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Estanterías de la tienda del Centro Nobel de la Paz en Oslo

Estanterías de la tienda del Centro Nobel de la Paz en Oslo el 29/08/2024, donde se exhibe literatura y recuerdos relacionados con antiguos galardonados con el Premio Nobel de la Paz. © Wiktor Dabkowski/ZUMA Press Wire/Shutterstock

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Premios Nobel que arriesgaron todo por los derechos humanos: heroísmo dedicado a cambiar el mundo

Por Mireya Cidon (@mnodic), editora en Amnistia Internacional España,

Cuando una persona elige dedicar su vida a defender los derechos humanos, está tomando una decisión que no solo implica sacrificios, sino también exponerse a riesgos a los que muchas personas nunca se enfrentarían.

Muchos defensores y defensoras de derechos humanos desafían a regímenes autoritarios, estructuras de poder opresivas y sistemas de injusticia profundamente arraigados, que los convierte en objetivos. Defender la dignidad humana y la libertad suele venir acompañado de amenazas, vigilancia constante, encarcelamiento injusto y, en los peores casos, la muerte. Sin embargo, para estas personas, el objetivo final de un mundo más justo y equitativo prevalece sobre el miedo. Luchan por la esperanza de un cambio profundo, sabiendo que su empeño puede costarles su propia libertad o su vida.

Este año, el Premio Nobel de la Paz 2024 ha sido otorgado a Nihon Hidankyo, una organización japonesa que aboga por los derechos de las víctimas de los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki. Su trabajo resalta la lucha por la justicia y la memoria histórica, en un contexto donde los derechos humanos y la paz son cada vez más amenazados.

Amnistía Internacional y los defensores y defensoras de derechos humanos

Amnistía Internacional trabaja incansablemente para proteger a aquellas personas que luchan por la libertad y la justicia, como es el caso de Narges Mohammadi, la activista iraní galardonada con el Premio Nobel de la Paz en 2023, cuyo encarcelamiento sigue siendo un símbolo de la represión en Irán.

Hoy queremos contar su historia y la de otras personas laureadas con el Nobel que, por defender sus ideales y los derechos humanos, fueron encarceladas, perdieron sus vidas o estuvieron al borde de ello. Cada una de ellas es una inspiración en la lucha por un mundo mejor.

1. Narges Mohammadi (Irán, Nobel de la Paz 2023)


Narges Mohammadi es una de las figuras más inspiradoras y valientes en la lucha por los derechos humanos en Irán. Ha dedicado su vida a defender los derechos de las mujeres y a abogar por la abolición de la pena de muerte en un país donde cualquier forma de disidencia puede tener consecuencias devastadoras. Su activismo no solo le ha valido el reconocimiento internacional, sino también una brutal persecución que la ha llevado a vivir más de una década de hostigamiento, encarcelamiento y maltrato a manos de las autoridades iraníes.

Desde que comenzó su labor como activista, Narges ha sido arrestada en múltiples ocasiones. En 2016, fue condenada a 16 años de prisión por cargos de "propaganda contra el Estado" y por su liderazgo en el movimiento contra la pena de muerte. Desde entonces, ha pasado largos periodos aislada en prisiones infames como la de Evin, conocida por ser un lugar de tortura y abusos. A pesar de todo, Mohammadi no ha dejado de luchar. Incluso encarcelada, sigue alzando la voz desde las sombras del confinamiento, enviando cartas y mensajes que desafían la opresión y exponen las atrocidades del régimen iraní.

En prisión, Narges ha sufrido un trato que Amnistía Internacional ha denunciado como tortura psicológica. También ha sido privada de atención médica adecuada, lo que ha puesto en grave riesgo su salud, ya deteriorada por las condiciones infrahumanas de su encierro. En más de una ocasión, ha iniciado huelgas de hambre como forma de resistencia pacífica para denunciar las condiciones inhumanas a las que son sometidos los presos políticos, sobre todo las mujeres, en Irán.

Desde Amnistía Internacional estamos recogiendo firmas para exigir su liberación y que se respeten los derechos de todas las personas encarceladas por ejercer su libertad de expresión en Irán.

