviendas civiles.
Rusia también ha empleado bombas no guiadas, como las que mataron en marzo de 2022 a casi 50 personas que hacían cola para conseguir alimentos en Chernígov y armas prohibidas, como municiones de racimo, utilizadas al menos contra un jardín de infancia de Ojtirka donde se refugiaban civiles. Estos ataques pueden constituir crímenes de guerra.
Donetsk, Luhansk, Kherson, Izium, Bucha, Kramatorsk, Zaporiyia, Mariúpol o Járkov son localidades de Ucrania donde la invasión rusa de Ucrania ha desencadenado una crisis masiva de derechos humanos, humanitaria y de desplazamientos que tiene las características de la peor catástrofe de este tipo en la historia europea reciente.
En paralelo a la invasión de Ucrania, las autoridades rusas han desatado una oleada de represión sin precedentes en todo el país contra el periodismo independiente, las protestas contra la guerra y cualquier voz contraria a la invasión rusa de Ucrania.
La invasión rusa de Ucrania fue recibida con críticas generalizadas en el país. Decenas de miles de personas protestaron pacíficamente y criticaron la agresión en sus redes sociales. Las autoridades rusas respondieron con una represión contra los y las manifestantes y personas críticas, deteniendo a más de 16.000 personas por infringir la normativa del país sobre las reuniones públicas.
Las autoridades también reprimieron a los pocos medios de comunicación independientes, obligando a muchos a cerrar, abandonar el país o limitar su información sobre la guerra y citar en su lugar los informes oficiales rusos. ONG de derechos humanos han sido calificadas de "agentes extranjeros" o "indeseables", enfrentándose al cierre arbitrario o al bloqueo de sus sitios web y han sido objeto de otras formas de acoso.
Al mismo tiempo, Rusia ha modificado su legislación para criminalizar la expresión de opiniones críticas con las autoridades, penalizando el acto de difundir “información falsa” sobre las actividades de las fuerzas armadas rusas o de “desacreditar” a las tropas rusas. Toda persona acusada de cometer estos “delitos” se enfrenta a pagar multas exorbitantes (entre tres y cinco millones de rublos, de 55.000 a 92.000 dólares) o a cumplir una pena de hasta 15 años de prisión.
Amnistía Internacional ha advertido previamente de los devastadores riesgos para los derechos humanos de un nuevo conflicto armado entre Rusia y Ucrania, entre ellos las amenazas para las vidas, los medios de sustento y las infraestructuras civiles, la posible escasez aguda de alimentos y el desplazamiento masivo.
Noviembre de 2013. Victor Yanukóvich, presidente de Ucrania, de ideología prorrusa, cancela las conversaciones para firmar un acuerdo de asociación con la Unión Europea. La población sale a la calle y comienzan las protestas conocidas como Revuelta del Maidán.
Febrero de 2014: Yanukóvich abandona Ucrania, acosado por las protestas. Al mismo tiempo, en la península de Crimea, se enfrentan prorrusos (entre los que se incluyen militares rusos de incógnito) y partidarios de la unidad de Ucrania.
Marzo de 2014: Se celebra un referéndum en Crimea cuyo resultado es la aprobación de la anexión a Rusia. Días después, Putin firma la incorporación de Crimea a Rusia. La comunidad internacional no lo reconoce.>
Mayo de 2014: La situación vivida en Crimea se contagia a la región oriental del Donbás, donde Donetsk y Luhansk se autoproclaman sendas “repúblicas populares” y reclaman su integración en la Federación Rusa.
Septiembre de 2015: Rusia, Ucrania y representantes del Donbás firman un acuerdo en Bielorrusia para detener la guerra, con el visto bueno de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE). Este alto el fuego durará tan solo una semana. En los combates se producen ejecuciones extrajudiciales, torturas y otros malos tratos, desapariciones forzadas y privaciones ilegales de libertad.
Septiembre de 2017: Ucrania firma un acuerdo con la UE para fomentar enlaces políticos y comerciales.
Marzo de 2019: Volodímir Zelenski gana las elecciones presidenciales en Ucrania con el 73% de los votos.
Diciembre de 2019:Vladimir Putin y Volodímir Zelenski acuerdan retomar el proceso de paz en Ucrania.
A lo largo de 2021: Rusia acumula y despliega tropas en las fronteras de Ucrania y la península de Crimea. Según Ucrania y Estados Unidos, el número de soldados supera los 100.000.
Enero de 2022: Rusia despliega tropas también en Bielorrusia, cerca de la frontera con Ucrania. Declaraciones de Estados Unidos y China aumentan la tensión.
Febrero de 2022:Estados Unidos y la OTAN rechazan firmar un tratado con Rusia en relación a seguridad en Europa con Rusia que también incluía la posibilidad de una futura incorporación de Ucrania a la OTAN.
