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IRÁN: NI UNA EJECUCIÓN MÁS

De izquierda a derecha, los jóvenes iraníes Saleh Mirhashemi, Majid Kazemi, Saeed Yaghoubi
De izquierda a derecha, los jóvenes iraníes Saleh Mirhashemi, Majid Kazemi, Saeed Yaghoubi. © Particular

Al menos siete personas corren grave peligro de ejecución y docenas más pueden ser condenadas a muerte en Irán, donde en tan solo dos meses han sido ejecutadas más de 100 personas en una muestra de cómo las autoridades están utilizando la pena de muerte como herramienta para reprimir las protestas.

El 17 de mayo las familias de Majid Kazemi, Saleh Mirhashemi y Saeed Yaghoubi recibieron una llamada de la prisión en la que les pedían que fueran a visitarlos. Fue la última vez que los vieron. Dos días después, fueron ejecutados en la horca.

Juro por Dios que soy inocente. No llevaba armas encima. No dejaban de golpearme y ordenarme que dijera que el arma era mía. ... Les dije que diría lo que quisieran, pero que por favor dejaran en paz a mi familia. Hice lo que quisieron a causa de la tortura

Majid Kazemi

Majid, Saleh y Saeed fueron detenidos en noviembre de 2022, tras participar en las manifestaciones celebradas en la ciudad de Isfahán durante la oleada de protestas que desencadenó en todo el país la muerte bajo custodia de Mahsa Amini. En prisión fueron torturados, sometidos a simulacros de ejecución, les amenazaron con matar a sus familiares y les obligaron a hacer declaraciones incriminatorias. Su juicio duró cuatro días y estuvo lleno de deficiencias y falta de pruebas.

Para ellos ya no habrá justicia, pero no son los únicos: Ebrahim Narouie, Kambiz Kharout, Manouchehr Mehman Navaz, Mansour Dahmardeh, Mohammad Ghobadlou, Mojahed Kourkour y Shoeib Mir Baluchzehi Rigi pueden ser ejecutados en cualquier momento y decenas más están en peligro de ser condenadas a muerte en juicios donde ni siquiera han sido considerados inocentes hasta que se demuestre lo contrario, en los que se les ha negado el derecho a acceder a una defensa adecuada y en los que se han usado “confesiones” obtenidas bajo tortura.

Estas ejecuciones y condenas a muerte son un ejemplo más del descarado desprecio de las autoridades iraníes por el derecho a la vida y a un juicio justo, y tienen un claro objetivo: infundir miedo a la población en un intento desesperado por parte de las autoridades de aferrarse al poder y poner fin al levantamiento popular, además de vengarse de quienes, manifestándose, se atreven a desafiar el orden establecido.

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