2. Ales Bialiatski (Bielorrusia, Nobel de la Paz 2022)


Ales Bialiatski, activista bielorruso y fundador del centro de derechos humanos Viasna, ha sido una de las voces más importantes contra la represión en Bielorrusia. Durante años, ha documentado violaciones de derechos humanos, lo que le ha convertido en blanco del régimen de Alexander Lukashenko. Bialiatski fue arrestado en 2021 y sentenciado a 10 años de prisión; una sentencia que fue vista por la comunidad internacional como un castigo por su incansable labor. Desde mayo de 2023, ha estado recluido en una colonia penal en Horki.

A pesar de su encarcelamiento, Bialiatski sigue siendo un símbolo de resistencia frente al régimen autoritario de Alexander Lukashenko. La situación de los derechos humanos en Bielorrusia sigue siendo crítica, y su caso continúa despertando atención internacional. Las autoridades penitenciarias le han negado correspondencia y visitas familiares, lo que ha generado preocupación sobre su bienestar y salud, que se ha deteriorado desde su anterior encarcelamiento.

3. Maria Ressa (Filipinas) y Dmitry Muratov (Rusia), Nobel de la Paz 2021


Maria Ressa, periodista filipina y cofundadora del portal de noticias Rappler, es una de las voces más valientes en la defensa de la libertad de prensa en un entorno cada vez más hostil. Su trabajo ha expuesto las violaciones de derechos humanos y la corrupción del gobierno de Rodrigo Duterte, especialmente durante su brutal "guerra contra las drogas", que ha dejado miles de muertos y ha suscitado condenas a nivel internacional por su impunidad y brutalidad.

Ressa ha arriesgado su vida y su libertad al documentar esta violencia y autoritarismo, convirtiéndose en un objetivo directo del gobierno filipino. Ha sido víctima de una implacable campaña de acoso legal, que ha incluido múltiples arrestos y acusaciones de evasión fiscal. Estos cargos han sido ampliamente condenados como intentos claros de intimidación y silenciamiento, reflejando un patrón alarmante de represión contra los periodistas que se atreven a cuestionar a los gobiernos. A pesar de las amenazas de muerte, insultos y campañas de desinformación en redes sociales que buscan desacreditarla ante el público, Ressa continúa su labor con valentía. Su determinación y coraje inspiran a seguir luchando por la verdad.

Dmitry Muratov es un defensor incansable de la libertad de prensa en Rusia, donde la censura y la represión son prácticas comunes. Desde la fundación de Novaya Gazeta, ha supervisado investigaciones que han expuesto corrupción, abuso de poder y violaciones de derechos humanos, a menudo a un alto costo personal. Su periódico ha sido el hogar de valientes periodistas que han pagado con sus vidas por informar la verdad, incluyendo a Anna Politkovskaya, asesinada en 2006 por sus informes sobre el conflicto en Chechenia. A pesar del peligro constante, Muratov ha mantenido su compromiso con el periodismo independiente, teniendo que hacer frente a amenazas y ataques y a un entorno legal cada vez más restrictivo que busca silenciar las voces disidentes. Su lucha por la libertad de expresión en Rusia inspira a periodistas de todo el mundo, demostrando que es necesario perseverar frente a la adversidad y que un periodismo valiente es esencial para la democracia y la justicia.

4. Denis Mukwege (República Democrática del Congo, Nobel de la Paz 2018)

Denis Mukwege

 El doctor Denis Mukwege. © Roy Kuis

Denis Mukwege, apodado "el doctor que repara a las mujeres", es una figura heroica en la República Democrática del Congo (RDC) y un símbolo internacional de la lucha contra la violencia sexual en zonas de conflicto. Como ginecólogo, Mukwege ha dedicado su vida a tratar a mujeres que han sido víctimas de brutales violaciones y abusos en medio de las guerras y conflictos que asolan su país. Sin embargo, su labor va mucho más allá de la medicina: Mukwege ha sido un incansable defensor de los derechos humanos y un implacable crítico de la impunidad que permite que estos crímenes continúen sin castigo.