Febrero de 2022: Vladimir Putin firma el reconocimiento de Donetsk y Luhansk y ordena el envío de tropas rusas a la zona. La UE anuncia sanciones a Rusia. Estados Unidos también. La vía diplomática se agota.
Febrero de 2022: En las primeras horas del día 24, comienza la “operación militar” anunciada por Rusia en Donbás. Se registran explosiones en el este de Ucrania y en Kiev. Al mismo tiempo, el Kremlin censura medios de comunicación y dispersa a manifestantes que se oponen a la invasión de Ucrania.
Marzo de 2022: Rusia concentra su ofensiva en el sur de Ucrania y la cuenca del Donbás. Toma Kherson y rodea Mariúpol. La Asamblea General de NNUU condena la invasión y exige su cese inmediato.
Abril de 2022: Bucha: tras la retirada rusa, centenares de cadáveres son encontrados en esta localidad cercana a Kiev, lo que pone de manifiesto un patrón general de crímenes de guerra que incluye ejecuciones extrajudiciales y tortura. Al menos a 50 civiles, incluidos mujeres y niños,resultan muertos en un ataque con misiles rusos en al estación de tren en Kramatorsk.
Mayo de 2022: Mariúpol, tras tres meses de asedio, cae en manos rusas.
Julio de 2022: Rusia cierra gasoductos y bombardea el área cercana a la central nuclear de Zaporiyia.
Septiembre de 2022: Rusia ordena la movilización parcial de 300.000 reservistas para hacer frente a la contraofensiva de Ucrania, que recupera varios territorios. Se llevan a cabo referendums en áreas ocupadas por Rusia de las regiones ucranianas de Donetsk, Jerson, Luhansk y Zaporiyia para su anexión a la Federación Rusa.
Noviembre de 2022: Rusia se retira de Kherson tras el avance de las tropas ucranianas. Al mismo tiempo, incrementa ataques contra infraestructura energética en Kiev, Zaporiyia y Járkov.
Diciembre de 2022: Naciones Unidas denuncia la comisión de al menos 441 crímenes de guerra por parte de Rusia.
Enero de 2023:Varios países, entre ellos Alemania o Estados Unidos, anuncian el envío de tanques a Ucrania.
Febrero de 2023: Según la Oficina de la ONU para los Derechos Humanos, más de 8.000 civiles han muerto en un año de conflicto y más de 13.000 han resultado heridos.
* Fuente: elaboración propia
“Debemos asegurarnos de que el número trágicamente creciente de víctimas de crímenes de guerra en Ucrania escuche el mensaje de que la comunidad internacional ya está decidida a garantizar la reparación de su sufrimiento”
La intensificación de las hostilidades en Ucrania ha impulsado a personas residentes en ese país a tomar la dolorosísima decisión de buscar seguridad en países vecinos, a fin de protegerse y de proteger a sus familias. No es nada nuevo; lo hemos visto en Siria, en Afganistán, etc. Gente que, debido a la guerra, se ve obligada a salir de su país y buscar refugio en otro.
Según datos del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), más de 7,2 millones de personas refugiadas procedentes se Ucrania se han registrado por toda Europa desde el 24 de febrero y se han registrado más de 12,6 millones de movimientos transfronterizos saliendo de Ucrania. Más de 6,9 millones de personas han sido desplazadas dentro de Ucrania.
En este caso, como en cualquier otro, todas las personas que huyen de conflictos, deben recibir protección sin discriminación. Ante todo, la comunidad internacional debe actuar con humanidad, proveer a las personas una acogida digna y acorde con sus necesidades específicas. Además, se debe mantener a todas las familias unidas, tanto en la frontera como llevando a cabo reunificación familiar en Europa. De esta manera, más personas llegarán a un lugar seguro de forma más rápida.
La Federación Rusa está actuando en claro incumplimiento de sus obligaciones en virtud del derecho internacional. Sus acciones son descaradamente contrarias a las normas y principios sobre los que se fundó la ONU. Y está abusando de su posición como miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU para protegerse de la responsabilidad. Por ello, Amnistía Internacional exige a Rusia que respete el derecho internacional, proteja a la población civil y detenga la agresión en Ucrania.
Además, Amnistía Internacional ha instado a los Estados miembros de la ONU a que se unan en la condena de los crímenes de agresión cometidos por Rusia, a que proporcionen ayuda y asistencia a la población de Ucrania, incluidas las personas que huyen del conflicto, y a que garanticen que no se permite que las consecuencias de la agresión rusa acerquen al mundo a un abismo de violencia, violaciones e inseguridad.
En este momento, personal de Amnistía Internacional está trabajando para:
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