Desde que fundó el Hospital Panzi en 1999, Mukwege ha tratado a decenas de miles de mujeres y niñas que han sufrido violencia sexual como arma de guerra en la RDC. Él y su equipo no solo reconstruyen los cuerpos de las mujeres, sino que también les ayudan a recuperar su dignidad, su vida y su esperanza curando las profundas cicatrices emocionales y sociales que cargan tras ser brutalmente atacadas por soldados y milicias. En una región donde la violencia parece no tener fin, su hospital es un refugio, un lugar donde las mujeres logran sanar.

A través de su activismo, Denis Mukwege también ha denunciado la complicidad de quienes permiten estas atrocidades y criticado abiertamente a los líderes políticos y militares, granjeándose enemigos poderosos. En 2012, tras denunciar los crímenes sufrió un intento de asesinato. Hombres armados irrumpieron en su hogar, tomaron como rehén a su hija, y en el violento enfrentamiento que siguió, su guardaespaldas fue asesinado. Mukwege logró sobrevivir, pero el ataque fue un recordatorio brutal del peligro que supone para algunas personas comprometerse con la justicia y la verdad.

A pesar de las amenazas constantes contra su vida, no ha abandonado su misión y ha declarado repetidamente que no puede quedarse callado ante las injusticias que presencia: "No puedo quedarme con los brazos cruzados cuando las mujeres y niñas son violadas y asesinadas a mi alrededor". Su valor, su compromiso y su compasión son un faro de esperanza para las mujeres de la RDC y para todas las personas que luchan contra la violencia sexual y los crímenes de guerra.

5. Malala Yousafzai (Pakistán, Nobel de la Paz 2014)

Malala Yousafzai

Malala Yousafzai, activista por la educación, asiste a la proyección de «Stranger At The Gate» en el Hotel W de Londres. © SOPA Images/SIPA

Malala Yousafzai es un símbolo de resistencia y esperanza para millones de niñas en todo el mundo. En 2012, cuando solo tenía 15 años, los talibanes intentaron silenciarla disparándole en la cabeza mientras regresaba a casa en su autobús escolar en el Valle de Swat, Pakistán. ¿Su "crimen"? Defender el derecho de las niñas a la educación. Contra todo pronóstico, Malala sobrevivió a este atentado brutal, y lo que los talibanes intentaron sofocar se transformó en una ola internacional de apoyo a su causa.

Tras una compleja recuperación en el Reino Unido, Malala retomó su educación y amplificó su voz. Fundó la Fundación Malala, una organización dedicada a garantizar el acceso a la educación para niñas de todo el mundo, especialmente en zonas de conflicto. Y, en 2014, con solo 17 años, se convirtió en la persona más joven en recibir el Premio Nobel de la Paz, un reconocimiento a su lucha incansable por la educación como herramienta de transformación social.

Hoy, Malala es más que una activista; es un símbolo viviente del poder de la juventud para cambiar el mundo, desafiando al odio y la violencia con un compromiso inquebrantable hacia la justicia y la igualdad.

6. Liu Xiaobo (China, Nobel de la Paz 2010)

Liu Xiaobo

El director de Amnistía Noruega, John Peder Egenæs, con una gran foto de Liu Xiaobo en Oslo en junio de 2017, pocos días antes de que Liu Xiaobo falleciera. © Amnesty International/ Ina Strøm

Liu Xiaobo, el célebre intelectual y activista chino, fue una de las voces más destacadas en la lucha por los derechos humanos y la democracia en China. Durante décadas, Liu abogó por reformas pacíficas, y fue uno de los autores de la Carta 08, un manifiesto que pedía la democratización del país y la protección de las libertades civiles. Su compromiso con estos ideales lo llevó a ser arrestado en múltiples ocasiones, y en 2009 fue condenado a 11 años de prisión por "incitar a la subversión del poder del Estado".

En 2010, mientras estaba encarcelado, Liu Xiaobo fue galardonado con el Premio Nobel de la Paz, convirtiéndose en un símbolo de la lucha por los derechos humanos. Sin embargo, nunca pudo recibir el premio en persona. Su silla vacía en la ceremonia de entrega en Oslo se convirtió en un potente recordatorio del precio que muchos defensores de la libertad pagan por sus convicciones.

Liu Xiaobo murió en 2017, aún bajo custodia, debido a un cáncer de hígado que no fue tratado adecuadamente. Su muerte conmocionó al mundo, pero su legado continúa inspirando a quienes luchan por un futuro más justo.

7. Wangari Maathai (Kenia, Nobel de la Paz 2004)

Wangari Maathai

Wangari Maathai, Premio Nobel de la Paz 2004, en el concierto Live 8 en el estadio Murrayfield de Edimburgo, Escocia. © Picture-Alliance / Photoshot

Wangari Maathai, ambientalista y activista keniana, fue la primera mujer africana en recibir el Premio Nobel de la Paz en 2004 por su contribución al desarrollo sostenible, la democracia y la paz. Fundadora del Movimiento Cinturón Verde, Maathai lideró un esfuerzo masivo de reforestación en Kenia que ayudó a preservar el medio ambiente y empoderó a miles de mujeres rurales al enseñarles a plantar árboles y recuperar la tierra erosionada.

A lo largo de su vida, Maathai tuvo que hacer frente a la persecución política, represión y violencia por parte del gobierno keniano, que veía su activismo como una amenaza a su poder. En varias ocasiones fue arrestada y brutalmente golpeada por sus protestas pacíficas contra la deforestación y la corrupción. A pesar de estas dificultades, nunca dejó de luchar por la justicia social y ambiental. Su enfoque holístico combinaba la protección del medio ambiente con los derechos de las mujeres y la democracia, mostrando cómo todos estos elementos están profundamente interconectados.

Wangari Maathai falleció en 2011, pero su legado sigue vivo como un símbolo de resistencia pacífica y dedicación a la causa de los derechos humanos y la ecología. Su lucha incansable dejó una huella imborrable en la defensa de los derechos de las mujeres y en la conservación del planeta.

8. Shirin Ebadi (Irán, Nobel de la Paz 2003)


Shirin Ebadi, abogada y activista iraní, se convirtió en la primera mujer musulmana en recibir el Premio Nobel de la Paz en 2003. Su trabajo se centra en la defensa de los derechos humanos, especialmente en la protección de los derechos de las mujeres y los niños en Irán. Desde muy joven, Ebadi se enfrentó a un sistema legal patriarcal y represivo que limitaba la libertad y el bienestar de las mujeres.

Tras la revolución islámica de 1979, Ebadi fue destituida de su puesto como jueza, pero no se dejó silenciar. Siguió trabajando en casos de derechos humanos, incluso representando a prisioneros políticos y denunciando la brutalidad del régimen. Su valentía le costó la persecución, el exilio, las amenazas de muerte y los arrestos, pero no frenó su activismo.

A pesar de los riesgos, Ebadi sigue siendo una referencia para quienes luchan por los derechos humanos en Irán. Su historia es un testimonio del poder de la resistencia y la determinación en la defensa de la dignidad humana.

9. Martin Luther King Jr. (Estados Unidos, Nobel de la Paz 1964)


Martin Luther King fue el líder del movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos, un activista que abogó por la igualdad racial y la justicia social a través de la no violencia. Su visión de un mundo sin discriminación resonó profundamente en una nación marcada por la segregación y el racismo. A lo largo de su vida, King enfrentó múltiples arrestos, pero su determinación nunca flaqueó.

El 10 de diciembre de 1964, recibió el Premio Nobel de la Paz, convirtiéndose en el galardonado más joven hasta ese momento, con tan solo 35 años.King donó los más de 54.000 dólares del premio a varias organizaciones que promovían los derechos civiles y la justicia social, subrayando su profundo compromiso con la causa. Durante su discurso de aceptación en Oslo, habló sobre la urgente necesidad de combatir la pobreza y la desigualdad racial, destacando que, aunque el premio representaba un honor, las batallas por la paz, los derechos humanos y la igualdad estaban lejos de terminar.

El 4 de abril de 1968, estando en Memphis, fue asesinado. Su trágica muerte no apagó su legado; por el contrario, encendió una llama aún más brillante en la lucha por la igualdad y un símbolo universal de resistencia pacífica. Sus palabras, como "I have a dream (tengo un sueño)", siguen inspirando a generaciones en todo el mundo a levantarse contra la opresión.

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